DEPORTES DE AVENTURA

El Gállego mueve a 80.000 deportistas

El accidente mortal que sufrió una joven gallega practicando rafting el 8 de agosto en Murillo ha abierto el debate sobre el peligro de esta práctica. Las empresas de turismo activo aseguran que hay pocos accidentes, y Protección Civil lo confirma.

De izq. a dcha., los turistas reciben una charla previa sobre seguridad, repartiendo el material necesario y durante un ejercicio de vuelco de la barca antes de iniciar el descenso.
El Gállego mueve a 80.000 deportistas
A. I.

Los guías somos gestores del riesgo en el rafting y controlamos un 99% de la actividad". Así de explícito se muestra Gustavo Ortas, de la empresa UR 2000 de Murillo de Gállego y presidente de la Asociación Gállego Activo que aglutina a todas las firmas de la zona en la que el 8 de agosto perdió la vida una joven gallega en un trágico accidente en el río, "imprevisible" y en el que se dio un cúmulo de fatales casualidades según los expertos. La barca en la que iba con otras seis personas chocó contra una piedra y volcó. Al parecer, la joven -que vestía el equipo completo homologado de neopreno, casco y chaleco salvavidas- se hundió más que el resto de compañeros, fue arrastrada por la corriente y quedó sumergida y atrapada en la cavidad de una gran roca.

 

Fuentes de los servicios de protección civil aragoneses reconocen que apenas se producen accidentes graves en el rafting; en la mayoría de los casos son lesiones leves y las solucionan los propios guías. Personal del parque de bomberos de Ayerbe, el más cercano, comentó respecto al suceso mortal que "era el primer rescate en los dos últimos años en el que hemos tenido que colaborar".

 

De junio a septiembre es la época en las que más turistas se animan a surcar las aguas del Gállego y el Ésera, los dos ríos en los que se practica este deporte en la provincia desde el mes de marzo hasta el puente de Todos los Santos (1 de noviembre). También se desciende el Ara, entre Torla y Broto, aunque allí la temporada es muy corta y se centra en el inicio de la primavera.

Así se baja en el Gállego

Las aguas bravas mueven a 80.000 personas al año solo en el Gállego, un deporte en el que los sucesos mortales de los veinte últimos años se pueden contar con los dedos de una mano y en el que la mayoría de los problemas se dan, sobre todo, bien "por el uso indebido de las palas" bien por lesiones anteriores que se resienten, reconoce Ortas.

 

Además, cabe resaltar que la ley aragonesa que regula la actividad es pionera en España y marca unas pautas concretas a seguir. Entre otras, que todos los guías estén titulados por la Federación Española. Pero también todos los años realizan cursos de reciclaje sobre rescates en aguas bravas y sobre primeros auxilios.

 

¿Pero cómo es una jornada de rafting en el Gállego? Cerca de treinta personas se reunían una tarde de esta misma semana en la puerta de una de estas empresas especializadas con la intención de surcar el Gállego. Allí los recibe uno de los que luego serán sus instructores. Se les da una breve explicación de las instalaciones y lo que allí encontrarán, de la actividad que van a realizar, del material que van a dejarles para ejecutar el descenso -neopreno, casco y chaleco salvavidas- y del tipo de calzado que deben llevar. "Tiene que sujetar el pie, no sirven las chancletas", recalca el guía. También les recomienda no ponerse ropa de algodón bajo el mono neopreno ya que si se moja "os dará mucho más frío".

 

Pero en esta charla previa se les insiste sobre todo en si todos saben nadar y en que si alguno tiene alguna lesión previa o alguna enfermedad por la que precise llevar un medicamento -también cuentan con un botiquín a bordo de la barca- deben comunicarlo antes de salir.

 

Tras enfundarse el neopreno y el casco, un autobús los traslada a la zona de salida, justo al lado de la central hidroeléctrica de Carcavilla. En un remanso de agua, los instructores les dan las recomendaciones básicas de técnica, organización y seguridad para poder disfrutar de la aventura. Comprueban que llevan bien atados los chalecos salvavidas, se les instruye sobre cómo y dónde colocar los pies, cómo deben posicionar el remo cuando no lo utilicen para evitar golpes a los compañeros...

Ya en el agua realizan los ejercicios de prácticas: se rema para adelante, para atrás, se enseña a flotar en el agua, a evitar un vuelco e incluso hay algún monitor que vuelca la barca de manera voluntaria para que los deportistas aprendan a subirse a la balsa de nuevo. Y después, a disfrutar de la aventura surcando las bravas aguas del río Gállego.

 

Durante los veinte años que llevan practicando este deporte, Gustavo Ortas calcula que habrán bajado entre 600.000 y 700.000 personas. En los últimos años, la cifra anual ronda los 80.000. Eso sí, resalta, que en estas dos décadas tan solo se han producido tres accidentes mortales: el del pasado fin de semana, otro similar registrado hace unos años y un tercero en el que falleció un deportista por un golpe en la nuca con una pala.