La ilusión que viaja a bordo del Canfranero

Benjamín Casanova, maquinista de este tren, lleva 25 años reivindicando que la línea vuelva a ser internacional.

Estación Internacional de Canfranc (Huesca). La imagen, de 1948, muestra el restablecimiento del tráfico ferroviario entre España y Francia.
Estación Internacional de Canfranc (Huesca). La imagen, de 1948, muestra el restablecimiento del tráfico ferroviario entre España y Francia.
Archivo Heraldo

Ha pasado un cuarto de siglo desde que el maquinista Benjamín Casanova se pusiera por primera vez al frente del Canfranero, pero ni sus horarios de partida ni el transcurso del trayecto han variado mucho desde entonces. "Llevamos funcionando así desde la década de los 90. Habrá cambiado algún minuto en las frecuencias, pero el trayecto más largo (Zaragoza-Canfranc) sigue siendo de cuatro horas", señala este ferroviario que es miembro de La Coordinadora por la Reapertura del Ferrocarril Canfranc-Olorón (Crefco).

Como testigo ya veterano del devenir de este tren, Casanova alberga un montón de anécdotas ligadas a la "fascinación" que despierta en la mayoría de los viajeros el transcurso de esta línea que al dejar la Hoya de Huesca discurre "prácticamente entre montañas, al borde del precipicio". Desde que se cerró la conexión internacional en 1970, el perfil del viajero ha cambiado mucho. Hoy quienes viajan en él lo hacen por motivos de turismo y de ocio, para disfrutar del paisaje en las estaciones más favorables, y por trabajo o en busca de aquellos servicios que faltan en los pueblos cuando llega el invierno.

"Entonces -comenta Casanova- podemos ir con tres, cuatro o cinco personas que viven o trabajan en la zona y, sin embargo, ahora en verano hasta Canfranc vamos con 30 o 40 viajeros que suben para sorprenderse con el paisaje y disfrutar", explica este maquinista.

Estación Internacional de Canfranc (Huesca).

La imagen, de 1948, muestra el restablecimiento del tráfico ferroviario entre España y Francia. (Archivo Heraldo)

Un tesoro oculto entre montañas

Casanova relata que el primer sentimiento que despierta en todos los viajeros de fuera la llegada a la Estación Internacional de Canfranc es de sorpresa. "El ver el abandono del edificio es una cosa que casi todo el mundo te comenta; no entienden cómo una línea tan bonita, rodeada de tanto río y bellos paisajes, pueda tener una estación en ese estado. Recuerdo a unos turistas asturianos y andaluces que al llegar a Canfranc se la quedaron mirando un buen rato y dijeron extrañados: ‘¡Cómo pueden tener ustedes un tesoro como este así de abandonado!’", cuenta Casanova.

La ilusión que viaja a bordo del Canfranero

Benjamín Casanova (izda.), François Rebillar (Crelog) y Pedro Navarro (Crefco), en un tramo de la vía entre Olorón y Bedous. (Fotografía: Javier Blasco)

El disfrute de una línea "viva"

En sus más de 37 años como maquinista, este aragonés ha viajado siempre acompañado de una reivindicación que es común a todos aquellos que han visitado alguna vez la zona. Para Benjamín es casi un "sueño" que se mantiene vivo y que viaja con él cada vez que se pone al frente de este tren turístico, independientemente de cuantos viajen en él. "Si hay algo que me gusta de mi trabajo es que voy por la línea que llevo tantos años reivindicando que se haga internacional; para mí supone disfrutar del paisaje y de que la línea siga todavía viva, con la ilusión, la esperanza y la necesidad de que se abra internacionalmente algún día", confiesa este maquinista al subrayar el que antaño fuera el verdadero motivo de su creación.

De esta forma, el 18 de julio es de año en año un día de celebración en este valle pirenaico. Para quienes como él llevan años reclamando la apertura internacional de esta línea, entrar ese día a la estación conduciendo el Canfranero es casi un momento mágico. "Cuando ves allí a tantas personas venidas de diferentes lugares, compruebas que la gente no se olvida de la historia de Canfranc y que más allá de los intereses particulares, hay que reivindicar unidos la apertura de una línea que merece estar abierta", subraya este maquinista.

Después de que hace diez días se anunciara que Bruselas financiará el 50% de un proyecto que prevé la realización de un conjunto de estudios para impulsar la reapertura de la línea, el miembro de Crefco Benjamín Casanova ha apuntado que se tiene "más optimismo que nunca, no solo por la cantidad de dinero que se va a destinar, sino porque demuestra que Europa cree en el Canfranc y en que esta es una línea positiva para el transporte de personas y de mercancías". Además, recalca esperanzado: "el impulso que se le está dando al proyecto nos pone más cerca que nunca de la reapertura".

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