Villamayor y Porta

El derribo de las dos harineras empieza hoy para liberar suelo y construir 1.300 viviendas

El Ayuntamiento de Huesca requirió a la propiedad una serie de condiciones para la demolición, en pleno centro.

Vista de la fábrica de Harinas Porta desde la calle Almudévar, donde todavía quedan restos de la antigua vía del tren.
El derribo de las dos harineras empieza hoy para liberar suelo y construir 1.300 viviendas
JAVIER BLASCO

La operación para el derribo de las dos harineras situadas en el centro de Huesca ya está en marcha. El Ayuntamiento autorizó ayer la demolición de las fábricas de Villamayor y Porta. Se solucionará así un problema urbanístico que llevaba enquistado más de 20 años y que conllevará la transformación de la ciudad, ya que en el suelo que quede libre se construirán 1.300 viviendas. Los propietarios tenían previsto empezar los trabajos a finales de julio, pero los responsables municipales les requirieron una serie de prescripciones medioambientales que obligaron a presentar de nuevo toda la documentación.


Demoliciones Usabiaga S. L. se hará cargo de las obras, que está previsto que comiencen hoy. Tendrán un coste de 615.000 euros y un plazo de ejecución que cumple el 14 de octubre. No obstante, es posible que el retraso en la concesión del permiso obligue a pedir una prórroga. De hecho, hace días que desplazó hasta Huesca las dos máquinas que van a emplear, una de ellas, con un brazo de 40 metros de altura y coronada por una cizalla.


Los planes iniciales eran empezar por la fábrica de Villamayor, más alejada del centro, para no interferir en el desarrollo de las fiestas de San Lorenzo. Pero ahora todo apunta a que las dos máquinas trabajarán de forma simultánea en ambas factorías. Lo que sí se mantiene es que el derribo de las instalaciones de Porta que están junto a la avenida de Martínez de Velasco se lleve a cabo en esta segunda quincena de agosto, con menos circulación.


Los trabajos de demolición se centrarán únicamente en las dos plantas fabriles. Según el convenio firmado en 2009 entre el Ayuntamiento y los propietarios del polígono (de casi 8 hectáreas), el derribo de las harineras tenía que realizarse al cumplirse los dos años del acuerdo. El resto de edificaciones, varias naves junto a la avenida y los locales de cinco pymes y de una gestoría, seguirán en pie hasta 2014.


El convenio inicial fijaba dos años para derribar y urbanizar, pero se modificó para alargar los plazos de construcción debido a la crisis del mercado inmobiliario. El plan urbanístico contempla dos torres de 17 alturas, cuatro bloques de 15 plantas y varios edificios de entre 9 y 4 alturas. Con las plusvalías que se obtengan al vender los pisos se pagarán las indemnizaciones a los empresarios por el traslado de sus negocios. La compensación para Villamayor se estableció en 15,6 millones y para Porta en 12,7 millones.


Las prescripciones


La Junta de Compensación del polígono se hará cargo del coste de la demolición y en su día también deberá pagar los 50 millones en los que está valorada la urbanización del solar. Entre las acciones para acondicionar este suelo está la nivelación de una de las parcelas, la situada entre las dos harineras que se halla a una cota inferior al resto del terreno.


El proyecto de derribo propuso utilizar los áridos inertes que resultaran de las obras para compactar ese desnivel, pero el Ayuntamiento no aceptó la idea y exigió que esos residuos (el 'garbancillo') quedaran sellados allí mismo o fueran depositados en el vertedero. La Junta de Compensación llevará los áridos a la escombrera. Esa es una de las prescripciones marcadas en esta operación, que también debe cumplir otras exigencias para minorar las molestias a los vecinos. Así, se han establecido unos viales de acceso desde la calle Almudévar hacia las dos harineras para que los camiones de la obra no afecten al tráfico de la zona. También habrá que regar con asiduidad para evitar nubes de polvo.


Hace unos 60 años que las dos fábricas se instalaron en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, pero el casco urbano fue creciendo y ambas plantas quedaron rodeadas por edificios. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) ya contemplaba como suelo residencial el de Porta, pero no fue hasta 2002 cuando se establecieron las condiciones para conseguir que las harineras salieran de su emplazamiento por problemas medioambientales y urbanísticos. Se dio al suelo la mayor edificabilidad de la ciudad y empezaron las negociaciones, que quedaron rotas en más de una ocasión.


La explosión ocurrida en Porta en abril de 2005, con cinco muertos y 14 heridos, marcó la recta final de las conversaciones entre las partes y puso fecha a la desaparición del complejo fabril.