JUICIO DE LA DISCOTECA MANHATAN

"Cuando le he mirado a la cara, me ha dado rabia"

Cinco de los ocho heridos en el accidente rememoraron ayer su pesadilla.

Tres años y medio después de que el destino les cambiara la vida, cinco de los ocho heridos en el atropello de la discoteca Manhattan se encontraron frente a frente ayer con el conductor del vehículo que les arrolló. El resto de lesionados pidió al tribunal eximirse de declarar ya que no recordaban nada del siniestro y querían ahorrarse ese mal trago.

José Antonio Rodríguez, que perdió las dos piernas y la vista por el atropello, llegó a la Audiencia "muy tranquilo". Aseguró no recordar el siniestro, "ni siquiera me acuerdo de cómo es la discoteca porque era la primera vez que iba", señaló. Al ver que no podía aportar nada sobre la causa del accidente, el fiscal y los abogados cortaron las preguntas no sin antes darle las gracias "por venir".

"Tendría que pedir perdón"

A la salida del juicio, José Antonio Rodríguez reconoció que a la hora de declarar "pensaba que lo iba a llevar bien, pero cuando me han llamado me he puesto muy nervioso", dijo. Confesó que pese a estar a unos pocos metros de la persona que le dejó en silla de ruedas, prefirió no dirigirse a él. "Él es el que tendría que hablar para pedir perdón", manifestó.

Miguel Leris tampoco pudo aportar nada sobre el atropello. "Lo último que recuerdo es estar cenando con mis amigos y luego ya despertarme en la UCI lleno de hierros y sin poder moverme", apuntó. Tras la sesión, no obstante, confesó que se había quedado "con las ganas" de decirle al acusado: "Has destrozado la vida de mucha gente". Y reconoció que cuando le miró a la cara y vio que se tapaba con una capucha, sintió "rabia". Por último, dejó claro que el arrepentimiento de Víctor Gómez, "no me vale, llega tarde".

Las otras tres víctimas también prestaron breves declaraciones. Santiago Mainer, que aquella noche estaba esperando un taxi para volver a casa, relató que él también oyó el chirrido de las ruedas, "pero no me dio tiempo de girarme porque ya me atropelló y me tiró al suelo", recordó. Su recuerdo posterior es que "tenía un dolor impresionante y estaba escupiendo cristales". Tampoco le dio tiempo de ver el coche a Fernando Omiste, que ni siquiera lo escuchó llegar, ni a María del Mar Fumanal. "Solo noté el golpe y lo siguiente es que estaba tumbada en el suelo", testificó.