Imanol Sánchez corta la única oreja de la tarde

Imanol Sánchez sorprendió en la corrida del impulso. Daniel Cuevas se estrelló con el mejor lote. Gallo pasó desapercibido y Borja Jiménez demostró lo hecho que está con una notable corrida de Albarreal.

Imanol Sánchez, el protagonista de la tarde taurina en Huesca
Imanol Sánchez corta la única oreja de la tarde
Javier Broto

Cuarta de feria. Algo más de media plaza para la corrida del impulso. Cuatro hombres faltos de contratos buscaban dar motivos para llamar a las puertas. Se colocaron mal para hacer el paseíllo y perdonaron quites de manera incomprensible. Mal.


La tarde se la llevó Imanol Sánchez. Sorprendió. Con un duro invierno a sus espaldas llegaba a Huesca con necesidad. Recibió a su primero con un escalofriante farol y estuvo alegre con el capote. Picó bien Sangüesa e Imanol consiguió transmitir sus ganas a los tendidos en un vibrante tercio de banderillas. Sánchez aún tiene trabajo por delante, pero ha cambiado. Y mucho. Pechó con el peor de la corrida y dió muletazos suaves y templados. Mató de una buena estocada y cortó la única oreja de la tarde.


Con su segundo, se le escapó la puerta grande con los aceros. Sobresaliente el puyazo de Diego Ochoa. Se metió a la plaza en el bolsillo con un gran saludo capotero y un buen tercio de banderillas. Anduvo habilidoso con la muleta. Siempre bien colocado y queriendo hacer las cosas bien, trazó muletazos poco estéticos pero profundos y templados. Se repuso de una voltereta y perdió los trofeos con tres pinchazos y el descabello. Tiene motivos para volver.


Eduardo Gallo dejó escapar la oportunidad y desaprovechó dos buenos toros. Anduvo fino con el capote pero muy desajustado con la muleta. No terminó de acoplarse. Siempre mal colocado. Vulgar y falto de ambición.  Eso es lo que no le falta a Borja Jiménez: ambición. Novillero puntero y relegado a carteles de segunda fila, demostró estar muy hecho y no perdonó en quites. Le faltó chispa a su primer oponente y, aunque pecó de encimista, demostró que anda sobrado y merece más y mejor sitio. Muy por encima del animal, dio una merecida vuelta al ruedo. Con el manso e incierto octavo, lo puso todo y le metió la espada lo mejor que pudo. Poca opción.


Daniel Cuevas merece el respeto del que se viste de luces. Pero ha de ser mutuo. La gente paga. Y no poco. El sainete fue importante. Pasó muchísimo miedo toda la tarde y dejó escapar dos notables toros. Con la espada terminó por enfadar a los tendidos y tras colocar doce pinchazos recibió dos sonoras pitadas. Para replantearse las cosas.

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