Los 5 acusados por la paliza en el Tubo dicen que ni siquiera estaban en el bar

El fiscal pide 11 años de prisión para cada uno de ellos y el pago a la víctima de una indemnización de 600.000 euros.

Los cinco acusados de dar una paliza a un hombre en el bar La Luna de Huesca, que casi le costó la vida, han negado los hechos. En el juicio, que arrancó este martes en la Audiencia, desmintieron su participación en la agresión ocurrida el 21 de julio de 2013 en la zona del Tubo y aseguran que ni siquiera estaban dentro del local sino fumando fuera. "Nos enteramos cuando la gente salió a la calle gritando ‘pelea, pelea’", declararon. Por estos hechos ya se condenó a dos años de libertad vigilada a un menor y ahora se juzga a los cinco adultos a los que se ha podido identificar de un grupo de once personas, captadas por las cámaras en las inmediaciones, todos ellos jóvenes: Juan Bosco O. B., José Enrique G. G., José Ramón G. G., Santos G. G. y Mario G. G. Las acusaciones piden para cada uno de ellos 11 años de prisión por un delito de lesiones, y además reclaman una indemnización conjunta de 662.099 euros.

La primera de las tres sesiones previstas para este juicio apenas duró una hora, ya que básicamente se limitaron a negarlo todo. "No participé en la agresión ni sé quién participó", "Cuando se produjo la pelea estaba fuera", "Habíamos salido a la calle porque no nos gustaba el espectáculo de estriptis", "No vi la pelea", repitieron ante el tribunal. A preguntas de la fiscal, dijeron no saber si eran el único grupo de gitanos que había a esas horas en el establecimiento.

La víctima es Jesús B., un español de origen ecuatoriano, entonces de 43 años, que estuvo un mes en coma, 97 días hospitalizado y tiene una incapacidad permanente. Ni se conocían ni medió discusión. Según el relato del fiscal, en el bar, en la calle Padre Huesca, se celebraba un espectáculo de estriptis masculino que había congregado a muchos clientes. Sobre las 1.15, entró un grupo de jóvenes. "Solían ir en grupo, nunca solos, montando altercados en el bar y molestando a los clientes", toda vez, añade el escrito de conclusiones provisionales, que en esa época ya no estaba al frente el que era su amigo. La Policía relacionó la paliza con una trama de extorsión al actual dueño para espantar a la clientela.

Golpearon a la víctima durante unos minutos con los puños y las piernas en todo el cuerpo, y cuando yacía tirado en el suelo, inconsciente e indefenso, le apalearon dándole fuertes patadas en el tronco y en la cabeza, arrojándole incluso botellas por encima y tratando de tirarle taburetes, aunque los empleados del bar impidieron esto último.

Las tres abogadas de la defensa aseguran que no existe ninguna prueba de culpabilidad. Cristina Dolcet, representante de tres de los acusados, ha señalado que ningún testigo ocular los relaciona con los hechos. Según otra letrada, Carmen Sánchez, "era un local con un aforo de 200 personas lleno hasta arriba y la Policía no identificó a todos los que estaban allí ni tomó declaración a todos los testigos".

Por su parte, Ricardo Orús, de la acusación particular, sí cree que hay pruebas por los testimonios de personas que se encontraban en el interior del bar. "Pruebas hay más que suficientes y tenemos testigos que los reconocieron ante la Policía que este miércoles declararán".

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