Maratón de los Danzantes con 21 bailes en casi cinco horas

El periplo comenzó en la plaza del Mercado, para seguir por el hospital y dos residencias y acabar en el casco antiguo.

En la plaza del Mercado. El danzante de cintas Pedro Albero durante la primera actuación del día, antes de que se sirviera el multitudinario almuerzo que ofrece el comercio.
Maratón de los Danzantes con 21 bailes en casi cinco horas
Rafael Gobantes

Estar de guardia en el hospital San Jorge tenía ayer su premio. Fue el mejor regalo de aniversario. Médicos, enfermeras, auxiliares y el resto de trabajadores hicieron una pausa en su jornada laboral para recibir, por primera vez en sus 50 años de historia, la visita de los Danzantes de Huesca. Las plantas se quedaron vacías, solo permanecieron en ellas los enfermos y un mínimo de personal, y por unos momentos la entrada se pobló de batas blancas para ver los cinco dances y escuchar las pegadizas melodías interpretadas por la Banda de Música.

La agrupación de Danzantes pocas veces se sale del guión que marcan sus actuaciones en San Lorenzo, pero la efemérides valía la pena. Era la ocasión para agradecer "la labor asistencial que hace el hospital por la ciudad y por la provincia", como destacó el mayoral, Pascual Campo. Incluso la meteorología fue favorable y aunque la mañana amaneció fresca, dejó paso a un día soleado.

Con especial sentimiento vivió esta visita Santos Santolaria, pues además de danzante trabaja como médico especialista de Digestivo del San Jorge. "Lo he vivido con mucha emoción", comentó. "El hospital hizo una invitación para que lo incluyéramos en nuestra agenda del día 11, de forma excepcional, y lo aceptamos, por supuesto. El aniversario lo merecía". Allí estaban sus colegas del servicio para verlo. Entre ellos Silvia Estrada. "Soy de Monzón y es la primera vez que veo a los Danzantes de Huesca, y con más motivo porque baila un compañero. No me lo podía perder".

"Es un detalle que la ciudad, y en su representación los Danzantes, se hayan acordado del hospital", comentó la cardióloga Maite Villarroel. "Hemos bajado con el busca, por si hay una urgencia y tenemos que subir corriendo", aclaró.

En primera fila, la directora del San Jorge, Raquel Montoiro, junto a la trabajadora Asunción Lanao, que lanzó el chupinazo de inicio de fiestas. "Es un gran reconocimiento", comentó Montoiro. La anécdota la protagonizó el rapatán, cuando se acercó a las autoridades para decir que echaba en falta la pancarta de la peña del Chupetín, creada por las trabajadoras de la planta de maternidad, que cada año visten de blanco y verde a los bebés nacidos en San Lorenzo.

El hospital fue solo uno de los cinco escenarios que pisaron ayer, en una intensa jornada matinal que empezó a las 9.30 y concluyó pasadas las 14.00. En este tiempo interpretaron hasta 21 bailes. El particular maratón arrancó en la plaza del Mercado, con el multitudinario almuerzo de la Fiesta del Comercio, una de las actuaciones que se repiten cada 11 de agosto, además de acudir a dos centros asistenciales y a un barrio de la ciudad. Solo ocasionalmente, con motivo de algún aniversario, hacen una excepción. El pasado año fue la ermita de Loreto, la cuna de San Lorenzo.

El tour siguió desde la plaza del Mercado y el hospital a las residencias de la Sagrada Familia y Casa Amparo para concluir en la plaza de la Universidad, en el casco antiguo. En los centros asistenciales interpretaron solo tres piezas, en los otros, cinco, "porque si no, no acabamos", comentó un miembro de la agrupación .

Para los mayores, la visita se convirtió en "un día de fiesta", compartido con familiares y trabajadores. "Nos toca cada 3 años y esperan con ansia que llegue el día", señaló la directora de la Sagrada Familia, Úrsula Campos.

"De joven no me lo perdía, iba a verlos a la plaza de San Lorenzo, sin dormir, e incluso los llegué a grabar con la máquina de súper 8", comentaba Pedro Lalueza, residente de la Casa Amparo, que ayer echaba mano del móvil para tomar alguna instantánea.

Y como colofón, parada en la plaza de la Universidad, frente al histórico edificio del Museo de Huesca, donde los Danzantes se dieron otro baño de multitudes. Aunque los signos de cansancio ya eran visibles, se vieron aupados por los aplausos y vítores de casi mil personas, que formaron un círculo en torno a ellos.

Junto a las escaleras del Museo se situaron los integrantes de la Banda de Música, que ejercen de actores secundarios, pero que como en las películas tienen un papel fundamental. Los danzantes descansarán hasta el día 15, cuando vuelvan a salir la ofrenda; pero para los músicos no hay parón. Desde el chupinazo hasta la traca final, tocarán 40 horas.

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