CELTA DE VIGO - SD HUESCA

Una gesta conocida

El triunfo por cero a uno con gol de Jokin Esparza catapultó al equipo hacia la salvación el año pasado. Rodri recuerda una tarde de gloria con Sorribas, en el día en que decidió que debía colgar las botas.

Rodri y Sorribas, abrazados en A Madroa. Fue el último partido del zufariense de azulgrana.
Una gesta conocida
RAFAEL GOBANTES

De Balaídos al cielo. El feudo celtiña ya fue escenario de una gesta el año pasado. El Huesca se había atascado en la Liga y el triunfo con gol de Jokin Esparza, en los últimos minutos y por la escuadra del entonces meta celtiña, Notario, allanó el camino de la permanencia. Fue el último partido de Rodri, que quiso colgar las botas en un estadio con solera y después de firmar un partido estupendo. El mismo protagonista caminaba ayer por las calles de Vigo, pensativo, expectante, feliz. "Fue un día inolvidable. Ahora nos jugamos más aún. Espero que todo salga bien", comentó.


Balaídos fue también la reivindicación de Sorribas, el gran capitán, que el año pasado vivió una campaña dura, de pocos minutos, pero que en Vigo encontró un islote de protagonismo coronado con una victoria épica. Sorribas y Rodri, Rodri y Sorribas, los viejos rockeros, de vuelta en Vigo, donde la memoria se torna amable. De modo más técnico, fue la tarde en que Antonio Calderón apostó de manera definitiva por un solo delantero, golpe táctico con el que el Huesca ha funcionado desde entonces con alguna excepción que otra.


El partido es muy diferente. En aquel entonces debutó Eusebio Sacristán en el banquillo celeste, el mismo entrenador que hoy ya sabe que no continuará la próxima campaña pese a tener contrato. El Celta, además, vive una cierta descomposición con la publicación de algunos nombres ilustres, entre ellos el del capitán Noguerol, que van a salir del club directamente por la puerta de atrás.


"Quizá podamos beneficiarnos de eso, pero al final son once que juegan contra once y nunca se sabe lo que puede pasar", comentó Rodri, a quien se le agolpan los recuerdos cuando pasea cerca del puerto. "Este fue mi último partido. Después le dije a Calderón que no me sacara más, que era mejor dar minutos a otros jugadores".


La sangre del futbolista es traicionera. Uno no acaba de asumir que ya está fuera. "Cuando expulsaron a Gilvan ante el Cádiz me dieron ganas de decir que ahí estaba yo", señaló Rodri, que se moriría por jugar hoy, aunque sabe que eso ya no es posible.


Sorribas también tiene grabada la primavera de Balaídos. "Hacía también muy buen tiempo cuando vinimos el año pasado". El de Abella aprovechó las horas libres hasta la cena para pasear con el balear Lluís Sastre, con el que le une una relación muy estrecha. Ambos quizá compartan también espacio y tiempo sobre un césped que ha conocido tardes mejores.


Vigo también recogió ayer la llegada de los primeros aficionados. Los más madrugadores fueron los de la peña Pim Pom Fuera, con su presidente Francisco Tabueña a la cabeza, que viajaron en avión desde Barcelona. En una céntrica terraza de la capital viguesa aguardaban el paso de los futbolistas. Algunos se pararon a saludar, como el técnico Calderón, y otros pasaron de largo, absortos por su escaso tiempo de ocio.


El ambiente se notaba relajado. Robert y Dorado apuraban sus compras, tranquilos, esperanzados, en una tensa calma que no oculta las ganas de que el balón se ponga a rodar cuanto antes. Son 42 jornadas, una concentración de tres días, y esto se hace muy largo. "Parece que lo tenemos medio hecho pero hay que rematarlo", decía Robert.


La respuesta la tiene Balaídos a partir de las seis. En pocos minutos se verá el empeño que tiene el Celta o no en amargar la tarde azulgrana. La segunda aventura está a punto de coronarse con otro gran éxito.