Tercer Milenio

En colaboración con ITA

SD HUESCA

La libreta de Onésimo

El nuevo entrenador presenta un bagaje en todas las categorías, excepto la Segunda División, que abarca desde su ascenso con el Huesca hasta el fracaso con el Valladolid.

Onésimo Sánchez, que se presentará ante los medios como nuevo entrenador del Huesca el próximo lunes a las 12.00 en la sala de prensa "José Luis Trallero" del Alcoraz, dispone de su primera oportunidad en la categoría de plata. Se trata de un paso intermedio en una carrera todavía breve en los banquillos, pero que ha caminado por los extremos de las mieles y el fracaso. Del ascenso azulgrana a Segunda a la tragedia de dos meses con el Valladolid de toda su vida. 'One' aspira en su nueva etapa a un futuro más confortable y, a poder ser, duradero para asentarse en el fútbol profesional y volver a dar luego otro posible salto.


De su trayectoria como futbolista apenas cabe descubrir nada. Sí, recordar que Onésimo Sánchez González, que cumplirá 42 años el 14 de agosto, se dio a conocer en el Valladolid para desenvolverse posteriormente en Cádiz, Barcelona, Rayo Vallecano, Sevilla, Burgos y Palencia, donde colgó las botas en 2001. De natural regateador, con gol y apodado "chincheta", se quedó con las ganas de debutar con la Selección absoluta. En su palmarés figura tan solo una Copa del Rey con el Barça; siempre perteneció al ala humilde del barrio.


Su curriculum técnico se inicia en uno de sus últimos hogares. Fue director deportivo del Palencia, y bajo su mandato se logró el ascenso a Segunda B. En el ejercicio 2005/06 accedió a entrenar al Valladolid B en la categoría de bronce, con éxito moderado: una décima plaza en su estreno y la permanencia en el segundo año después de jugársela en el "play off" de descenso con el Valencia Mestalla. Desvinculado de los pucelanos, afrontó un año sabático en el que aprovechó para ver mucho fútbol.


En marzo de 2008 recibió la llamada del Huesca, logró el salto de categoría y, a partir de entonces, sus pasos se encaminaron de nuevo al Real Valladolid y a la radio, donde ha ejercido de comentarista hasta ayer mismo, con los partidos del Mundial de Sudáfrica. En Pucela se puso a los mandos del filial a mediados de la 08/09 y en el lugar del destituido Paco de la Fuente. No evitó el descenso a Tercera, pero mejoró la dinámica. La última campaña la había comenzado con un Valladolid B brillante, que pronto se había situado líder, hasta que el cese de Mendilíbar con el primer equipo lo cambió todo.


El pasado 1 de febrero se anunciaba su acceso al banquillo de un Valladolid que solo había ganado tres partidos en veinte jornadas. Urgía cambiar una dinámica desastrosa, con los blanquivioletas antepenúltimos. Onésimo poco pudo hacer en los dos meses de que dispuso. Diez partidos en los que alcanzó los seis puntos, una sola victoria, en Riazor, y derrotas como un 3-0 ante el Xerez o un 0-2 con el Villarreal que precipitó su descenso. Tampoco fue capaz de gobernar un vestuario descompuesto, con acusaciones mutuas, salidas nocturnas antes de los encuentros y futbolistas como Pelé apartados de la disciplina vallisoletana. No fue su culpa.


Siempre claro, Onésimo afirmó entonces que eran un bloque "light", que consideraba lógico su cese o que se iba "con la sensación de que a veces no había sido yo". Pero también dijo que esta frustrante experiencia le había servido "para ser mejor entrenador", y Huesca se presenta como una plaza para desquitarse. A los jugadores del Valladolid, aseguró, "les faltó compromiso y sangre", primer requisito para los azulgrana que aspiren a entrar en sus onces. Si en el Huesca continuó el trabajo de Manolo Villanova, en Zorrilla mostró su querencia por el doble pivote, las bandas como cuchillos y la opción de uno o dos delanteros.