SD HUESCA
La máquina toma forma
La calidad técnica del Huesca se impuso ante un voluntarioso Logroñés. Espectacular zurdazo de Camacho desde fuera del área. Marcó dos goles en solo cuatro minutos.

Ganar un amistoso contra un rival de menor enjundia es una obligación. Logroño aspira a volver a ser alguien en el mundo del fútbol, le falta aún recorrido y sobre todo unidad en su fútbol -dos equipos, uno en Segunda B y otro, el de ayer, en Tercera-, por lo que debe ver con cierta sana envidia al Huesca que ayer cubrió otra etapa en el camino de su preparación. Ayer, fue en La Rioja tras entrenar en El Alcoraz, hoy en Montesusín y mañana a Benasque. Todo un suma y sigue para que Onésimo dé con su mejor once y un fondo de armario dispuesto a saltar desde el inicio cuando el mister lo requiera.
Ayer, se ganó. Lógico y esperado. En estos amistosos poco importa el marcador. Importa más asociarse, tirar bien los fueras de juego, presionar con cabeza, replegarse con orden, ensayar jugadas e ir ganando tensión competitiva. La teoría está bien y el Logroñés tardó siete minutos en hacerla añicos con un gol de Saúl, tras una contra de libro producto de una fallida jugada ensayada del Huesca en el área riojana a la salida de un córner.
Con la carga de trabajo a la que el cuerpo técnico del Huesca somete a su bloque en la pretemporada no es de extrañar que las piernas pesen y las mentes no estén tan despiertas. El Huesca sigue dando pistas de un buen hacer, pero falta ‘matar’ el partido mientras los rivales tienen fuelle. Onésimo sigue inculcando el juego rápido. Mucho toque y con seguridad. No hay sensación de que la pelota queme, y sí de que hay cariño por tocarla con criterio.
En la primera parte, Onésimo dio ayer las bandas a Molinero y Marcos y el centro de la zaga para Helguera y Corona. Sorribas, Camacho, Sastre y Rico en el eje y Óscar Vega y Roberto para cercar la meta rival. Se apostó por el juego de bandas y el toque a la búsqueda del espacio, pero su buen juego moría en el área grande de un equipo riojano, con menos peso en sus piernas y con el guión claro: aguantar, cerrar y a la mínima a la contra.
Onésimo cambió de equipo en la segunda parte. Andrés se metió bajo palos en vez de Cabrero. La banda izquierda se la dio a Robert sacando a Marcos; Sastre dejó su puesto a Bauzá y Óscar Vega su sitio a Gilvan. Los riojanos, también movieron el banquillo para refrescar su once. Era cuestión de tiempo que la calidad técnica del Huesca se impusiera. El Logroñés, encastillado, bastante tenía con defenderse de lo que le caía extramuros. La sillería aguantó seis minutos.
Luego se fue abajo. Gilván abrió la lata con un precioso cabezazo, tras un centro de tiralineas de Rico. El segundo llegó en el 55, a manos de Corona, en una jugada ensayada a la salida de un córner. Camacho firmó los dos siguientes, el primero con un tremendo zurdazo para enseñarlo en las escuelas de fútbol.
Apenas hubo partido ya ante la infinita superioridad del Huesca. Onésimo siguió probando y el canterano Garcés entró por un Helguera -muy protestado- que volvió a ‘pegarse’ con todos.