en primera persona

"Yo ya he tenido mi condena, quedarme en silla de ruedas y ciego"

José Antonio Rodríguez, una de las víctimas más graves del atropello, todavía está aprendiendo a andar con prótesis.

"La justicia podrá salir de las leyes, y será más o menos acertada, pero la condena ya nos ha caído a mí y a las demás víctimas. La mía ha sido quedarme en silla de ruedas y ciego, y sin ninguna razón. Ahora le toca al conductor del coche". Son palabras de José Antonio Rodríguez, una de las personas que sufrió peores lesiones en el atropello de la Manhattan. Aquella noche salía con un amigo de la sala para volver a casa, donde le espera su novia, Sara. Antes había estado en un festival de rock en el vecino pueblo de Alerre y era la primera vez que acudía a una discoteca ya que siempre había preferido salir por los bares del Tubo de Huesca.

Lleva ya 1 año y dos meses fuera del hospital, aunque va todas las semanas a rehabilitación en el San Jorge para aprender a andar con prótesis tras amputarle las dos piernas. "Cuando no me pasa una cosa, me pasa otra y avanzo muy despacio. Ahora mismo estoy con tendinitis en la pierna derecha desde hace dos meses y eso me limita", afirma. Y aunque tiene un gran espíritu de superación y los médicos le aseguran que está evolucionado rápido, "ya no me marco plazos". Lo que ya no recuperará es la vista, "porque es irreversible". A ello se une la pérdida de parte de la movilidad del brazo derecho- "Era diestro y ahora soy zurdo obligado", lamenta.

Ocupa su tiempo libre en cursos de lectura y de cuentacuentos, un programa de radio para discapacitados, "y también estoy aprendiendo a manejar el bastón con la silla de ruedas eléctrica".

Lo que más echa en falta es su independencia. "Cuando sales del hospital te das cuenta de la realidad y de que ahora necesito siempre la ayuda de alguien solo para salir de casa", indica. No obstante, valora su evolución: "De ver lo mal que estaba cuando me desperté en la UCI o que no me podía ni duchar solo...".

Otra de las 'zancadillas' que ha tenido que superar ha sido gastarse dinero de su bolsillo para adaptar la VPO que le adjudicó la DGA tras el accidente. "La escritura decía que la casa estaba adaptada pero en realidad solo tenía las puertas anchas. Hemos tenido que rebajar el escalón de la terraza, quitar el pie del lavabo...", critica.

"Las víctimas somos amigos"

José Antonio no duda en reconocer que su ánimo no sería igual sin todo el cariño que ha recibido en este tiempo de su familia, sus amigos y de su compañera Sara, "que ha estado junto a mi desde el primer día". Y admite que "dentro de todo lo malo, lo mejor ha sido la amistad que hemos hecho las víctimas, aunque estos días estamos bajos de moral porque se vuelven a remover los ánimos".

Sobre el juicio, tan solo desea que pase "cuanto antes" y que luego no se alargue en interminables recursos judiciales. "Quiero que se haga justicia", concluye.

R. D. N.