Fandi y Roca Rey puntúan en Huesca

El Fandi y Roca Rey cortaron una oreja a cada uno de su lote en una mala corrida de Nuñez de Tarifa. Alejandro Talavante, sin suerte, se fue de vacío.

Una imagen de la corrida de este jueves en Huesca
Fandi y Roca Rey puntúan en Huesca
Javier Broto

Segunda de Feria. Otro duelo más entre Talavante y Roca Rey. Esta vez, con el Fandi de telonero. Una mala corrida de Núñez de Tarifa privó a los tres coletas de salir a hombros. Muy justa de presentación, terciada, lavada de cara y de poca fuerza. Se tiró de rodillas el Fandi para recibir a su primero con dos largas cambiadas y quitó por zapopinas para encender la plaza. Un picotazo y un  tercio de banderillas marca de la casa terminaron con la poca fuerza que le quedaba al animal.


Con la muleta, le recetó una dosis de banderazos y tirones enseñando los tirantes, que culminó con una estocada en lo alto. Oreja. Con su segundo, otra sardina, no cambió mucho la historia. Banderilleó como de costumbre y se ganó el cariño de las peñas a base de torear de rodillas. Oreja con petición de la segunda muy bien aguantada por el palco. Mal su cuadrilla. Abusaron de hacer la rueda y recriminaron a la presidencia la no concesión del segundo apéndice.


Otra historia es Alejandro Talavante. Sin suerte, se fue de vacío. Un elegante recibo capotero a pies juntos, fue su presentación. Bien. Simularon la suerte de varas y el extremeño se fue a los medios. Pulcritud en su faena. Con la muleta dejó pinceladas del torero que es y el momento que atraviesa. Demasiado gusto para tan poco toro. Una pena. Su suerte, no mejoró con el segundo de su lote. Otro burel sin remate y con la embestida descompuesta lo dejó de nuevo sin opción. Con el mentón en el pecho y a pies juntos, una tanda de estatuarios calentó a la gente. Desgraciadamente se enfriaron rápido. De uno en uno, 'el Tala', dió una clase magistral de toreo al natural. Muletazos lentos, hondos. Una preciosidad. Una pena que nadie se enterase. Falló con la tizona y todo terminó en nada.


Roca Rey, demostró el hambre que tiene. Volvió a asustar al miedo. Como viene siendo habitual, se echó el capote a la espalda y quitó por ajustadísimas gaoneras. Con la muleta, estuvo por encima de su primero. De uno en uno, se metió entre los pitones y dejó buenos detalles al natural. Oreja. Lo misma línea siguió con el que cerró plaza. Burraco y estrecho como una tabla, recibió un vergonzoso picotazo en una simulación más del tercio de varas. Al peruano le importó poco. Clavó las zapatillas y se arrimó como un jabato. Pisó terrenos demasiado comprometidos y terminó muy por encima del animal. Consiguió arrancar la oreja y dió un nuevo puñetazo en la mesa.



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