Los científicos alertan sobre la creciente presión humana y del cambio climático en los ibones

La red de observatorios Replim mide el impacto del calentamiento global en los lagos del Pirineo. El acceso es libre, a veces facilitado por pistas forestales y en algunos no está prohibido el baño.

Foto de archivo de una campaña de investigadores y técnicos del IPE en el lago Marboré
Los efectos del cambio climático en el Pirineo, medidos en sus ibones y turberas

"Los ibones son como el canario en las minas de carbón, nos avisan de los cambios", afirma Blas Valero, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) y responsable del proyecto Replim (Red de Observatorios de Ecosistemas Sensibles al Cambio Climático en el Pirineo) que desde hace un año mide el estado ecológico de ibones y turberas de todo el macizo montañoso, sometidos a "una situación de creciente presión" por las actividades humanas y de calentamiento global.

La red tiene monitorizados en Aragón, con trampas de sedimento (a 4 m del fondo) y sensores de temperatura (cada 5 m de profundidad), los ibones de Acherito, La Sierra, Sabocos, Marboré, Urdiceto y Cregüeña; y en Baños de Panticosa, Azul y Bachimaña se toman muestras de agua de manera estacional. Están situados a una altitud que oscila entre 1.877 y 2.633 metros, y con profundidades que llegan hasta los 89 m. Pero en todo el conjunto del Pirineo se estudian 40 masas de agua en el marco del proyecto Replim, cofinanciado por la Unión Europea, a través del programa Poctefa, en el que colaboran universidades y organismos científicos de Aragón, Cataluña, País Vasco y Navarra, en España; Nueva Aquitania y Occitania, en Francia; y Andorra.

Blas Valero pidió ayer continuidad para mantener la red de seguimiento a largo plazo, "porque ha sido un gran esfuerzo ponerla en marcha y necesitamos que se mantenga en el tiempo". "Queremos que nos sirva de alerta para seguir el cambio climático y nos ayude a hacer frente a los problemas de gestión de los ibones", añadió. Replim es la primera red que hace este tipo de estudios a escala de todo el Pirineo.

Los científicos darán a conocer los primeros datos en unas jornadas organizadas en Boltaña del 16 al 18 de abril, presentadas ayer en la Diputación, donde también se debatirá sobre su estado actual, con la participación de empresas de turismo activos e hidroeléctricas, asociaciones de montaña y administraciones, ya que los ibones y turberas son un activo económico y social que proporcionan energía, agua, pastos y recursos paisajísticos y turísticos. En este foro se presentarán también los avances del II Informe del Cambio Climático en el Pirineo. El primero estimó un bajada de temperaturas de 0,2 grados, y de 2,5 litros de lluvias, en cada década, desde 1950.

Las montañas son especialmente sensibles al cambio climático y sobre todo los glaciares, comunidades vegetales y lagos. Una prueba de ello es que se ha llegado a detectar trazas de lindano en el de Sabocos (Panticosa), a 1.900 metros de altitud y a 30 kilómetros de Sabiñánigo, donde se almacenan los residuos.

Actualmente, el acceso a los ibones es libre, y en algunos casos facilitados por pistas forestales, muy frecuentadas en verano. Un ejemplo de ello es la Basa de la Mora o ibón de Plan, entre los más visitados y que más sufre el impacto de las actividades turísticas En otros, las mejores defensas son la ubicación por encima de 2.000 metros, sin acceso rodado y con nieve casi permanente. El de Plan no goza de ninguna figura de protección ni está prohibido el baño, a diferencia, por ejemplo, de lo que sucede en los del Parque Nacional de Ordesa o los Parques Naturales de Posets-Maladeta o Los Valles. "Tenemos que conseguir no banalizar estos espacios naturales, que no se vean como piscinas de altura para disfrute en verano", recomendó Ánchel Belmonte, director del Geoparque del Sobrarbe, que colabora en la organización de las jornadas de Boltaña.

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