​Los abrigos rupestres de Graus poseían la primera cerámica del Valle del Ebro

Este material hallado en el yacimiento de la provincia de Huesca databa del año 6.500 a.C..

Cinco años de excavaciones, que comenzaron en 1990, y dos décadas de investigación, han demostrado que en los yacimientos de Forca (Graus) se encontraba la cerámica más antigua del noreste peninsular, datada en el año 6.500 a.C.


El hecho de que haya aparecido esta cerámica en el Valle del Ebro no implica que en esta zona existiera por entonces una cultura neolítica, según ha puntualizado una de las responsables de la investigación, Pilar Utrilla, que ha añadido que probablemente este hallazgo se deba a que entonces se pudieron producir intercambios comerciales con el sur de Francia.


Por este motivo, las cerámicas "llegan 100 o 200 años" antes a Forcas que al enclave de la Cueva de Chaves (Huesca), ya que "antes de que se establecieran en esta zona" llegó la cultura material.


"No hay asentamientos de agricultura ni de ganadería", ha aclarado la investigadora, lo que supone que no había una "economía neolítica" sino que eran el resultado de relaciones comerciales y que posteriormente, es posible, que "aprendieran a realizarlas".


Herramientas, materiales de piedra y restos de animales del entorno, entre otros hallazgos, han permitido a los investigadores conocer la forma de vida de sus pobladores prehistóricos.


"Durante las etapas frías cazaban sobre todo ciervos", según Utrilla, que ha añadido que tras miles de años, hacia el 9.700 a.C, "se terminaron las glaciaciones" y, en un momento determinado, "se cambiaron al abrigo rupestre de Forcas II".


En esta zona, comenzaron a trabajar la madera gracias a que "las lluvias eran frecuentes y los bosques progresaban", y más adelante, regresaron los mesolíticos geométricos, que eran "cazadores y recolectores", que empezaron a recibir "influencias" de Francia, hacia el 7.000 a.C, y del Sur de Italia, ha explicado.


Una de estas influencias, según la investigadora, se confirma por el hallazgo de una plaqueta grabada "idéntica a la de la Puglia" en Italia, y, la otra, a través de la cerámica cardial, proveniente del sur de Francia, "con la concha del berberecho".


Durante los siguientes cientos de años, siguieron viviendo los Neolíticos hasta que se trasladaron "mas hacia la izquierda" y llegaron a la zona los enterramientos calcolíticos, pertenecientes a la Edad de Bronce, y más adelante los romanos.

La presencia de restos romanos en cuevas y abrigos "no es un hecho frecuente pero tampoco extraño", la "especial" ubicación del abrigo de Forcas II, junto al cauce del río Ésera, en un lugar muy favorable para la pesca y además en un lugar que domina el camino que discurría por el valle de dicho río, ha explicado.

"Cerraron el abrigo rupestre con sillares", ha detallado la investigadora, que ha añadido que se sospecha que "cobraban un peaje de un puente de madera que había en la zona".


En definitiva, la estratégica ubicación de la Peña de las Forcas junto a una zona de paso para los animales que cazaban, entre otras cosas, "propició el prolongado uso de estos abrigos", a pesar de estar orientados al oeste y al norte y, por ello, el volumen del yacimiento abarca desde el mesolítico hasta la época romana, ha señalado.


El resultado de esta investigación se recoge en el libro 'La Peña de Las Forcas', coordinado por Pilar Utrilla y Carlos Mazo y que recientemente ha sido publicado.