SALAMANCA 1-1 SD HUESCA

Dejaron escapar dos puntos

El Huesca se adelantó gracias a Camacho, pero luego no supo apuntillar. El Salamanca igualó a cuatro minutos de la finalización.

El delantero azulgrana Tariq no acierta a rematar
Dejaron escapar dos puntos
CARLOS PASCUAL

Al Huesca se le quedó cara de circunstancias ayer porque jugó lo suficiente para haber ganado y no lo hizo. Si tienes el partido para abrocharlo y desperdicias dos encuentros a suerte o verdad con el portero rival, luego suele pasar que en la jugada más tonta se te cae la baraja. Queda el consuelo de que el punto no es malo, pero ese pañuelo es para usarlo en frío. Ayer el empate escoció como una derrota.

Camacho, quién si no, abrió el marcador. Su octavo gol. Vaya campaña la de este hombre que se coloca entre líneas y llega a todas partes. Roba en el medio y está a cinco metros del nueve acto seguido. Desdobla las jugadas. Se multiplica. Tiene un clon y no nos hemos enterado.

Al final ese tanto no bastó porque en el fútbol, verdad machacona, hay que cerrar los partidos, sin piedad, y más ante un rival que llevaba casi tres meses hincando la rodilla por defecto.

Al Salamanca se le notaba pastoso, poco ágil en la elaboración y lento a la hora del repliegue. El Huesca parecía más equipo solo con su orden, con la solidaridad de sus movimientos. También tocaba la pelota con arreglo a un patrón más definido.

No tardó en llegar el zarpazo de Camacho. El aragonés controló un balón a casi diez metros de la frontal y con ese instinto asesino que tiene le pegó con el alma. Y con eso y un pequeño roce en un defensa sobró para añadir otro golito a su cuenta. Queda media temporada y lo que ha hecho hasta ahora ya es espectacular. Gregario de lujo, media punta con pase y gol. Una referencia básica.

A la Unión se le vino el mundo encima. Porque quieras que no la cosa de estrenar entrenador parece que otorga una confianza adicional en que la racha se ha de romper sí o sí. Que en el caso del Salamanca era de diez partidos perdidos de forma consecutiva y se había llevado por delante esta semana a Óscar Cano.

El Huesca vio aún más sol entre las nubes y empezó a jugar con más soltura si cabe. Jokin firmó una escapada con caño incluido, cuyo centro no acertó a embocar Gilvan con todo a su favor.

El Salamanca inquietaba poco. Un balón interior que no prosperó y un remate de cabeza de Marcos Márquez fueron los únicos argumentos ofensivos de toda la primera parte. El ariete andaluz, por quien el Huesca pujó el pasado verano, parece que anda un poco fondón a juzgar por cómo le cae la zamarra. Pero aunque arrastre una plácida barriguilla luego tira de su potencia de piernas y no es tan lento.

De hecho fue Márquez, a los cinco minutos de la segunda parte, el que se plantó solo ante Andrés después de un buen desmarque. El punta esperó para definir y después la tocó suave, a media altura, cruzada, pero el meta murciano, que está que se sale, aguantó bien la compostura y sacó una mano brillante.

Los salmantinos salieron con otro brío. A veces el orgullo disimula la falta de talento. Eran oleadas puntuales, de más coraje que tiento, pero que poco a poco estaban obligando al Huesca a meterse en su campo.

La opción más clara la protagonizó Kike López, que entró por la derecha, recortó hacia dentro y la puso en la escuadra. El balón tocó travesaño y palo y ni siquiera sacaron tajada del rechace con Andrés vendido.

El Huesca se había relajado un poco. Y eso que Onésimo había metido a Toni en el campo en lugar de Jokin, en busca de soluciones diferentes con más espacios. El gallego es un buen asistente y podía conectar con Camacho o con Tariq para dar la dentellada definitiva.

El propio Tariq la tuvo en sus botas, cuando se marchó solo hacia Bernabé. Pero el último golpeo en la conducción lo dio demasiado largo y tuvo que regatear al guardameta hacia la zona fea del área, en la que se pierde el ángulo. Dio la impresión de poder ser penalti, pero la cosa terminó con una amarilla a Tariq por fingir ante el asombro del atacante. Son de esas acciones en las que, como en realidad se falla un gol cantado, hay poca fuerza moral para protestar aunque se pueda tener razón.

Toni tuvo la misma y la despachó con bisoñez. Fue a colocarla de exterior, con la zurda y le pegó blandito y desviado. Onésimo no se lo creía. Lo que sí se creía es lo que pasa después en estas situaciones. Rigo pidió el cambio porque tenía la bota destrozada. Entró Ochoa. Había que defender una falta lateral. Y gol del Salamanca. De risa, pero gol. Volaron dos puntos, aunque el equipo sigue firme.