"Vi al demonio en ella", justifica el acusado por el crimen de Benabarre

?Contradice la versión inicial de que la agredió porque la mujer no quiso besarlo.

El acusado del crimen de la fotógrafa de Benabarre en el banquillo
El acusado del crimen de la fotógrafa de Benabarre en el banquillo
R. Gobantes

Antonio Belmonte, de 22 años, acusado del asesinato de Consuelo Roig, de 52, ha justificado en su declaración ante el jurado que 'vi cómo el demonio se acercaba, me asusté y le tiré una piedra'. De esta forma ha intentado defenderse de los cargos que pesan contra él. La defensa solicita su ingreso en un centro psiquiátrico porque sufre una grave esquizofrenia paranoide y retraso mental.


Durante el interrogatorio, apenas se entendían sus palabras, que han contradicho la primera versión de los hechos que dio ante la Guardia Civil. Tras ser detenido, manifestó que quiso besar a la mujer, ella se negó y le mordió, que entonces la empujó y cayó por un barranco. Sin embargo, los forenses contradicen la explicación asegurando que la mujer recibió dos golpes mortales en la cabeza uno por la espalda y otro ya en el suelo inconsciente.


Belmonte se desdijo de sus manifestaciones ante la Guardia Civil para mencionar sus alucinaciones al jurado. Preguntado sobre por qué ocultó las pruebas y el cadáver, lo que echaría por tierra una enajenación mental transitoria, dijo: 'La moví un poco porque sangraba mucho y me fui a casa'. Luego volvió al lugar de los hechos y escondió las piedras y tiró la cámara de fotos a una balsa para borrar huellas. 'Estaba mal de la cabeza', añadió el mismo. Reconoció que en Benabarre no tenía amigos y 'todos iban contra mí'.


La mención del demonio no apareció en sus manifestaciones hasta meses después. A la pregunta de la acusación particular sobre si sabía que actuó mal, contestó: 'Sí'


Los guardias civiles que han declarado en el juicio han señalado que no notaron nada extraño en su actitud. Es más, él mismo los condujo hasta donde ocultó las piedras y la cámara. Sospecharon de él porque en el pueblo les dijeron que frecuentaba la escombrera donde ocurrieron los hechos. Cuando lo fueron a buscar, un agente vio cómo escondía las manos. Al pedir que las mostrará observó un mordisco.


La Guardia Civil recuperó las fotos de la cámara. Las tres últimas que hizo se corresponde con la parte del barranco donde apareció el cuerpo y el charco de sangre, distante 10 metros de dónde apareció muerta Consuelo Roig.

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