HUESCA

Riegos del Alto Aragón triplica en 40 años sus hectáreas sin nuevos pantanos

"Si la Confederación Hidrográfica del Ebro apilara todo el papel que ha gastado en estudios y anteproyectos de nuevos embalses, se podría levantar una presa". Esta frase, atribuida a un dirigente de Riegos del Alto Aragón, resume el sentimiento de los regantes ante la interminable sucesión de alternativas para la regulación del Gállego y otros ríos del sistema, que nunca se acaban de traducir en obras.


En los últimos cuarenta años, desde la entrada en funcionamiento del embalse de El Grado, no ha habido nuevas regulaciones importantes, pese a que la intercuenca Gállego-Cinca padece un déficit hídrico calculado en 350 hectómetros cúbicos. Por el contrario, la superficie regable se ha multiplicado por tres. Si en 1971 había 45.000 hectáreas, actualmente se acercan a las 127.000, y en lista de espera hay unas 50.000. De estas, 17.000 hectáreas deben entrar en servicio no más allá de 2010, otras 18.000 corresponden a la expansión de Monegros II, y no hay que olvidar las 8.000 del canal de la Hoya de Huesca y los regadíos sociales previstos en el Plan Nacional.


Para afrontar necesidades presentes y futuras, los sucesivos gobiernos centrales han puesto sobre la mesa una lista de alternativas casi interminable: la ampliación de la Peña, los embalses de Javierrelatre, Anzánigo I y II o el gran Biscarrués, en el cauce del Gállego; el descartado Jánovas, ya en el Ara, o el paralizado proyecto de Susía. A todos ellos se añade la propuesta conocida en los últimos días de ampliar los embalses previstos en Almudévar y en el Alcanadre, que ha sembrado, si cabe, más confusión. Una "borrachera" de hectómetros cúbicos que, lejos de levantar la euforia en un sistema con graves déficits de agua, ha sido recibida con escepticismo.


Pantanos de papel es lo que hasta ahora han recibido los usuarios del mayor sistema de regadío del Estado, que ven pasar estudios, anteproyectos e interminables trámites administrativos, pero no ven obras concretas, mientras la zona regable sigue creciendo.


Una garantía de agua "ridícula"


En esta situación se entiende que Riegos del Alto Aragón haya recibido con frialdad la noticia de nuevos estudios. Su presidente, César Trillo, reitera que "hay que ver si técnicamente son posibles y a qué precio" y reconoce que "van pasando los años y al final la desesperación se va a apoderando de los regantes".


Tras "mucho debate y mucha reunión", dice Trillo, ha quedado de manifiesto que Riegos del Alto Aragón tiene voluntad de llegar a acuerdos, "como ha demostrado con Jánovas y Biscarrués". Por contra, "no se están viendo resultados, y eso nos ha llevado a confiar muy poco en la política hidráulica".


Riegos del Alto Aragón tiene una garantía "ridícula", según su presidente, a excepción de años muy húmedos como el actual. Pero para Trillo, lo más grave es que "esto nos está llevando a una guerra, entre comillas, entre los que están regando y los que esperan regar porque tienen derecho a ello". Pero, advierte, "en tanto en cuanto no haya nuevas obras de regulación, no se pueden hacer nuevos regadíos, porque para repartirnos lo poco que hay..., al final no será viable ni lo que hay no lo que se haga", en alusión a un acuerdo de la asamblea general que condicionó la extensión de la mancha verde a la disponibilidad de más agua regulada.


El presidente de la Comunidad General recuerda que muchas comunidades se están modernizando, con fuertes inversiones de los agricultores y un incremento de costes, sobre todo por el aumento del precio de la energía. "Se le ve poco futuro a este regadío si no somos capaces de incrementar la oferta de agua, como sea".


La construcción de la presa de Biscarrués es "irrenunciable" para los beneficiarios de este sistema. La cuenca del Gállego tiene una escasa reserva de nieve y sus recursos dependen de las grandes avenidas. "Por eso hace falta una regulación en el eje del Gállego, y a partir de ahí, podemos hablar de embalses laterales", dice Trillo.


Él es partidario de dar un margen de confianza a la Confederación Hidrográfica respecto a las nuevas alternativas. La de Almudévar le plantea dudas sobre la resolución técnica y el coste que supondrá para los agricultores. La ampliación del Alcanadre, "todavía me sorprende más", ya que este embalse permitía almacenar 55 hectómetros cerca del acueducto de Pertusa gracias a las aguas del canal del Cinca, que pasa por esta localidad. "Si se quiere aumentar, o tendrá que llenarse con recursos solo del Alcanadre, que no lo va a llenar, o habrá que bombear el agua del Cinca", explica. "No sé si el presidente de la CHE tiene suficiente estudiado el tema, creo que hay mucho todavía que decir y que analizar".


Una sucesión de proyectos


Desde que la ley de 7 de enero de 1915, todavía vigente, dio a Riegos del Alto Aragón el título de aprovechamiento de las aguas de los ríos Gállego, Cinca o Guatizalema, en toda su extensión necesaria para regar las zonas de Sobrarbe, Somontano y Monegros, ha habido al menos cuatro propuestas diferentes de regulación. Ya a principios de los 60 se pensó en una posible ampliación del embalse de la Peña.


La baja capacidad de los embalses de Lanuza y Búbal, con unos 80 hectómetros entre los dos, el 18% de los 460 previstos entonces, unido a la expansión de los regadíos, llevó a que en 1978 Riegos del Alto Aragón planteara a la CHE un estudio sobre la regulación integral de la cuenca. Un estudio de alternativas redactado a principios de los 80 proponía cuatro embalses: Javierrelatre, Anzánigo I y II, la ampliación de la Peña y Biscarrués.


Diez años después se redactó el proyecto de esta última presa para almacenar 192 hm3, que obtuvo declaración de impacto ambiental positiva. En 1992, el Pacto del Agua le daba prioridad y en 2001 se incorporó al Plan Hidrológico Nacional.


Los vientos no eran favorables y la comunidad Riegos del Alto Aragón recibió como un jarro de agua fría el descarte del embalse de Jánovas en 2004. Aunque se planteó como alternativa Susía, con el paso del tiempo este proyecto ha sufrido un parón y ya nadie habla de él.


La última vuelta de tuerca llegó en 2006, cuando la Mesa del Agua planteó nuevas alternativas con una capacidad de regulación de 328 hectómetros. Se descartó el gran Biscarrués para no inundar el núcleo de Erés, y a cambio cinco balsas laterales, dos de las cuales ya están descartadas por su falta de viabilidad, mientras que en las otras se estudia una ampliación.