20 años salvando vidas en la montaña

La primera promoción de sanitarios de rescate empezó a trabajar con el helicóptero de la Guardia Civil en el verano de 1998, como prácticas del curso de especialización. Desde entonces, cada año esta unidad realiza unas 300 intervenciones

José Ramón Morandeira en un rescate en Riglos en 1966.
José Ramón Morandeira en un rescate en Riglos en 1966.
Archivo J. R. Morandeira

Ejercían de médicos y enfermeras en estaciones de esquí, consultas rurales o urgencias hospitalarias, y tenían un denominador común: su amor a la montaña. Cuatro mujeres y 11 hombres consiguieron superar en 1998 el I Curso de Especialización en Medicina de Urgencia en Montaña (Cuemum) para convertirse en los primeros sanitarios de un servicio que ha colocado a Aragón como referente del rescate en España. Han pasado 20 años y la unidad cuenta ahora con 10 médicos y otras tantas enfermeras, que compaginan su trabajo en las emergencias del 061 con las guardias en el hospital San Jorge o en Benasque (en verano), dispuestos para subir al helicóptero de la Guardia Civil y acompañar a los componentes de los Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim). Son, junto a la unidad aérea y los guardias, la tercera pata del rescate. Además de Aragón, solo Asturias, Cantabria, Cataluña y Castilla-León tienen sanitarizado el socorro alpino.

María Antonia Nerín, Chema Fácil y Michel Bernabé son tres de los facultativos de la primera promoción del curso. Ella trabajaba en invierno en la estación de Cerler y de junio a octubre en Benasque y Castejón haciendo sustituciones y refuerzos en el centro de salud. Ya tenía experiencia en el rescate en montaña, pero no de manera profesional. "Antes de la medicalización del rescate, íbamos los sanitarios rurales", cuenta. El sargento Apolonio, del Greim de Benasque, la llamaba cuando había que rescatar a algún herido y colaboraba en competiciones, como el Aneto Extrem o los Campeonatos del Mundo de Parapente de Castejón. Nerín trabaja ahora en Toulouse, Chema Fácil lo tuvo que dejar por un infarto y Michel Bernabé continúa en activo.

En 1996 comenzaron el curso los primeros alumnos, que acabaron sus estudios en septiembre de 1998. Ese verano hicieron sus prácticas integrados con los grupos de la Guardia Civil. Los tres coinciden en que los inicios no fueron nada fáciles. "Empezamos con muchas ganas y con muy buena voluntad, pero en precario. Estuvimos varios meses sin cobrar, jugándonos el pellejo y casi sin material", explica Nerín. "Cubrimos el servicio durante ocho semanas, en julio y agosto. El 1 de agosto de 1999 ya empezó de forma profesional, hasta octubre, a través de un convenio entre el departamento de Sanidad, el Ministerio del Interior y la Federación Aragonesa de Montaña", explica Michel Bernabé. «Ahora todo el mundo tiene asumido que somos necesarios, pero al principio nos miraban con cierto recelo. Hasta cierto punto era normal, porque representaba un cambio. Había que demostrar que te podías mover sin problemas, que nadie te tenía que esperar y que eras autosuficiente. Todo eso ya está superado".

Médicos de rescate en montaña

Chema Fácil era facultativo de Atención Primaria y dejó su trabajo por unas condiciones laborales nada seguras. "Era un médico enamorado de las emergencias, de la medicina de catástrofes, y alpinista toda mi vida. Para mí un trabajo perfecto". La primera angina de pecho le dio a 4.000 metros, acompañando a una expedición de discapacitados psíquicos al Kilimanjaro.

Hace 20 años no existía el sistema de emergencias de Aragón y pasó un tiempo hasta que se integraron en el 061, en la base de Sabiñánigo. Ahora están inmersos en una reestructuración por la que dejarán de tener una sede fija. "Compaginábamos la estancia de guardia en el hospital San Jorge con la uvi, donde veíamos a pacientes críticos y las técnicas que había que emplear en la medicina de emergencia. Poco a poco la situación se fue regularizando, nos compraron ropa de montaña y mejor material médico", explica Chema Fácil.

Por este trabajo no cobraban, ni cobran, plus de peligrosidad, aunque sí están cubiertos por un seguro. Fácil no olvida al primer 'herido en acción', un médico de la primera promoción que sacando a un montañero le cayó encima una gran piedra. Recalca que "no es lo mismo atender en la carretera un accidente de tráfico que en un ambiente hostil, con frío, viento, niebla... Es muy parecido a la medicina de catástrofe: sabes que puedes hacer esto, esto y esto; y en un segundo momento, que puede ser en un refugio, completar la atención". Como sus compañeros, se ha enfrentado a situaciones extremas. No olvidará a unos recién casados enriscados en Peña Telera. El chico saltó a un nevero y cayó en una grieta. Ella seguía arriba y estuvieron toda la noche hablando. "Cuando llegamos, la chica nos dijo: ‘Ha dejado de hablar hace dos horas’. Nos temimos lo peor y al bajar a la grieta vimos que había muerto. Luego había que sacarla y contárselo. Se quedó en shock. Solo quedaba pasarle el brazo por el hombro. Pensé en la angustia de esa mujer toda la noche".

Médicos de rescate en montaña

María Antonia Nerín también ha sido testigo de cómo una sencilla actividad al aire libre o el disfrute de un deporte de riesgo acaba en fatalidad, destrozando a una familia en unos segundos. Recuerda especialmente a un parapentista que cayó y se destrozó una pierna. Al llegar al hospital murió porque tenía lesiones internas. Con él habían viajado a Castejón de Sos su mujer embarazada y su hija.

En estos 20 años, ha mejorado la ropa que los protege del frío y el material médico, pero aún así están condicionados por el peso que pueden transportar. Con un monitor de 8 kilos no se descolgarían en la grúa del helicóptero. Ellos desarrollaron alguna camilla y mochilas de urgencias; y en el seno de la Asociación de Medicina de Montaña José Ramón Morandeira, mentor del servicio, se han desarrollado estudios como los del facultativo Ignacio Soteras, quien demostró que la tasa de mortalidad se redujo en Aragón un 62% desde que los médicos acuden con la Guardia Civil a atender a los heridos, frente al 12% de España.

La formación es otro aspecto importante. El máster que deben superar los prepara para resolver las urgencias médicas en un medio hostil, contando con el material básico, en situaciones de estrés y dominando las técnicas de montaña. No acaba aquí, ya que, además, cada año tienen un periodo de reciclaje con los guardias y los pilotos.

Trabajar como parte del equipo de rescate de la Guardia Civil es un "orgullo", afirma el coordinador de la unidad, Juan Pérez-Nievas. "Gracias a los Greim estamos seguros en la montaña y gracias a la Unidad Aérea de Huesca, seguros en el aire. Somos lo que somos porque formamos un gran equipo", afirma. Para él, las experiencias de este tipo de trabajo, a veces tan arriesgado, favorecen estrechar lazos, "y esto suma para engranar la colaboración entre dos instituciones tan diferentes como el 061 Aragón-Salud y la Guardia Civil", añade. No es sencillo, pero el acuerdo ha permitido mantenerse en primera línea de salida en el rescate en montaña del país.

El 63% de las lesiones se producen en las piernas

El número de intervenciones médicas en la montaña ronda las 300 cada año. En 2003, los médicos salieron con el helicóptero en 285 ocasiones, pero en 2015 fueron activados en 331 (de un total de 388 rescates realizados por la Guardia Civil). Esta fue la cifra más alta de los últimos años, con la única excepción del 2009, cuando participaron en 336 auxilios.

El 40% están relacionadas con el montañismo, un 15% con los barrancos, el 20% con el senderismo, el 6% con la escalada, un 3% con el esquí alpino (las estaciones tienen sus propios servicios médicos) y otro tanto con el esquí de montaña.

La mayoría de las lesiones se deben a traumatismos. El 63% de todas las atendidas entre 2011 y 2017 fueron en extremidades inferiores, y el 12% en las superiores. Le siguen en cuanto a incidencia policontusionados (6%), traumatismos de columna vertebral (5%), politraumatizados (4%), traumatismo craneoencefálico moderado/severo (3%) y con menos de este porcentaje, traumatismos leves en otras partes del cuerpo y lesiones medulares.

José Ramón Morandeira en un rescate en Riglos en 1966.

José Ramón Morandeira (con camiseta roja) en un rescate en Riglos en 1966.

José Ramón Morandeira, el mentor

Si el rescate medicalizado en Aragón tiene un nombre propio es el de José Ramón Morandeira, responsable de la creación en 1996 de los Cursos de Especialización de Medicina de Urgencia en Montaña (Cuemum), fallecido en 2012, a los 67 años, cuando participaba en un congreso de montaña en Viella. Él estaba al frente, en los 60, de los grupos de voluntarios de la Federación Aragonesa de Montaña que atendían a los accidentados. Entonces ya era consciente de la necesidad de profesionalizar el rescate y para ello trabajó con las federaciones española y aragonesa y con la Guardia Civil.

Para Morandeira, tan importante como profesionalizar el socorro era profesionalizar la asistencia sanitaria, de forma que el médico llegara hasta el herido con el objetivo de reducir la mortalidad y las secuelas. No paró hasta conseguir poner en marcha una formación universitaria, para que además de los conocimientos médicos se enseñara al personal a trabajar en las condiciones extremas que impone la montaña. En esta misión colaboraron con él el general de la Guardia Civil Fernando Abós y el director gerente del Servicio Aragonés de Salud, Víctor Longás.

Pero el papel de los sanitarios fue más allá. Un grupo de trabajo e investigación desarrolló varios proyectos, como una mochila de actuación para casos urgentes, la camilla ruralia o la dotación de botiquines en los refugios. Morandeira contó con apoyo de médicos y enfermeros rurales como Guillermo Bernués, Javier Gracia, Pepe Borrel, Antonio Millán, José Luis San Vicente, Isabel Cuenca, Manuel Vazquez, Quique Recio, Chus Puyuelo, Fran Benjumea o la propia María Antonia Nerín.

Precisamente acaba de perder la vida un maestro de rescatistas, Francisco Valero, en un accidente de montaña cuando trabajaba en una misión humanitaria en Nepal con la Fundación José Ramón Morandeira. La Guardia Civil ha mostrado su pesar por el fallecimiento de este hombre, agente de Montaña en la reserva muy querido en Aragón, que murió el pasado viernes.

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