La cifra de muertos en la montaña de Huesca este año iguala a las víctimas en carretera

Desde enero a septiembre, los equipos de rescate de la Guardia Civil han evacuado a 19 fallecidos, solo uno menos que en todo 2017

Rescate de la última víctima, accidentada el pasado fin de semana en el pico Balaitus
Rescate de la última víctima, accidentada el pasado fin de semana en el pico Balaitus
Guardia Civil

Lo reconocía este martes el consejero de Presidencia de Aragón al informar al término del Consejo de Gobierno de la creación del Observatorio de la Montaña. «Este ha sido un verano bastante movido», decía Vicente Guillén. Y las cifras le dan la razón. Desde el 1 de julio han muerto en la montaña ocho personas, dos más que en el mismo periodo de 2017. Pero además, el cómputo desde el 1 de enero en la provincia de Huesca asciende a 19 fallecidos, casi tantos como en los doce meses de 2017, cuando hubo 20.

Curiosamente en la montaña han muerto este 2018 tantas personas como en las carreteras, pues las víctimas de accidentes de tráfico en la red viaria del Alto Aragón, hasta el 2 de septiembre, también ascienden a 19. Una tendencia que no es nueva, ya que las estadísticas de siniestralidad en el medio natural han ido en aumento y las de los vehículos han descendido.

Los sucesos mortales afectan a todo tipo de actividades, pero se han concentrado especialmente en la alta montaña. El pico de los Infiernos, entre Panticosa y Sallent de Gállego, ha sido escenario de dos accidentes fatales, el último el 23 de agosto, al despeñarse una mujer. Justo un mes antes perdía la vida un hombre al resbalar por un nevero y caer unos 100 metros. También en Sallent de Gállego, en el Balaitus, moría el pasado sábado un montañero al caer 50 metros. La Escupidera, un punto negro en la ascensión a Monte Perdido (Fanlo), le costó la vida a otro que resbaló en la nieve, pese a ir equipado con crampones y piolet. A la lista se añade un escalador cerca del Balcón de Pineta, en Bielsa.

Además, este año han fallecido tres barranquistas, dos hombres y una mujer, desde el inicio de la temporada. Si la persistencia de la nieve ha sido un factor a vigilar en la alta montaña, incluso en verano, en los cañones el peligro ha estado en los fuertes caudales. Y no solo hay víctimas en actividades de riesgo. Otro de los fallecidos es un senderista que resbaló al asomarse a un barranco en una zona de cascadas de Torla.

Asimismo, a principios de año, un joven monitor de esquí de Formigal se vio sorprendido por un alud fuera de pistas. Y dos personas de 47 y 49 años fallecieron por infartos mientras realizaban actividades en la naturaleza. Las nuevas modalidades deportivas también tienen consecuencias fatales, como el salto base, que practican muy pocas personas en el país y que le costó la vida a un vecino de Jaca de 49 años.

Los grupos de rescate incluyen en sus estadísticas no solo a las víctimas de accidentes de montaña sino también a quienes mueren en la montaña, al tener que recuperar sus cuerpos en medios agrestes. A los 19 fallecidos en Huesca, se suma este año otra víctima en Aragón, un senderista en el Moncayo.

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