SAN LORENZO EN HUESCA

¡Viva San Lorenzo!

La población de Huesca superará las 100.000 personas durante el fin de semana laurentino. Los bomberos volverán a remojar este año el chupinazo con 12.000 litros de agua. Cruz Roja y Protección Civil movilizarán un operativo con 65 voluntarios hasta el día 15

El estallido del chupinazo festivo, lanzado desde la balconada del Ayuntamiento de Huesca, ha hecho de la plaza consistorial una olla a presión en la que miles de jóvenes apiñados piel contra piel han celebrado con cantos y bailes el inicio oficial de la semana de las fiestas de San Lorenzo.


Al petardo oficial le ha seguido una ruidosa explosión de alborotos, gritos y de cientos de litros de alcohol lanzados al aire que han convertido la plaza en un vibrante torbellino multicolor que dificultó, como todos los años, la audición del pregón festivo. En la tradicional batalla por hacerse oír antes del chupinazo, la concejala de Fiestas del Consistorio oscense, Teresa Sas, consiguió este año hacerse con la victoria, gracias a un potente equipo de megafonía, y exclamar: "Hagamos de este cohete un símbolo preludio de unas fiestas tan acogedoras como sea posible...¡Viva San Lorenzo!".


En el palacio consistorial se encontraban junto a la edil de Fiestas el presidente aragonés, Marcelino Iglesias, el alcalde de la ciudad, Fernando Elboj, y el presidente de la Confederación Empresarial Oscense, José López Garcés, encargado de disparar el cohete, una decisión muy criticada en algunos de los sectores sociales de la ciudad.

 

Aunque Huesca despertó esta jornada con unas temperaturas bajas, impropias de los rigores africanos sufridos unos días antes, éstas no se notaban en el corazón de la fiesta, en el centro de la plaza consistorial, sobre la que las mangueras de los bomberos dejaron caer cientos de litros de agua para refrescar a los peñistas.


Como siempre, la plaza consistorial sirvió para dar respuesta a un problema matemático de casi imposible solución, ¿cómo lograr introducir a dos o tres mil personas en poco más de media hectárea de terreno?

Durante unos minutos, esa plaza fue el corazón que marcó al unísono el ritmo de la ciudad y el comienzo de unas fiestas que se prolongarán de forma ininterrumpida a lo largo de siete días, con más de 168 actos programados.


Desde primeras horas de la mañana, las calles próximas al palacio consistorial eran un hervidero de jóvenes que aprovecharon la espera para bañarse en vino, harina y huevos y engalanar sus camisetas de un rancio color rojo que, en muchas ocasiones, alcanza al transeúnte o visitante que pasa por la zona.


Camiseta morada (una moda que no gusta a algún munícipe de la ciudad preocupado por la imagen exterior de las Fiestas) y corazón verde se funden en cada rincón de la ciudad para advertir a quien se encuentra en las calles de Huesca de que la ciudad está en fiestas.


Antes del mediodía, hora señalada para la explosión del cohete festivo, la gente ya se congregaba en la plaza, en la que los bomberos de la ciudad, ubicados estratégicamente en una esquina con un camión cuba, derramaron agua en varias ocasiones para evitar que el calor provocara colapsos o desmayos.


Por primera vez en la historia de las fiestas de San Lorenzo, declaradas desde hace pocos años de Interés Nacional, la tecnología permitió que el chupinazo pudiera ser seguido en una pantalla gigante ubicada en la Plaza de Navarra de la capital oscense, centro neurálgico de la ciudad junto a las Cuatro Esquinas.


Unos momentos antes, en el interior del ayuntamiento se desarrolló una recepción protocolaria en la que el presidente aragonés, Marcelino Iglesias, entregó la Parrilla de Oro de la ciudad a título póstumo al fallecido director y fundador del Festival de Cine de Huesca, José María Escriche.


En declaraciones a los medios, Iglesias, ataviado con la tradicional pañoleta verde, aseguró, en relación a la atracción que ejerce la festividad de San Lorenzo, que "Huesca conjuga las raíces con la universalidad, y esto le da una dimensión muy atractiva para la gente de aquí y la de afuera".


Y posteriormente, los más jóvenes y las peñas se dirigieron en peregrinaje festivo hasta el centro de la ciudad al son de las estridentes charangas bajo las cataratas de agua que caían desde los balcones de las casas situadas en la ruta de la cabalgata.


Decenas de miles de personas contemplaron el colorido paso de carrozas, mairalesas y peñas, mientras los más jóvenes exhibían ante las miradas divertidas de niños y mayores sus rotas camisetas rojas, y recuperaban entre sus cantos títulos inmortales como el "Viva España" de Manolo Escobar.


Todo esto ante la mirada atónita y curiosidad casi antropológica de decenas de turistas japoneses (destacables sobre el resto de visitantes de otros países), llegados a la ciudad con sus cámaras para registrar cada instante de lo que sucede.


Chiringuitos, terrazas, charangas, bares y ferias llenan desde hoy y durante siete días la ciudad para distraer con su variada oferta a todos los que deciden vivir la fiesta en la calle, auténtico escenario y termómetro del jolgorio festivo.


En total, según datos dados a conocer por los hosteleros de la ciudad, entre las 9.00 y 11.00 horas de la jornada se sirvieron alrededor de 20.000 almuerzos, mientras que los autobuses transportaron a la ciudad a más de 8.000 personas procedentes de Zaragoza y otras poblaciones de la Comunidad.