Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

TESTIMONIO

"Gritaban auxilio pero no se podía bajar"

El enorme estruendo que provocó el autocar de GM al arrancar varios semáforos y señales de cuajo, primero, y precipitarse al vacío, después, sobrecogió a los taxistas que a esa hora aguardaban la llegada de un tren de La Coruña. Su reacción inmediata fue dirigir la mirada hacia la avenida de Soria (antigua A-68), donde aún pudieron ver caer la trasera del autobús. "Nos echamos todos las manos a la cabeza, nos parecía increíble", recordaba sobre las ocho de la mañana uno de estos taxistas.


El hombre salió corriendo hacia el lugar donde se había precipitado el vehículo, pero enseguida se dio cuenta de que el acceso era imposible. "Vimos que estábamos a una altura de nueve o diez metros, y que no había ningún sitio por el que bajar. Incluso me acordé de que llevaba una cuerda en el maletero, pero no me servía para nada", decía. "Nuestra sensación era de absoluta impotencia -apuntaba-, porque vimos que había una persona herida tendida en el suelo, delante del autobús, y que el resto de trabajadores gritaban auxilio".


Los taxistas acudieron rápidamente a avisar a los guardias de seguridad de la intermodal, quienes se encargaron a su vez de dar la voz de alarma. "Parecía que todo estuviera preparado, porque se presentaron enseguida un montón de policías y de ambulancias. Montaron incluso un hospital de campaña en cuestión de minutos", explicaba este testigo.


Algunos de los autobuses de GM que circulaban detrás del siniestrado se detuvieron en la propia avenida de Soria, junto a la barandilla. Y tuvo que ser la Policía Local la que les pidió que continuaran la marcha, porque estaban obstaculizando el tráfico. Enseguida, el trajín de vehículos de urgencias fue constante.