El festival Nowhere llena el aforo con 2.000 personas de 45 países en Los Monegros

Los promotores de la actividad, de aire ‘hippie’, y las administraciones trabajan para que puedan triplicar su capacidad en cinco años sin abandonar la sierra de Jubierre.

Imagen de los diferentes barrios creados en el paisaje desértico de Monegros.
Imagen de los diferentes barrios creados en el paisaje desértico de Monegros.
Patricia Puértolas

Bajo los principios de autosuficiencia, libertad y cooperación, un total de 2.000 personas de 45 nacionalidades han creado una original y efímera comunidad de aire ‘hippie’ en el desierto de Los Monegros. Allí, hasta el próximo domingo, se desarrolla el festival Nowhere, que cumple 13 ediciones y que desea seguir creciendo. El objetivo es aumentar su capacidad un 30% cada año y en total, llegar en cinco a los 6.000 inscritos.


De hecho, las plazas disponibles se agotaron en tan solo una jornada y por ello, los organizadores llevan varios meses trabajando para cumplir con el mayor de sus anhelos: incrementar su capacidad sin abandonar la sierra de Jubierre. Y es que el lugar es el ideal. Allí, entre otras ventajas, los participantes están en contacto con la naturaleza, gozan de una gran privacidad y además, deben lidiar con la dureza del desierto, lo que ayuda "al objetivo último del festival", tal y como señala una de las más veteranas, Igua, de Zaragoza, al explicar que "las condiciones favorecen el trabajo en equipo y por supuesto, la capacidad de liberar la mente y dejar paso a la creatividad".


Aquí nadie es un mero asistente. Todo el mundo está obligado a formar parte de alguna actividad. Por ejemplo, la función de esta zaragozana es velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad exigidas al festival, entre ellas, la existencia suficiente de extintores o la correcta colocación de los pararrayos. Para crecer, la mayor dificultad está en superar el denominado plan de evacuación, lo que les hizo plantearse un cambio de ubicación y la posibilidad de irse fuera de Aragón. No obstante, las negociaciones parecen ir por el buen camino y de cara a la próxima edición, promotores y administraciones implicadas están trabajando para trasladar el festival a un lugar más amplio dentro de la sierra de Jubierre.


En concreto, se trata de una superficie de 55 hectáreas, de igual belleza y mayor seguridad, según explica la alcaldesa de Castejón de Monegros, Ana Puey, que desea evitar la posible fuga. De hecho, al desarrollarse dentro de su término municipal, el festival deja unos ingresos de 20.000 euros en las arcas municipales y además ayuda a la promoción del territorio. Asimismo, la primera edil se muestra "encantada" con el comportamiento de los participantes, que, al finalizar la actividad, desaparecen sin dejar rastro. Antes de su marcha, su presencia se nota en el conjunto de Los Monegros y en especial, en la cercana localidad de Sariñena. Allí se nutren de todo lo necesario para sobrevivir en mitad de la nada. En total, con un gasto medio de 200 euros por persona, la repercusión económica alcanza los 450.000 euros.


Dentro del festival, el dinero carece de utilidad. De hecho, a excepción del hielo, nada se puede vender o comprar. Aquí todo se mueve por otro principio básico, la dadivosidad, es decir, la capacidad de regalar tiempo y esfuerzo a los demás. De ello, surge un completo programa de actividades, del que forman parte actuaciones musicales, charlas o talleres de yoga, masajes, interpretación o sexualidad. Ahora bien, el rey del festival es la creatividad. De hecho, la actividad pretende ser la versión europea del Burning Man, que tiene lugar en el desierto americano de Nevada y que otorga gran importancia a la creación artística.


Al tratarse de un festival sin ningún afán lucrativo, el dinero de la venta de las entradas se reinvierte y una parte sirve para financiar los proyectos de arte desarrollados por los participantes. Entre otros llama la atención un órgano de grandes dimensiones, construido por un grupo de ingleses, así como un gran templo dedicado a la meditación.


Los inscritos forman parte de alguno de los 33 barrios, que deben ser autosuficientes y en los que se organizan grupos de trabajo. Los españoles rondan el 12%. Hay tres monegrinas. Se estrenan este año y llegan atraídas por su deseo de "conocer de cerca esta actividad". "Teníamos curiosidad y ganas de vivir una experiencia diferente", afirman.

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