Los acusados por la paliza en el bar La Luna dicen que ni siquiera estaban en el local

La Fiscalía y la acusación particular piden 11 años de prisión para cada uno y una indemnización de 600.000 euros para la víctima, que quedó incapacitada

Los cinco acusados que desde este martes
Los cinco acusados que desde este martes
Verónica Lacasa

Los cinco acusados de dar una paliza a un hombre en el bar La Luna de Huesca, que casi le costó la vida, han negado los hechos. En el juicio, que se ha iniciado en la mañana de este martes en la Audiencia Provincial, no solo niegan su participación en la agresión, ocurrida el 21 de julio de 2013 en la zona del Tubo, sino que aseguran que ni siquiera estaban en el interior del local cuando se produjeron los hechos. “Nos enteramos cuando la gente salió a la calle gritando ‘pelea, pelea’”, han declarado. Por estos hechos ya se condenó a dos años de libertad vigilada a un menor y ahora se juzga a los cinco adultos a los que se ha podido identificar de un grupo de once personas, captados por las cámaras en las inmediaciones, todos jóvenes: Juan Bosco O. B., José Enrique G. G., José Ramón G. G., Santos G. G. y Mario G. G. Las acusaciones piden para cada uno de ellos 11 años de prisión por un delito de lesiones, y además reclaman una indemnización conjunta de 662.099 euros.

“Entramos a tomar una copa, pero luego salimos a la calle a fumar. Entonces oímos que la gente abandonaba el bar gritando 'pelea, pelea'”. Este ha sido el testimonio coincidente de los cinco acusados, con cuya declaración ha arrancado el juicio, que se prolongará hasta el jueves. La primera sesión apenas duró una hora, ya que básicamente se limitaron a negarlo todo. Uno de ellos solo quiso contestar a preguntas de su abogada. "No participé en la agresión ni sé quién participó", "Cuando se produjo la pelea estaba fuera", "Habíamos salido a la calle porque no nos gustaba el espectáculo de striptease", "No vi la pelea", repitieron ante el tribunal. A preguntas de la fiscal, dijeron no saber si eran el único grupo de gitanos que había a esas horas en el establecimiento.

Los acusados fueron identificados por las cámaras de vigilancia cuando estaban por las calles del Tubo, pero ellos niegan que estuvieran dentro del local en el momento de producirse los hechos y mucho menos que agredieran a Jesús B., un español de origen ecuatoriano, entonces de 43 años, que estuvo un mes en coma, 97 días hospitalizado y tiene una incapacidad permanente. Ni se conocían ni medió discusión.

Según el relato del fiscal, en el bar, en la calle Padre Huesca, se celebraba un espectáculo de ‘striptease’ masculino que había congregado a muchos clientes, la mayoría mujeres. Sobre la 1.15, entró un grupo de jóvenes, algunos menores de edad. En total eran once varones (no todos pudieron ser identificados), que frecuentaban el local, ya que con anterioridad lo había regentado un conocido. "Solían ir en grupo, nunca solos, montando altercados en el bar y molestando a los clientes", toda vez, añade, que en esa época ya no estaba al frente su amigo. La Policía Nacional relacionó en su día la paliza con una trama de extorsión al actual dueño para espantar a la clientela.

La descripción que hace de la agresión, continúa la acusación, evidencia la brutalidad y el ensañamiento. Golpearon a la víctima durante unos minutos con los puños y las piernas en todo el cuerpo, y cuando yacía tirado en el suelo, inconsciente e indefenso, le apalearon dándole fuertes patadas en el tronco y en la cabeza, arrojándole incluso botellas por encima y tratando de tirarle taburetes, aunque los empleados del bar impidieron esto último. Estos separaban a la víctima de un agresor, pero su lugar lo ocupaba otro. Los clientes habían salido huyendo al ver su agresividad. El fiscal habla de abuso de superioridad y de un ataque que califica de «desmesuradamente salvaje».

Sin embargo, las tres abogadas de la defensa aseguran que no existe ninguna prueba de culpabilidad. Cristina Dolcet, representante de tres de los acusados, ha señalado que ningún testigo ocular los relaciona con los hechos. “No tengo claro aún qué es lo que les incrimina. Ni el atestado policial. Hasta el final de procedimiento, a mis representados no se les menciona ni se hace ninguna descripción física. La verdad, no sé qué estamos haciendo aquí”, ha dicho antes del inicio de la vista.

Según otra letrada de la defensa, Carmen Sánchez, “era un local con un aforo de 200 personas lleno hasta arriba y la Policía no identificó a todos los que estaban allí ni tomó declaración a todos los testigos”. “A posterior, vio un grupo de chicos aislado que salía por un callejón, sin ninguna prueba. Meses más tarde dice que ellos eran los partícipes de la agresión. Y no hay ningún testigo que pudiera decir que golpearan a la víctima. Símplemente, estuvieron allí, como 200 personas más”, añadió. El menor que fue condenado, alias ‘Perri’, al que luego se vio con el grupo por la calle, sí fue identificado por un testigo que estaba en el interior del bar.

Por su parte, Ricardo Orús, abogado de la acusación particular, sí cree que hay pruebas por los testimonios de personas que se encontraban en el interior del bar. Para él, está clara la estrategia de los acusados “de negarlo todo”. “Pruebas hay más que suficientes y tenemos testigos que los reconocieron ante la Policía. Vendrán mañana y se aclarará todo”, declaró. Para mañana, miércoles, está citada como testigo la víctima.

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