EN PROCESO DE RECUPERACIÓN

La iglesia de Ortilla lleva 15 años cerrada a la espera de una segunda rehabilitación

Los vecinos tienen que acudir al salón social para oír misa. Existe un proyecto de restauración aprobado.

La iglesia data de finales del siglo XII.
La iglesia de Ortilla lleva 15 años cerrada a la espera de una segunda rehabilitación
R. G.

Los vecinos de Ortilla llevan 15 años escuchando misa fuera de su iglesia parroquial, dedicada a San Gil Abad, cerrada durante todo este tiempo a la espera de una rehabilitación. Mientras, el cura debe oficiar la misa en el salón social de este pueblo de 52 habitantes. Y no se trata de un edificio cualquiera, ya que data de finales del siglo XII y es de estilo románico altoaragonés.


Varios historiadores y arquitectos que han pasado por esta localidad del municipio de Lupiñén-Ortilla han apreciado el valor histórico y artístico del templo, que se sitúa a pie de carretera. Ha sufrido sucesivas modificaciones con el paso de los siglos y el aspecto definitivo del edificio se debe a las obras del siglo XVIII, como ocurre también con la iglesia de Lupiñén.


Hace ya dos años que el anterior departamento de Obras Públicas y Urbanismo de la DGA aprobó un proyecto de rehabilitación elaborado por el arquitecto del Obispado de Huesca, Joaquín Naval. Sin embargo, no hay indicios de que vayan a comenzar las obras. El Ayuntamiento de Lupiñén-Ortilla sigue luchando para que se arregle pero "el dueño, que es el obispado, mira para otro lado, y la DGA es más proclive a apoyar a equipos de fútbol como el Zaragoza que a cumplir con los proyectos que nadie le obligó a firmar", manifiesta con disgusto el alcalde, Joaquín Til.


Mientras tanto, el templo dedicado a San Gil Abad se alza impasible sobre la plaza del pueblo. Ya hubo una primera fase de rehabilitación hace 15 años que arregló las cubiertas y la torre. Entonces se descubrió un interesante conjunto de pinturas murales que aún no han sido identificadas a falta de una investigación exhaustiva.


Asimismo, se advirtieron problemas en las bóvedas de la iglesia, que se encontraban más dañadas de lo esperado, y se hizo patente la necesidad de una segunda intervención. Hasta ese momento el obispado decidió cerrar las puertas a los feligreses porque la parroquia ya no era un lugar seguro. Además, el edificio se asienta en un terreno inestable y su tejado se apoya en un cilindro que puede oscilar dependiendo de la climatología.


Ahora, los esfuerzos deben centrarse en consolidar el interior, "para acondicionar los muros y las bóvedas", según explica el arquitecto Joaquín Naval. "El objetivo es poder abrir la iglesia lo antes posible". Naval tiene esperanzas de que el año que viene la DGA cuente con los recursos suficientes como para acometer finalmente la segunda fase de la rehabilitación.


Hasta entonces, los vecinos de Ortilla seguirán sentándose día tras día en los bancos de la improvisada iglesia, donde ya hace 15 años que se celebra misa.