Cómo una alemana fundó un instituto de referencia sobre bioconstrucción en una aldea del Pirineo

En Oncins se encuentra el Instituto Español de Bioconstrucción, un centro que da clase a cientos de alumnos de España y América Latina.

Alumnos del Instituto Español de Bioconstrucción en Oncins.
Alumnos del Instituto Español de Bioconstrucción en Oncins.
IEB

Oncins es un pequeño pueblo en El Sobrarbe con poco más de una decena de habitantes que viven todo el año. Sin embargo, pocos pueblos de su tamaño pueden contar que tienen un centro de estudios de referencia internacional.

En este núcleo perteneciente al Pueyo de Araguás se ubica desde 2009 el Instituto Español de Bioconstrucción, una escuela de posgrado que mediante cursos a distancia ofrece másters homologados de arquitectura sostenible por la Universidad de Lérida y el IBN Neubeuern, su centro matriz, con sede en la ciudad alemana de Rosenheim.

La historia sobre cómo un pueblo de tan pequeño tamaño ha llegado a tener un centro que ya ha formado a más de 370 alumnos en España y América Latina va ligado al sueño de Petra Jebens-Zirkel y de su marido, Alfred Johann Zirkel, delineante e informático que se encarga del soporte web del Instituto para sus clases online.

En 1987, esta pareja de alemanes se trasladaron a Huesca en busca de un sitio en el que trazar su plan de vida. Buscaban un sitio tranquilo y lo más cercano posible a la naturaleza. “Llegamos buscando un sitio en el que nos encontráramos bien y Oncins nos dio la respuesta”, comenta Petra Jebens, arquitecta de formación especializada en bioconstrucción y directora del Instituto que puso en marcha en mitad de los Pirineos.

“Al llegar, construimos nosotros mismos nuestra casa utilizando materiales de la zona, y en 1996, tras formarme en el Instituto de Bioconstrucción alemán, comencé el proyecto para intentar traer a España una delegación”, señala.

Pero, ¿qué es la bioconstrucción?

Los estudiantes que cada año se forman en el máster que se imparte desde Oncins se forman en una forma de entender la arquitectura aún no demasiado instaurada en España. La bioconstrucción basa sus pilares en crear edificios sostenibles con el medio ambiente reduciendo su consumo de energía y sus emisiones, pero también utilizando materiales naturales y propios del entorno.

“En el Pirineo las techumbres hechas con pizarra son un buen ejemplo. Lo que hoy entendemos como bioconstrucción es en realidad lo que ha hecho el hombre durante toda su historia, pero ahora podemos aplicarlo con conocimientos mucho más profundos”, señala Jebens, quien también recalca que los edificios proyectados bajo este sistema suelen tener más en cuenta las orientaciones y sus formas para aprovechar toda la luz y el calor solar, además del cuidado por el uso de materiales no dañinos para la salud. “Durante años hemos estado usando techos de amianto cuando ya había pruebas de que era perjudicial”, comenta al respecto.

En España, aunque no existen demasiados ejemplos de edificios creados en base a la bioconstrucción, sí que se puede encontrar un proyecto de referencia en Zaragoza. Es la sede del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (Circe) de la Universidad de Zaragoza, proyectado por la propia Jebens en 2009, y que fue uno de los primeros edificios que aspiró a conseguir cero emisiones en nuestro país.

Este edificio, ubicado en el Actur, cuenta con paredes pensadas para aislar del frío y del calor recubiertas con termoarcilla, el forjado se hizo de madera y los suelos están cubiertos en gran parte con mármol de Calatorao. A ello se sumó la intención de que el máximo posible de la energía consumida procediera de fuentes renovables o de autoconsumo, además de plantar un jardín alrededor para compensar la huella de carbono.

“El edificio fue muy ambicioso y quedamos contentos, pero es cierto que no se realizó todo lo planificado en el proyecto final. Después, llegó la crisis económica y la bioconstrucción, que apuntaba muy bien, ha tenido cierto parón como todo el sector. Sin embargo, cada vez son más los particulares que prefieren tener una casa de este tipo”, comenta Jebens.

El Instituto de Bioconstrucción realiza además seminarios itinerantes por Aragón y otras zonas de España donde se dan talleres o se reúnen sus alumnos a distancia. Además, gracias a un convenio firmado con Morillo de Tou (antiguo municipio ahora convertido en centro vacacional en Aínsa gestionado por Comisiones Obreras), hay proyectos para erigir ciertas instalaciones de bioconstrucción en este entorno.

Extranjeros que dinamizan entornos rurales

La historia de Jebens y el Instituto de Bioconstrucción no es la única relacionada con extranjeros que, una vez llegados a Aragón, han dinamizado zonas rurales. En Heraldo.es también nos hicimos eco de la iniciativa de Jochum Van Krimpen y Judith Vastenhout, dos holandeses que se asentaron en Perarrúa y que tras fundar una empresa de turismo activo, están trayendo a más de 500 turistas extranjeros al entorno de la comarca. O de Markus Stegherr, otro alemán que fue uno de los primeros en dinamizar la pesca en el entorno del embalse de Mequinenza.

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