Sijena estudia una demanda millonaria contra la Generalitat por daños a las pinturas murales

El Ayuntamiento se apoya en un informe que cuestiona las motivaciones para arrancarlas y trasladarlas a Cataluña.

El arranque de los frescos. En la imagen, varios operarios trabajan en el arranque de las pinturas de las pinturas, que, según la investigadora, no presentan ningún ahumado, lo que evidencia que nunca llegaron a estar en contacto directo con las llamas derivadas del incendio del verano de 1936.
Sijena estudia una demanda millonaria contra la Generalitat por daños a las pinturas murales
José Gudiol

El Ayuntamiento de Villanueva de Sijena estudia presentar una demanda millonaria contra la Generalitat de Cataluña, a la que acusa del derribo de la techumbre de la sala capitular del cenobio y de causar un daño irreparable sobre las pinturas murales, que continúan expuestas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) a la espera de que se confirme la sentencia que ordena su vuelta a Aragón. Para ello, se apoya en un nuevo informe, que cuestiona el arranque y traslado de los frescos, ya que, según su autora, la profesora de la Universidad de Valencia María Gómez Rodrigo, presentaban un estado "aceptable" y de haberse mantenido en Sijena, "ahora disfrutaríamos de todo su esplendor".

La docente, que es una de las mayores expertas en pinturas quemadas durante la Guerra Civil, afirma que los frescos nunca llegaron a ser objeto de la acción directa del incendio declarado en el verano de 1936, insistiendo en que su arranque y traslado "pudo ser innecesario". A ello, el abogado del Ayuntamiento de Villanueva de Sijena, Jorge Español, suma una variante más, la teoría de que su supuesto deterioro fuera simulado por el técnico enviado al cenobio por la Generalitat de Cataluña, José Gudiol, que llegó con el encargo de conservar las pinturas murales. Dentro del informe, aportado por el propio consistorio, figura una factura que demuestra que el anticuario catalán ordenó y abonó el derribo de la techumbre de la sala capitular del monasterio, lo que, según el letrado, llevó a cabo con el fin de "dar una imagen de mayor desolación" y de este modo, justificar el arranque de las pinturas con la excusa de que fueran preservadas de las inclemencias meteorológicas.

La afirmación contradice el testimonio de José Gudiol, que, según relató, dictaminó esta acción para garantizar la seguridad de los operarios implicados en las labores de arranque de las obras.

El informe de la experta insiste en que el fuego nunca llegó a tocar las pinturas murales. Y lo que es más. También sostiene que "no pudo haber llamas en el interior de la estancia, ya que, de haberse producido, los frescos presentarían una serie de ahumados de los que carecen", señala, basándose en la observación de las imágenes de la época, que fueron realizadas por el propio José Gudiol.

En opinión de Gómez, los frescos "ni están quemados ni ennegrecidos, ya que puede verse con claridad la iconografía de las obras sin enmascaramiento de humo". Ante ello, la profesora, que es natural de Zaragoza, defiende que la sala capitular se salvó del incendio, ya que, de haber ardido o en su caso, haber contenido inmuebles en llamas, las pinturas presentarían una imagen "muy diferente". También descarta que resultaran afectadas por el denominado ‘efecto horno’, es decir, por el calor de las llamas existentes en las estancias anexas, justo lo que defienden otros expertos, que explican que el fuego concentrado en el archivo, situado encima de la sala capitular, podría haber elevado la temperatura de la estancia y en consecuencia, dañar las pinturas.

"Un daño irreparable"

Por otro lado, la profesora, que ha llevado a cabo la restauración de cientos de obras quemadas, también pone en entredicho la intervención de José Gudiol. En primer lugar, Gómez sostiene que el derrumbe de la techumbre fue llevado a cabo sin las medidas de protección adecuada y en su desarrollo, "las pinturas fueron golpeadas y fracturadas por los cascotes, llegando a ocasionar la rotura de alrededor del 30% de los frescos". La técnica de arranque y el traslado fueron "incorrectos, lo que causó el desprendimiento de gran parte de los frescos, y encima, la situación empeoró al llegar al taller de José Gudiol, donde decidió volver a adherirlos con materiales orgánicos, que son irreversibles en un fresco y además, van oscureciendo la superficie tratada con el tiempo, dando lugar a ese color que ahora tienen las pinturas". "El tono actual no es consecuencia del supuesto incendio sino del tratamiento aplicado por Gudiol, que es irreversible y que nos ha privado de la mayor joya de Sijena", señala.

Asimismo, defiende que la vuelta de las pinturas, que ha sido paralizada de forma temporal por la magistrada del caso, a la espera de una confirmación de su sentencia, puede llevarse a cabo "sin ningún riesgo, ya que están pegadas sobre bastidores móviles y ligeros". "No debería haber ninguna dificultad", afirma.

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