SOLIDARIDAD

Los mayores de Cruz Roja recrean la magia de los cuentos de antaño

El grupo de lectura acudió al colegio Santa Rosa de HuescaJosan Rodríguez también participó en la sesión y descubrió a los niños un viaje a otros mundos con la imaginación.

Josan Rodríguez y las integrantes del Grupo de Lectura de Mayores de Cruz Roja, en Santa Rosa.
Los mayores de Cruz Roja recrean la magia de los cuentos de antaño
N. CASAJúS

Fue una tarde excepcional la que vivieron el pasado miércoles en el colegio Santa Rosa de Huesca. Así lo confiesan los integrantes del grupo de biblioteca del centro escolar, encargados de la programación anual de cuentacuentos. La última sesión fue especial y estuvo protagonizada por el Grupo de Lectura de Mayores de Cruz Roja, cuyos miembros hicieron las delicias de los niños dando voz a princesas, príncipes y ranas, entre otros personajes. «Demostraron que las ganas de hacer cosas y el espíritu emprendedor no se deben perder nunca», dicen desde el centro escolar.


Y dentro del grupo de cuentacuentos merece también una especial mención el único hombre del mismo, Josan Rodríguez, que perdió la visión y la movilidad en el atropello de la discoteca Manhattan, y «que demostró a los alumnos que con nada se lee mejor que con los ojos de la imaginación, viajando más allá de los corsés espacio-temporales y disfrutando de mundos para otros inalcanzables», explican los responsables de la actividad.


En su opinión, «todos ellos no sólo contaron cuentos maravillosos, sino que también nos dieron un valioso ejemplo de entrega, cooperación y tesón». Y por ello concluyen que si «al inicio pensábamos que iba a ser una tarde mágica, al final nos dimos cuenta de que la magia nos acompaña cada vez que nos reunimos en torno a un libro y nos sumergimos juntos en una aventura».


«Lo que allí vivimos fue una de esas tardes mágicas que perduran en el imaginario colectivo y que entroncan con nuestro pasado y con la esencia de lo que tradicionalmente han sido los cuentacuentos: una transmisión oral de historias que habitualmente se han realizado de abuelos a nietos, alrededor de un fuego, sentados en una cadiera y con el recuerdo de una convivencia intergeneracional vivida en muchos de nuestros hogares y de gratísimo recuerdo, en especial para aquellos que hemos pasado gran parte de nuestra vida en un pueblo», afirman desde el colegio Santa Rosa.