SD HUESCA 0 - GIRONA 1

Aguijonazo para el Huesca cuando más hiere

El Girona marca en el tiempo añadido con un golazo de Jandro. Los catalanes generaron más peligro, aunque el Huesca tuvo sus opciones.

Tariq se fajó con los defensores del Girona. Dio bastante mal y estuvo cerca del gol en la segunda parte con un gran disparo.
Aguijonazo para el Huesca cuando más hiere
JAVIER BLASCO

Duela o no reconocerlo, el Girona fue más equipo, dominó con mayor claridad en algunas fases del partido y dispuso de un buen número de ocasiones para marcar, especialmente en la segunda parte. Que el gol llegase en el tiempo añadido aporta dramatismo a una derrota que, en honor a la verdad, tampoco se puede considerar injusta. Sin perjuicio de que el Huesca, que también tuvo sus opciones, pudo haber variado el signo del encuentro si se hubiera adelantado en el marcador.


Fútbol reposado, lo que es juego de criterio agradecido, vimos muy poco ayer. Si acaso alguien funcionaba con más orden en la distribución de los espacios era el Girona, que se asomaba al peligro con balones largos a Despotovic.


El Huesca andaba falto de patrón. No para la recuperación, porque ahí Sorribas tira de galones de forma extraordinaria, sino para la elaboración del cocido. Con Sastre lesionado y Helguera en la posición de central, la tarea de creación se resiente sobremanera. A poco que el rival achuche con sentido en la presión, la pelota azulgrana se adentra en viajes verticales y precipitados, de conclusión demasiado incierta.


Robar la pelota y salir escopeteados era el único mandato claro que se apreciaba en los hombres de Onésimo. Así llegaron sus empentonas, resumidas en dos acciones en las que Camacho se lo fabricó todo para chutar de puntera con notable veneno, y un par de remates inocentes de Tariq.


A veces la sensación que propiciaba el febril correteo de la pelota resultaba mareante. Tres toques y al contrario. Tres toques y el contrario que la pierde. Y al final, gorrazos de doble sentido para hacer el fútbol insufrible. Nada que objetar a la entrega y a la aplicación. Sí a la falta de poso, al escaso intento de macerar los ingredientes con algo más de calma.


Al borde del descanso, desde una posición franca, Rigo estuvo a punto de marcar gracias al toque de fuerza y clase que imprió con su zurda de privilegio. La pelota le hizo una mueca al palo.


La segunda parte empezó con más ardor si cabe, pero sobre todo con mayor presencia en las áreas. A falta de exquisiteces, que brillen al menos las emociones: Gilvan puso de pie el Alcoraz cuando penetró por la derecha directo hacia el palo. En su mente, el gol que le hizo al Barcelona B, apenas sin ángulo. Pero esas carambolas no abundan.


En el otro campo, Jandro, el jugador más talentoso de su equipo con diferencia, largó una volea brutal que sacó lo mejor de Andrés. Ojo a este guardameta, de amplísimos conceptos y felinas respuestas, que tiene madera de sobra para jugar en Primera.


Llegaron veinte minutos de auténtico baño gerundense. Por las dos bandas se achicaba agua. Así que Onésimo, con buen tino, recompuso un trivote para detener la sangría. Quitó a Gilvan e introdujo a Marcos. Eso le permitió situar a Rigo de central y adelantar la posición de Helguera para torpedear la zona de máxima producción del cuadro catalán, que se sentía muy suelto.


Y la maniobra del técnico pucelano tuvo efectos inmediatos. El juego se niveló y el Huesca reapareció en el partido. Los arranques de Molinero, la brega incansable de Camacho, la inspiración de un Toni hasta entonces muy apagado y los arranques de rabia de Tariq -ayer recambio de un Roberto lesionado y sancionado- consiguieron que la pelota volviese a merodear el área de Santamaría.


Se sintió el gol cerca con un gran disparo de Tariq desde fuera del área. Había probado suerte ya un par de veces de manera timorata. El tercer intento fue un obús desviado de forma magistral por el meta visitante, cuando el estadio comenzaba el abrazo colectivo.


Tariq, de madre española, padre italiano y aspecto árabe, es un futbolista racial que puede ser útil en este equipo, aunque debe manejar con más calma sus brotes de ira con lo que juzga injusto. Como no es Esnáider -aunque recuerda al argentino en la forma de bullir y quedarse la pelota-, tiene que tener cuidado con los colegiados alegres en la dispensa de cartulinas amarillas. En su primer partido como titular, era inevitable compararlo con Roberto: no abarca tantos metros en su entrega, pero tiene una ambición letal que le puede dar réditos. Y, definitivamente, son compatibles.


Cuando parecía que al Girona podría servirle con el empate, llegó una falta de Helguera que Jandro transformó merced a un lanzamiento de antología. Andrés la tocó. Sacarla era una quimera. Derrota dolorosa por las formas, pero que no va a impedir que el Huesca se rehaga a la voz de ya.