El ejeano Ángel Javier Pérez Pueyo, favorito para relevar a Milián como obispo de Barbastro


El nombramiento del nuevo prelado, que heredará el litigio de los bienes retenidos en Lérida, parece inminente

El de los nombramientos es uno de los secretos mejor guardados del Vaticano, pero son muchos los que dan ya por hecho que el ejeano Francisco Javier Pérez Pueyo se convertirá en breve en el nuevo obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón, en sustitución de Alfonso Milián, que presentó su renuncia el pasado mes de enero al cumplir los 75 años. 


Los rumores sobre su inminente designación se han acrecentado en los últimos días, y en caso de confirmarse, él será el encargado de gestionar el futuro del litigio de los 112 bienes sacros de las parroquias aragonesas retenidos en el Museo de Lérida. Todo un reto, habida cuenta de las casi dos décadas que dura ya el conflicto. No lo pudieron zanjar ni el que era obispo cuando se desencadenó, Ambrosio Echebarría (1974-1999), ni Juan José Omella (1999-2004). Tampoco ha podido hasta ahora Milián, si bien siempre ha manifestado que seguirá trabajando para conseguirlo "hasta el último momento" que ostente su responsabilidad.


Francisco Javier Pérez Pueyo (Ejea de los Caballeros, 1956) es desde hace poco más de un año rector del Pontificio Colegio Español de San José en Roma. Este centro depende de la Conferencia Episcopal Española y está regido por la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, a la que pertenece el candidato a relevar a Alfonso Milián. De ser finalmente el escogido, sería el segundo miembro de esta hermandad que rige la sede barbastrense, ya que entre 1960 y 1970 estuvo al frente Jaime Flores Martín, quien también había dirigido antes el Pontificio Colegio Español.


Por ello, según fuentes eclesiásticas, no sería extraño que el Vaticano volviera a confiar en un religioso de esta hermandad y siguiera la misma línea que hace medio siglo. Sería, dicen, una forma de reconocer la labor del colectivo.


Quienes le conocen destacan de Pérez Pueyo que es "conciliador y eficaz" en su trabajo, cualidades que bien podría aplicar a la gestión del litigio por el arte, aunque si es finalmente el seleccionado, también requeriría de una buena dosis de capacidad reivindicativa para mantenerse firme en los planteamientos que siempre ha defendido Barbastro y llevarlos a buen término. Avalada la propiedad de las obras por los tribunales eclesiásticos y civiles, la única solución que se contempla desde Aragón no es otra que la entrega inmediata de las obras, que Cataluña lleva años torpedeando con todo tipo de artimañas.


Aunque el ejeano es a priori el mejor posicionado para suceder a Milián, también hay otros dos sacerdotes que podrían alcanzar la mitra. Se trata de Javier Pérez Mas, actual responsable de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en el barrio zaragozano de La Almozara, y de Francisco Jesús Orozco Mengíbar. Este último es vicario general de la diócesis de Córdoba desde 2011.Un largo proceso

Todo apunta a que estos tres sacerdotes son los componentes de la terna enviada por el nuncio apostólico en España, Renzo Fratini, al Vaticano para que de entre ellos salga el futuro prelado de Barbastro-Monzón. Pero el proceso de elección es más largo y complejo de lo que puede parecer.


Para empezar, hay que tener en cuenta que cada tres años, todos los obispos titulares deben presentar tres posibles candidatos a obispo de entre los curas de sus correspondientes diócesis. Esos nombres pasan a un listado del que echa mano la Nunciatura cuando queda una sede vacante. Entonces, el representante de la Santa Sede en España solicita una serie de exhaustivos informes sobre ellos a personas del entorno de su comunidad, que están obligadas a contestar esos cuestionarios. También se pide opinión al arzobispado metropolitano al que el candidato sería destinado, en este caso, el de Zaragoza, dirigido por Manuel Ureña.


Con toda esta información, el nuncio elige a los tres aspirantes que considera más idóneos y envía esta terna a la Congregación para los Obispos, en Roma. El órgano asesor estudia las propuestas y ordena los tres nombres en función de sus preferencias. Esta lista es entregada al Papa, que tiene la última palabra. Tanto es así que puede optar por designar obispo al favorito de la Congregación o por nombrar a cualquiera de los otros dos componentes de la terna inicial, pero incluso puede rechazar a los tres y ordenar que se inicie de nuevo el proceso con nuevos candidatos, si considera que ninguno de los aspirantes es el adecuado para el cargo.


Una vez tomada la decisión, todavía queda comunicarlo al Gobierno español antes de hacerla pública, ya que en virtud de los acuerdos Iglesia-Estado, este tiene derecho a veto, para lo que dispondría de 15 días, aunque nunca hasta ahora se ha dado ese caso.


Para lo que no hay plazos es para presentar la terna ni para la elección final, ya que estos varían en función de diversas circunstancias. Además, el proceso se desarrolla en el más absoluto de los secretismos, ya que todos aquellos implicados en él –incluido el propio interesado– deben guardar el secreto pontificio hasta que el nombramiento es oficial, bajo pena de excomunión.