El brindis de un año mágico

Todos los protagonistas han tenido la oportunidad de expresar sus sentimientos tras la temporada de su vida.

Parece un tópico, pero el compañerismo y el compromiso de los jugadores y técnicos del Club Baloncesto Peñas se ha revelado como una de las claves del ascenso a LEB Oro. Podrá sonar a manido, pero es una verdad absoluta. Sin esos valores de grupo, de poco hubiesen servido la calidad o el rigor técnico. Y las palabras de todos ellos en una noche de celebraciones bien pueden servir para trazar una geografía emocional del Lobe, una historia y muchas razones para explicar los porqués de este logro histórico.

El presidente, José Manuel Rincón; los técnicos, Ángel Navarro y Suso Seoane; los diez jugadores que se desplazaron a Tíjola y Baza, e incluso el fisioterapeuta, Lorenzo Fañanás, aportaron con sus puntos de vista el alcance de lo que se ha obtenido, personal y colectivamente. Para el club y para la capital oscense.

Tras la cena en el Hotel Anabel, y antes de salir de celebración, tuvo lugar un brindis con cava en el que, uno por uno, los protagonistas elaboraron el mensaje que en ese momento les dictara el alma. Alzó la copa Rincón para felicitar "a todos los que han hecho posible este ascenso, a todos los que estamos aquí y nos han seguido". Y recordó que "hay que disfrutarlo porque es algo muy difícil de repetir, no sabemos cuándo volveremos a lograr algo así".

Recogió el guante Navarro. El técnico valenciano se acordaba de "estos más de nueve meses de trabajo casi ininterrumpido que han culminado con el ascenso a Oro. Ahora es momento de disfrutarlo y de darnos cuenta de lo que hemos conseguido entre todos". Y aportó un dato: el Lobe ha ganado el 74 por ciento de los compromisos que ha disputado a costa de no disfrutar de más de cuatro días seguidos de descanso.

Seoane, uno de los más ovacionados, volcaba buena parte del mérito en el trabajo diario, y bromeó con que "al final ha funcionado la defensa en zona que os había dicho", en referencia al cuarto partido de la serie final en Tíjola.

De entre los jugadores, quizá el primero que debía tomar la palabra era el capi, Chus Aranda, quien reconoció que "estos dos años en el club han sido los mejores de toda mi carrera deportiva, me he encontrado muy a gusto y he estado rodeado de gente que se ha ganado a pulso este ascenso". "Chus Norris", como le apodan sus compañeros, pasó la pelota a uno de los más esperados de la noche, Stevie Johnson. Sin atreverse a utilizar el castellano, el MVP de la LEB Plata desplegó un emocionante mensaje: "Estoy muy contento y en este último año me he sentido muy próximo a este club. Además, en las últimas semanas me han arropado con un problema personal. Gracias".

Sí se atrevió a chapurrear algo de nuestro idioma el otro americano de la plantilla, Zack Andrews, quien arrancó su intervención con un esforzado "muchas gracias". En su idioma de cuna alabó la calidad de sus compañeros y la ayuda que ha recibido para adaptarse a la capital oscense. "Somos de oro", añadió.

Aunque apocado de apariencia, Óscar Herrero es uno de los animadores del vestuario. Tras tocar la copa con una cucharilla, se acordaba de que "a finales de agosto no sabía dónde iba a jugar, hasta que recibí la llamada de Ángel para una categoría a la que nunca me había enfrentado".

Asier Zengotitabengoa, otro veterano y alma de la fiesta, ponía énfasis, dentro de su segundo curso con el Peñas, en que "nunca había coincidido en un vestuario con jugadores de tanta calidad. Es un ascenso que nos merecemos el club y la ciudad".

En similares términos se expresaba Salsón, que se perdió los dos últimos partidos por una lesión en el hombro y siempre creyó que ellos eran "capaces de sacar adelante la final, como habían demostrado durante el resto del año".

Álvaro Izquierdo fue otro de los nombres 'rescatados' para este proyecto: "El año pasado estuve perdido en una isla (Gran Canaria) y no me podía imaginar todo lo que iba a conseguir este año con el Peñas". Sergi Pérez, el último en llegar, hacía acopio de éxitos: campeonato, ascenso y Copa, aunque en esta me hubiese gustado participar de no estar en el Hospitalet, un club en el que me sentía vacío a nivel deportivo".

Los dos jugadores oscenses, Jorge Lafuente y Sergio Sistac, se han encontrado con un libro de sabiduría inabarcable en su primer curso con los mayores. "Es mi primer año y he tenido la oportunidad de competir con unos grandes jugadores y de aprender", decía Lafuente, mientras que Sistac se quedaba con que "es un orgullo para un oscense ayudar a que el Peñas regrese al sitio en el que ha de estar". Por último, un desatado Lorenzo Fañanás condensó todo este sentir en cánticos, abrazos y saltos. No se puede decir más con menos.