PATRIMONIO

Vidriera del siglo XVI busca mecenas

La catedral de Huesca restaura la pieza más antigua de la provincia, pero faltan ayudas para retornarla a su lugar original.

La restauradora Pilar Cano (izquierda) y la historiadora Susana Villacampa con parte de los cristales de la vidriera.
Vidriera del siglo XVI busca mecenas
JAVIER BLASCO

Por primera vez después de casi 500 años, los oscenses van a poder admirar de cerca una de las joyas de su catedral, la vidriera de la Ascensión de Cristo, colocada hasta hace dos meses a 20 metros de altura en la nave crucero. Una subvención de Caja Madrid permitió costear el montaje de un andamio para desmontar la pieza y proceder a su restauración, cifrada en 42.000 euros. El problema es que el dinero se acabado y, de momento, no hay financiación que garantice cuándo se devolverá a su emplazamiento original. Poner otra vez el andamiaje y rehabilitar el ventanal costaría otro tanto.


La vidriera de la Ascensión de Cristo es una pieza de gran valor histórico. Esta y otras que adornaban la catedral se encargaron en el siglo XVI a Francisco Valdivieso nada más acabar la construcción del templo. Según la historiadora del Museo Diocesano Susana Villacampa, en el archivo figuran los libros de fábrica, que permiten concretar el año, 1517, e incluso el mes, abril. Las de la cabecera, la nave central y la fachada han desaparecido -la última, el rosetón central, en 1957, por causas que se desconocen- y solo se conservan las del crucero: el Bautismo de Cristo y la Ascensión.


Están consideradas las más antiguas de la provincia y posiblemente de Aragón, ya que "no hay tradición de vidrieras históricas ni en la Seo, ni en la catedral de Teruel, ni en Tarazona. Por eso las de Huesca son únicas", explica el responsable de Patrimonio de la diócesis, José María Nasarre.


La pieza es circular, con 2,43 metros de diámetro, y está compuesta por nueve paneles -en alguno faltan vidrios- con las imágenes de Cristo, los apóstoles y la virgen. La capilla de San Jerónimo es desde hace unas semanas el improvisado taller utilizado para limpiar los cristales, recomponer la red de plomo y eliminar los añadidos. Según la restauradora Pilar Cano, de la empresa Artyco, la policromía se encuentra bastante bien conservada. "Lo más difícil es quitar añadidos de otras épocas: resinas, silicona, yeso, cristales pegados para tapar agujeros...".


Una vez que concluya este trabajo, dentro de aproximadamente dos meses, se quiere exponerla al público en alguna de las capillas de la catedral. Será una oportunidad única para verla de cerca, hasta que aparezca un mecenas, "o varios", comenta el administrador del cabildo, Julio Va, para volver a elevarla a 20 metros sobre el suelo.