Dos navatas surcan las aguas del Gállego en un descenso arriesgado, veloz y animado

Decenas de personas siguieron el recorrido de siete kilómetros entre Murillo y Santa Eulalia.

Una navata sortea los obstáculos en su descenso por el río Gállego.
Dos navatas surcan las aguas del Gállego en un descenso arriesgado, veloz y animado
Heraldo

El deshielo y la habilidad de quienes las manejaban propiciaron que las dos navatas que el domingo por la mañana surcaron el río Gállego realizaran un descenso rápido y emocionante en algunos de los tramos entre los puentes de Murillo y Santa Eulalia. La bajada se desarrolló ante decenas de personas que animaron y aplaudieron la gesta de los navateros desde la carretera y las playas que jalonan el cauce. La jornada resultó un éxito.

La 15ª edición del popular descenso de navatas del Gállego contó con dos embarcaciones, una de tres trampos y otra de dos que se terminaron de construir el sábado. En la primera de ellas iban nueve personas y en la otra cinco. A las 11.10 salió la de mayor longitud y comenzó la emoción, ya que la zona central se hundió excesivamente en el agua y puso a prueba la habilidad y el equilibrio de sus ocupantes (siete veteranos y dos noveles).

Este año, cada uno de los trampos pesaba una tonelada, lo que se dejó sentir en la flotabilidad de la navata grande y obligó a extremar el cuidado en su manejo para mantener el equilibrio y garantizar la seguridad. Diez minutos después tomó la salida la navata más pequeña.

Las dos embarcaciones superaron bien los dos puntos complicados de un recorrido de siete kilómetros. Para pasar bajo el puente de Murillo echaron mano de pericia, ya que las navatas cogieron gran velocidad al concentrarse la corriente en un canal de agua estrecho. La otra zona peligrosa, conocida como ‘la lavadora’ y con un trazado de curvas y bloques de piedra, también se sorteó con destreza.

En medio del recorrido se hizo una parada para reponer fuerzas con un almuerzo navatero. Después se emprendió el último tramo, con rápidos y una curva complicada en la que fue necesario esquivar la pilona del antiguo puente medieval de Santa Eulalia de Gállego.

Sobre el puente de hierro, decenas de personas recibieron a las embarcaciones y a quienes las guiaron con éxito a su destino.

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