Tella: cuatro casas abiertas y siete ermitas

La localidad del Sobrarbe conmemora los 1.000 años de historia de la ermita más antigua, que forma parte de su popular ruta circular

De izquierda a derecha, Calvera, Pérez, Gállego, Sesé y Campo
De izquierda a derecha, Calvera, Pérez, Gállego, Sesé y Campo
Heraldo

La historia está escrita en las piedras. Las de la ermita de los santos Juan y Pablo, en la localidad de Tella, han sido testigos de los últimos 1.000 años. Es la más antigua de los siete templos de este pueblo donde en invierno apenas hay cuatro casas habitadas. Con motivo del aniversario, las instituciones, el Obispado y una asociación local han preparado un programa conmemorativo que además  tiene la intención de difundir todavía más la ya popular ruta de las ermitas de Tella, un recorrido de poco más de una hora que permite adentrarse en la belleza del románico mientras se disfruta de magníficos paisajes del Pirineo a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

Como curiosidad, la de los santos Juan y pablo es la única del primer románico fechada, ya que la mayoría no concretaban la época de construcción. Su año de consagración figura en la lipsanoteca, el recipiente de madera utilizado para contener pequeñas reliquias donde además se encontró el pergamino que dejaba constancia del cuándo, dónde y quién asistió a la consagración. Entre otros, el entonces obispo Borrell, prelado de Roda de Isábena, junto a una condesa.

Los actos conmemorativos se han presentado este lunes en la Diputación de Huesca, apoyados, además de por esta institución, por el Ayuntamiento de Tella-Sin, la comarca de Sobrarbe, el Museo Diocesano, el Obispado Barbastro-Monzón y la asociación Losa La Campa.

El programa arranca el 13 de octubre y se prolongará hasta el 22 de junio de 2019. Con este motivo se han editado 1.000 marcapáginas, una reproducción del acta de consagración y una maqueta obra del artesano de Nerís Manolo Latre. El acto inaugural, el próximo sábado, incluye una procesión a las 10.30 y una misa presidida por el obispo de Barbastro, Ángel Pérez. A partir de entonces se sucederán las actividades. La primera es el curso ‘Iconografía y simbolismo en el arte románico’, impartido por Antonio García Omedes los días 13, 14 y 15 de noviembre. Le seguirá el ciclo del románico del Museo Diocesano de Barbastro, dedicado este año a Tella con tres conferencias en noviembre; una visita al pueblo, de carácter etnológico, el 29 de diciembre; un café concierto de música medieval el 9 de febrero; un viaje organizado por el Geoparque Sobrarbe-Pirineos que mezcla arte y geología o una observación astronómica en Tella.

El broche final llegará con motivo de la festividad de los santos Juan y Pablo, con una misa en rito hispano-visigodo, que fue con el que se consagró primitivamente el templo.

En la presentación, el alcalde, Feliciano Sesé, se ha referido a las mejoras introducidas en la Ruta de las Ermitas de Tella, así como en los propios edificios, donde se invirtieron 100.000 euros. Un detalle singular es la caja donde se guarda el pergamino de la consagración. La Asociación Losa La Campa hizo tres reproducciones: una está en la ermita, otra en el ayuntamiento y otra en la oficina de turismo que tiene el Parque de Ordesa.

“No es una ermita cualquiera”, ha comentado Enrique Campo, presidente de la comarca, quien ha estado acompañado en la presentación, además de por los citados, por el diputado José Luis Gállego, el responsable de Patrimonio de la diócesos de Barbastro-Monzón, Enrique Calvera, y el obispo, Ángel Pérez.

Calvera se ha referido a su relación con el antiguo obispado de Roda y a su importancia en la historia del románico. Tella, ha comentado, llegó a tener 20 casas, pero la proporción de ermitas demuestra la vivencia que había en la época del hecho religioso. Ha destacado asimismo la gran colección de lipsanotecas del Diocesano de Barbastro, que él explica por “el cierre de tantos pueblos y tantas iglesias”, lo que obligó a su traslado al centro episcopal. “Otros se han perdido por la avaricia”, ha precisado.

Por su parte, el obispo ha dicho que sueña con una diócesis que sea un museo vivo al aire libre. La gran cantidad de patrimonio impide llegar a todo, y en este sentido ha agradecido la labor de las instituciones por conservar estos edificios históricos. Pese a ser una diócesis “pobre y periférica”, según sus palabras, cada año invierte 500.000 euros de sus fondos “para que no se nos caigan”.

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