"Oí cinco disparos, alguien cayó al suelo y vi cómo arrastraba el cuerpo al maletero"

Después de 14 años y de dos juicios por el crimen de Aler, un testigo revela que vio a Carvajal matar al holandés. El segundo día de la vista con jurado saca a la luz las deudas contraídas por el acusado en su negocio inmobiliario.

Han pasado 14 años y dos juicios, pero el crimen de Aler sigue deparando sorpresas. Un testigo confesó ayer, por primera vez, haber visto al acusado, Walter Jerome Carvajal, dueño de una inmobiliaria, matar al holandés Johan Engel, con el que estaba enfrentado por unas deudas. "Oí cinco disparos y a alguien caer al suelo. Me acerqué y vi a Carvajal arrastrar el cuerpo por los pies y meterlo en el maletero del coche. Con una chaqueta borró las huellas. Llevaba la pistola en la mano", declaró Juan Martínez, propietario de una casa en la aldea de Aler (Graus), donde el acusado almacenaba material de construcción y a la que llevó en su coche al fallecido el 5 de abril de 2003 para ofrecerle grava a cambio de saldar una deuda.

El ambiente entre los dos era tenso, añadió. Él estaba detrás de unos árboles observándolo todo. Martínez había declaró en el juzgado pocas semanas después de los hechos, pero entonces se limitó a explicar que estuvieron unos minutos en su casa y se marcharon. Cuando la abogada de la defensa, Carmen Sánchez, preguntó por qué ahora ofrece otra versión, justificó: "Entonces respondí más brevemente y no me preguntaron tanto". Más sorprendente si cabe es saber que tras presenciar el asesinato no llamó a la Guardia Civil. "Quedé impactado y tenía miedo". Al enterarse horas después del arresto, aclaró, le llamó la atención la rápida resolución del caso.

El de Juan Martínez es uno de los testimonios aportados en la segunda sesión de la vista oral contra Walter Jerome Carvajal, francés afincado en Graus de 64 años, autor confeso del crimen y al que el fiscal acusa de homicidio con alevosía y tenencia ilícita de armas. La vista oral contra él se repite al haber invalidado el Supremo el primer veredicto por no estar suficientemente fundamentado. Pero el del dueño de la casa de Aler no es el único testimonio de cargo que se pudo oír.

"Johan estaba asustado"

Según Dominic Frain, amigo del holandés, este lo llamó por teléfono desde Aler. "Me dijo que Walter llevaba una pistola en el coche y que estaba asustado". Johan Engel, que vivía en una autocaravana y dejó Holanda para iniciar una nueva vida en Graus, le había prestado dinero para sus negocios inmobiliarios. El propio Dominic Frain le reclamaba la paga y señal por la reserva de unos terrenos. Más tarde descubrió, dijo, que el dinero no estaba en el banco y que los propietarios ni siquiera tenían intención de vender. Otras personas de Graus, aseguró, también fueron estafadas por el dueño de la inmobiliaria, entre cuyos planes estaba abrir un prostíbulo en Aler.

Dominic Frain temió por la vida de Engel, se lo contó a su mujer y llamaron a la Guardia Civil. Cuando dos agentes se personaron en Aler ya no había nadie, pero al llegar a Graus fueron a ver a Carvajal. "Le pedimos que nos enseñara el coche y cuando lo inspeccionábamos preguntó que qué buscábamos. Él mismo nos indicó dónde encontrar la pistola", declaró uno de los guardias. Ya en el cuartel, al verificar la autenticidad del arma, se le detuvo. "Le informamos de sus derechos y le indicamos que estaba detenido por tenencia ilícita de armas. Y él nos dijo: ‘Y por homicidio’".

Les confesó que arrojó el cuerpo en medio de un camino de Alfarrás (Lérida), a unos 50 kilómetros. Cuando la Guardia Civil llegó al lugar, se encontró ya a los Mossos d’Esquadra. Había sido alertados por un vecino que descubrió el cadáver. Apareció con el torso desnudo. Según alegó el acusado, se rasgó el jersey al arrastrarlo por el suelo.

Días después, la Policía Judicial se entrevistó en prisión con el acusado. "Nos dijo que había una segunda pistola, sin cargador ni munición, y nos indicó dónde la había tirado, cerca del cuartel de Graus", explicó un agente de la Policía Judicial. En un contenedor junto a la carretera apareció una prenda con manchas de sangre y dos agujeros de bala (algunos disparos no impactaron en el cuerpo).

Para el fiscal, la confesión de Carvajal no resulta decisiva. Lo dijo apoyándose en la opinión del propio agente instructor del caso, quien afirmó en el juicio que la línea de investigación ya estaba clara desde el aviso del amigo de la víctima.

¿En el Caribe o en Gabón?

La vista oral concluirá hoy con la declaración de los peritos forenses y psiquiátricos. A la sesión de ayer asistieron las hijas de Carvajal y de Engel. Ambas eran unas niñas cuando ocurrieron los hechos. Walter Jerome Carvajal estuvo nueve años huido de la justicia. Según él, en la isla caribeña de Guadalupe, desde donde remitió postales a los periodistas, a sus abogados y a los magistrados. Sin embargo, fuentes de su familia revelaron ayer que nunca pasó por Guadalupe y que la mayor parte del tiempo estuvo en Gabón, desde donde podría haber remitido las cartas al Caribe para que desde allí alguien las enviara a España.

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