El ladrón devuelve la piedra robada en la ermita de San Úrbez

Los propietarios de este pequeño santuario del municipio de Sabiñánigo, de donde desapareció hace un mes, la han encontrado tirada en el suelo

La piedra ya ha vuelto al altar
La piedra ya ha vuelto al altar
A. P.

Por sorpresa y sin previo aviso. La piedra robada en la ermita de San Úrbez de Cerésola, en el valle del Guarga, de gran valor espiritual, cuya sustracción se descubrió hace un mes, ha apareció este sábado. «Agradecemos que quien se la llevó la haya devuelto, porque lo más fácil era tirarla a un barranco», manifestó Antonio Palacín, cuñado del propietario de la ermita y que fue quien la encontró. «Debe ser alguien que le tiene devoción a San Úrbez», añadió, convencido de que la espiritualidad de la piedra ha influido para que rectificara su actitud. «O se sentía incómodo o alguien cercano ha influido para que la retornara», añadió.

La piedra, que pesa alrededor de 4 o 5 kilos y lleva la inscripción ‘San Úrbez ora pro nobis’ (San Úrbez , ruega por nosotros), datada entre los siglos XVIII y XIX, ha vuelto a presidir el altar, junto a la imagen de San Úrbez. Este santo montañero de origen francés es objeto de gran devoción en la provincia. Tiene varias ermitas consagradas a su nombre. Una es la que está enclavada en la pardina de Saliellas (Sabiñánigo), en el pequeño pueblo de Cerésola.

El robo se descubrió hace un mes y se denunció a la Guardia Civil. De él se hicieron eco los medios de comunicación y también se difundió en las redes sociales, reclamando la devolución. Desde entonces no se había sabido nada de su paradero hasta que Palacín ha acudió este sábado a la ermita para limpiar, ya que el 17 de diciembre se celebró una romería. «Iba yo solo, y al subir por el camino he comentado: ‘Mira que si estuviera la piedra...’». Su intuición no falló y la encontró tirada en el suelo, en el interior del edificio. Habían regresado en varias ocasiones y no había aparecido, por lo que la reposición es reciente, quizá también motivada por el revuelo mediático.

El propietario de la pardina, Luis Grasa, no se plantea reforzar la seguridad, comentó su cuñado, «porque siempre ha estado así». Quien la robó se aprovechó del respeto que los visitantes han tenido por el lugar sagrado, que ha permanecido abierto a los devotos del santo.

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