INICIATIVA CIUDADANA

Constructores de su propia casa

Diez vecinos crearon en 2006 una coperativa para lograr su sueño, tener una VPO en el Pirineo. Ha sido un camino difícil, pero acaban de estrenar vivienda.

Los cooperativistas de Villanúa ya han estrenado las viviendas en las que tanto esfuerzo han invertido.
Constructores de su propia casa
L. Z.

No es fácil para muchos adquirir una vivienda, y menos en los tiempos que corren y en zonas turísticas, como el Pirineo, donde los precios se disparan. Una alternativa son las VPO -cada vez más escasas, por otra parte-, pero el camino tampoco es sencillo en ocasiones. Por ello, hay quien opta por la fórmula de la cooperativa, como un grupo de vecinos de Villanúa que se quedó sin piso en el sorteo de una promoción de 6 casas en 2006 y que ahora acaban de estrenar sus nuevas viviendas, 10 casas adosadas de 90 metros cuadrados, con 3 habitaciones, 2 baños, un aseo, cocina, comedor y un pequeño jardín cada una.


«Entonces nos preguntamos qué hacer, si esperar a un próximo sorteo, que a saber cuándo iba a ser, o lanzarnos nosotros con una cooperativa», explica Ignacio Galtier, uno de los implicados en la iniciativa. Dicho y hecho. «Primero sondeamos la voluntad del Ayuntamiento, que fue buena desde el principio, y luego nos informarnos sobre los trámites y miramos el tema del suelo», añade.


Lo primero que había que hacer era constituir la cooperativa. Para ello, los socios tuvieron que presentar documentos como el certificado de inscripción en el Toc-Toc, la declaración de la renta, un certificado de que no tenían ninguna propiedad, fe de vida y DNI.


Posteriormente se inscribieron en el registro como Sociedad Cooperativista de Viviendas Villanúa, y la dotaron de un capital social, al que cada socio aportó el 20 % del precio de la casa. También buscaron un arquitecto para redactar el proyecto y una empresa constructora, que finalmente fue Coarna. «El Ayuntamiento sacó a subasta pública el terreno a un precio bastante asequible y lo compramos», recuerda Galtier.


Todos estos trámites, a simple vista, parecen sencillos, pero los suele asumir siempre una gestora. De ahí el mérito de estos cooperativistas para gestionarlos ellos mismos. «Consultamos aquí y allá, y de hecho hay que reconocer que el apoyo del arquitecto Lucas Munuera y el aparejador Santiago Fernández ha sido fundamental». Además se han ahorrado 12.000 euros por vivienda.


El siguiente paso que siguieron fue pedir a la DGA que calificara las viviendas para que fueran de protección. «Primero nos la dieron provisional», indica Galtier. A continuación tuvieron que solicitar la licencia de obra para empezar a construir y posteriormente «obtuvimos la calificación definitiva con lo que ya pudimos pedir las ayudas y hacer las escrituras».


Y después de todos estos trámites, aún quedaba lo fundamental: buscar financiación en los bancos. «Eso fue lo peor,- recuerda este cooperativista-, porque nos pilló de pleno la crisis». Las 10 viviendas se comenzaron a construir en 2009, «pero todavía no sabíamos si nos iban a conceder la hipoteca». Incluso llegaron a tener el 60 % de la promoción edificada con recursos de la propia cooperativa. Fue posteriormente cuando una entidad les confirmó por fin la financiación. Ignacio Galtier reconoce que hasta entonces «fue un sinvivir, porque empezamos a construir sin tener nada, pero nos arriesgamos».


Al final la iniciativa ha salido bien. «Ha habido momentos duros, pero este es un ejemplo de que gracias a la unión de la gente se puede sacar adelante un proyecto como este», concluye orgulloso Ignacio Galtier.