En los muros y tapias de la localidad de Grañén, situada en la parte oscense de Los Monegros, las pintadas con declaraciones de amor y contra la entrada de la OTAN que permanecían desde los 80 han sido cubiertas para dar paso a frases optimistas, personajes casi fantásticos y paisajes selváticos, firmados por artistas reconocidos a nivel nacional. Gran parte de la culpa de ese cambio de cara la tiene su alcalde, Carlos Sampériz, que ya incluía en su programa electoral la intención de crear una 'Marca Grañén'.

Un término algo manido, pero que en un pueblo de 1.500 habitantes, dedicado principalmente al sector primario, cobra especial dimensión. “Queremos generar impacto dentro del medio rural del que formamos parte. Nadie espera encontrar obras de estos artistas en un lugar así, y queremos convertirlo en una seña de identidad, en una forma de diferenciación, algo que genere repercusión, que coloque a nuestro pueblo en el mapa”, dice el alcalde de un pueblo que ya fue protagonista de los medios en diciembre de 2011, al repartir íntegro el Gordo de la Lotería de Navidad.

A base de correos, llamadas e insistencia, Sampériz va consiguiendo poco a poco que su municipio, situado a la orilla del árido desierto monegrino y con las montañas del Pirineo asomando en el horizonte, se convierta en una referencia de esas manifestaciones callejeras, elevadas a la categoría de arte.

El último en plasmar su obra en las calles grañenenses ha sido Ricardo Cavolo, ilustrador y muralista que ha trabajado para marcas tan conocidas como Nike o para el FC Barcelona. Un corazón alado flanqueado por dos jaguares es su propuesta sobre un exótico fondo de palmeras y vegetación. “Hay veces que represento algo del lugar en el que estoy -como la Frida Kalho de seis ojos que pintó en México-, y otras me gusta buscar algo totalmente opuesto, como si fuera uno de esos juglares que en la Edad Media mostraban a través de dibujos realidades lejanas”, explica el artista. Precisamente ese es su objetivo en Grañén, presentar un paisaje muy diferente al entorno del pueblo.

Respecto a qué le había atraído para cambiar las grandes ciudades en las que habitualmente trabaja por un pueblo tan pequeño, Cavolo apunta a que es precisamente eso, sus ganas de salir de lo habitual, lo que le había llevado hasta la localidad. “De la provincia solo conocía la zona de los Pirineos, que no tiene nada que ver con esto, y precisamente es eso lo que me gusta también, los contrastes que presenta”.

Otras cuatro obras de arte

El mural que Cavolo finalizará este miércoles y se une a los otros cuatro realizados anteriormente en el pueblo. Entre ellos destaca el creado por Isaac Mahow la pasada primavera en la fachada de la Casa de Cultura de la localidad, y en el que se ve a dos personajes casi mitológicos inmersos en lo que parece un proceso creativo, acorde al lugar donde se sitúan las imágenes. Este es uno de los que más orgullo despierta en el primer edil, ya que señala, cuenta con la firma de uno de los mejores graffiteros de España en este momento.

También se realizó un tributo a Boa Mistura, reproduciendo el mural de estos artistas que se puede ver en la calle Santiago de Zaragoza, con la frase 'Por soñar, no estoy loco', en este caso sobre los dibujos realizados por los niños del pueblo durante una actividad de sus fiestas.

Frente a este, en uno de los muros del patio del instituto, un dibujo de Burton en el que se ve un caballero a caballo, y junto al pabellón polideportivo, un indio cherokee firmado por Iker Mad77, completan el recorrido artístico de la localidad.

Pero el alcalde no se conforma con estas intervenciones, y ya ha contactado con Conrad Roset, otro de los ilustradores nacionales convertido en referencia en los últimos meses. “Me ha asegurado que vendrá antes de diciembre”, adelanta Sampériz.