OFICINA DE TURISMO

"¿Dónde se toca la campana de Huesca?"

Cada día llegan decenas de visitantes a conocer la ciudad, pero algunos buscan lo que no hay, ya sea el metro, la playa o la 'costilla' de Loarre.

La Oficina de Turismo de Huesca atiende una media de 250 consultas diarias.
"¿Dónde se toca la campana de Huesca?"
ÁLVARO CALVO

"¿Dónde se puede tocar la Campana de Huesca?". Esta es una de las preguntas a las que se enfrentan con frecuencia los encargados de la Oficina de Turismo de Huesca. Y no es la más curiosa, porque también hay quien pregunta por el horario para visitar los Mallos de Riglos. Estas y otras anécdotas forman parte del día a día de la Oficina, que se creó en 1999 y atiende una media diaria de 250 consultas presenciales, por teléfono o vía e-mail, con picos de 900 en épocas turísticas como verano y Semana Santa.

Cinco personas atienden este servicio que asesora principalmente a visitantes aragoneses, catalanes, madrileños y de Levante, pero también de procedencias más lejanas, como Argentina, Canadá, Egipto, Japón, México, Uruguay y Estados Unidos. Aunque parezca extraño, es rara la semana que no acude algún turista australiano, que sorprendentemente, pese a vivir en las antípodas, frecuentan Huesca y sus alrededores.

Navegar en góndola por la ciudad

De hecho, hubo una época en que llegaron muchas parejas australianas de viaje de novios, posiblemente porque algún touroperador de aquel país incluía Huesca en rutas de luna de miel por España, apunta Sonia Blanco, técnico de Turismo del Ayuntamiento de Huesca. Por cierto, que alguno de ellos llegó algo despistado, pues quiso conocer las playas de esta zona.

Y es que son habituales las dudas de los turistas acerca de los encantos que posee la ciudad. Así, en dos ocasiones han llegado a la Oficina visitantes preguntando por las famosas Casas Colgantes de Cuenca y un turista holandés se interesó por el Puerto Náutico de Huesca. Pero no solo los extranjeros quieren navegar en Huesca, pues un visitante del sur de España llegó a la ciudad convencido de poder dar un paseo en góndola.

Los nombres de los lugares turísticos más conocidos de la zona también se prestan a confusión. "Queríamos visitar el castillo de Monte Dragón (por Montearagón)" o "¿Cómo se llega a la costilla de Loarre (en lugar del castillo)?", son algunas preguntas que tienen que aclarar en la Oficina de Turismo.

Otros visitantes demuestran un gran sentido del humor, como uno que se acercó a preguntar "¿Ya han encontrado el Monte Perdido?" u otro, que tras recorrer Aragón propuso a los encargados de este servicio crear la Ruta Triste, incluyendo el pueblo de Triste en el 'Valle de la Pena', la Depresión del Ebro y los sauces llorones del Parque Miguel Servet de Huesca. Hubo quien planteó un nuevo eslogan para la comarca "No te vayas de la Hoya", al son de "No te vayas de Navarra".

El Casino de Huesca es uno de los edificios que más llaman la atención al visitante y muchos de ellos se muestran extrañados de no poder jugar a la ruleta en él. Los hay que llegan preguntando por cuántas paradas tiene el metro de la ciudad.

Y los más acuden muy interesados en conocer la 'estatua' del famoso 'Tordocop', que se hizo muy popular en la primera gran oleada de estorninos en el parque Miguel Servet, cuando apareció en varios reportajes de la televisión a nivel nacional.

La caseta de información turística que se instaló en la plaza de Navarra y que actualmente está en el parque municipal también era fuente de equívocos, ya que recibía casi a diario a oscenses que preguntaban: "¿En qué número acabó ayer el cupón?" por su parecido estético con los puestos de la ONCE.

De vacas y estriptis

Además, se dan situaciones curiosas en las ferias nacionales a las que acuden los responsables municipales de Turismo. En Tourespaña coincidieron con una encargada de una oficina de turismo de España en el extranjero que se enteró de la historia de las santas oscenses Nunilo y Alodia. En la siguiente feria en la que coincidieron de nuevo, Fitur, ésta les comentó que tanto le había gustado esta historia que le había puesto a su nieta el nombre de Alodia.

"Cada día nos ocurren cosas curiosas, si las apuntásemos todas daría para escribir un libro, porque la verdad es que algunas son muy divertidas", dice Sonia Blanco. "Hay gente que viene a preguntar cosas muy raras y nosotros intentamos ayudar, como un hombre que nos preguntó dónde podía comprar campanas de vacas y otro, un andaluz, que vino a Huesca expresamente a conocer un famoso e inexistente club de estriptis del que le habían hablado mucho", cuenta con humor.