Un voluntariado para amantes del arte

El Museo Diocesano de Huesca busca colaboradores para recibir a sus visitantes.

Visitantes en el Museo Diocesano de Huesca
Visitantes en el Museo Diocesano de Huesca
Rafael Gobantes

Un amplia sonrisa y muchas ganas son los requisitos principales del programa de voluntariado lanzado desde el Museo Diocesano de Huesca, además, como no, de ciertos conocimientos de lo que guardan las salas que se recorren en sus visitas. Porque estos colaboradores se convierten en los encargados de dar la bienvenida a los turistas a sus instalaciones.  “Ejercen un poco a forma de saludo o de introducción a las visitas, ya que estos voluntarios son los encargados de en el momento de vender la entrada, dan a conocer qué incluye. Con el mapa de las salas del museo delante, muestran qué es lo más destacado en cada una de ellas o lo más representativo de la catedral y de las vistas desde la torre, que son los tres espacios que se recorren”, explica el director del centro, José María Nasarre, que junto a Susana Villacampa son los encargados de realizar la visita guiada una vez los turistas acceden al interior.

“Este servicio se ofrece para aquellos visitantes que llegan por iniciativa propia al museo, que acuden de manera individual o en grupos reducidos, pues las visitas programadas a través de la Oficina de Turismo de la Ciudad, vienen ya con un guía asignado por ellos, de los que se dispone en la oficina municipal”, aclara el responsable del Museo Diocesano.

Estos voluntarios actúan así como informadores, compartiendo aspectos como los horarios de apertura del museo, o el hecho de que la entrada ofrece la posibilidad de regresar por la tarde para terminar con la visita. “Hay mucha gente que igual necesita mucho tiempo para recorrer un museo y no conoce esa posibilidad”, puntualiza Nasarre.

La idea de reclutar a estos voluntarios culturales nació hace ya más de una década, “cuando nos llego la posibilidad de unirnos a una red de colaboradores que partía desde Madrid, y que aglutinaba a los museos diocesanos”, comenta el director del oscense.

Desde entonces, una decena de personas participan activamente de manera diaria con el museo, compartiendo una característica en común, la de “ser personas con muchas inquietudes”, y gran interés por el arte. Aunque a su llegada se les imparte un curso sobre los aspectos y curiosidades que esconde el centro, para que puedan compartirlas también con los visitantes.

Algunos voluntarios como Conchita Elboj, consideran esta presencia en el Museo Diocesano como una parte muy importante de su vida, después de 14 de sus 75 años colaborando con él. En su caso, acude cada miércoles por la mañana para recibir a turistas de todas las partes del mundo. “La verdad es que en todo estos años he conocido a gente de muchos países, desde chinos hasta una familia argentina con una niña pequeña que nos visitaban esta mañana”, comenta esta oscense, en referencia a la mañana de este miércoles.

Porque a Conchita le gusta entablar conversación con los visitantes, conocer los motivos que les han llevado hasta Huesca y recomendarles otros lugares dignos de conocer y restaurantes en los que comer. “Siempre les destaco que somos una ciudad con tres estrellas Michelín”, explica, convertida en toda una embajadora de su ciudad.

En todo este tiempo ha vivido cambios importantes en el museo, pero asegurar mantener intactas sus ganas y su ilusión, que cultiva con frecuencia. “Siempre acudo a todas las charlas y actividades relacionadas con el arte y la cultura”, explica. Y a la hora de aconsejar a nuevos voluntarios, destaca como ingredientes principales para acometer la tarea el entusiasmo, pero también el compromiso. “Al final es una responsabilidad que adquieres, aunque si te gusta no se ve como una obligación”, concluye.

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