Graus celebra su Fiesta de la Longaniza con una convocatoria de récord

Miles de personas desafiaron al calor y arroparon uno de los actos más populares de la programación estival en Aragón.

Varias voluntarias se encargaron del embutido de la longaniza.
Graus celebra su Fiesta de la Longaniza con una convocatoria de récord
Á. Gayúbar

Su nombre se ha convertido por méritos propios en sinónimo de éxito. Desde su primera convocatoria, hace ahora 26 años, los organizadores de la Fiesta de la Longaniza de Graus supieron dar con la tecla adecuada para convertir esta cita lúdico-gastronómica en un punto de encuentro imprescindible para miles de personas, que año tras año renuevan con su presencia su fidelidad con un certamen que se ha convertido en uno de los más animados del verano aragonés.

Algo que se vio refrendado de nuevo el sábado, cuando casi 8.000 personas se acercaron hasta la villa ribagorzana para participar activamente en esta fiesta, que es una curiosa ceremonia de exaltación del embutido más conocido de la cocina aragonesa.

Y su asistencia se vio acompañada por la cada vez mayor presencia de medios de comunicación de las más variadas procedencias, algo que ejemplifica el enorme poder de resonancia que ha conseguido alcanzar la longaniza y la chacinería grausina con el formidable altavoz de unos festejos. Este año merecían incluso la atención de Canal Cocina, el espacio televisivo temático sobre gastronomía.

El significado y éxito de esta Fiesta de la Longaniza, como recalcaron sus promotores, tiene sentido por la gente que la apoya físicamente. "Esta presencia de tantos visitantes, muchos de los cuales se han hecho centenares de kilómetros para poder estar este sábado con nosotros, es nuestra principal motivación para seguir adelante", señaló Mariano Ciutad, el presidente de la Asociación de Fabricantes de Longaniza de Graus, recordando que él personalmente había conversado con gentes llegadas desde Andalucía, Galicia, la zona levantina, Extremadura, Madrid y de países como Francia, Bélgica u Holanda.

"Pensamos que existen intangibles que hacen de la celebración algo tremendamente lúdico, y no cabe duda de que el reto en mantener el récord Guinness de la parrillada más grande del mundo y el riesgo de que no se consiga por cualquier imponderable ayuda a la expectación despertada", sostuvo Ciutad. También animó a la concurrencia el amplio programa complementario que arropa el acto central del festejo, que contempla actividades como un atractivo mercado artesanal que lleva ya 18 años compartiendo cartel con la Fiesta de la Longaniza, talleres y propuestas lúdicas para los más pequeños o citas que se van añadiendo, como la convocatoria este año de un animado mercadillo del coleccionista.

Mención aparte merece la celebración del Longaniza Fest, un festival gastronómico y musical en torno al embutido y la gastronomía local, que llegó para quedarse en la edición de 2016 y que ha saldado con un rotundo éxito sus dos ediciones con sendas convocatorias las noches del viernes antes de la fiesta y la del mismo sábado, inmediatamente después de finalizar el reparto de la longaniza.

Pero no hay que olvidar que la razón de ser de la fiesta es el proceso de fabricación en directo, el asado de la longaniza más grande del mundo –de más de 1.000 kilos– en una gran parrilla de 25 metros cuadrados y el posterior reparto del embutido entre los asistentes. A la espectacularidad del montaje se le añade la especial calidad de la longaniza grausina, cuyos fabricantes tienen el secreto para conseguir un producto único, de especial calidad y sabor que justifica para muchos su presencia en esta jornada.

Una magia que estalló definitivamente pasadas las 22.00 cuando, solventado con éxito el difícil momento del volteo de la parrilla sobre las brasas para el perfecto asado del embutido, el tastador, o embajador oficial de la longaniza de este año 2017, el empresario, periodista y publicista Ildefonso García Serena, probaba su punto de sabor y de cocción y daba el visto bueno al reparto de la longaniza a los miles de expectantes asistentes que desafiaron el calor de la tarde grausina y el que despedían las ardientes brasas de la hoguera para disfrutar de uno de los más deliciosos productos de la gastronomía aragonesa.

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