LEY DE DEPENDENCIA

"Estoy perdiendo la esperanza de que nos llegue un apoyo"

La trabajadora social de Épila ya visitó a la familia para decidir qué ayudas podrían obtener. Es el último paso, pero todavía no saben qué prestaciones les concederán ni cuándo.

Después de todo, Amparo Sanjuán es afortunada porque tiene quien la cuide. No una ni dos personas, sino más, porque necesita atención las 24 horas. "Pero, ¿y qué pasa con toda la gente que está sola y que no tiene a nadie?". Es la reflexión, y después, la pregunta que se hace su hija, Inma Salanova, que lleva 11 meses esperando las ayudas que solicitó el primer día que se podría presentar la solicitud: el 24 de abril de 2007. Es una de las primeras solicitantes en Aragón de la Ley de la Dependencia y aún está a la espera.


Inma dice que su madre, después de todo, tiene suerte. Y es que si miraba a su alrededor, cuando HERALDO fue a visitarla a Épila, estaba con su hija, con la cuidadora que la atiende 8 horas, Daniela Oprea, y con la fisioterapeuta, Sonia Gimeno. Pero en realidad, ninguna sabe cuando mira qué es lo que ve.


Amparo Sanjuán solo tiene 52 años, pero hace un año y medio se echó a la cama y a la mañana siguiente ya no podía moverse, ni hablar. Ahora tampoco. Sufrió una parada cardiaca con hipoxia, que le ha provocado una dependencia sobrevenida. Después de unos ocho meses en el Hospital de San Juan de Dios de Zaragoza, a Amparo Sanjuán le dieron el alta en mayo de 2007 mientras su hija, que había tenido que dejar el trabajo, se encargaba de todos los papeleos para solicitar las ayudas. Primero la Ley de la Dependencia y después la declaración de incapacidad, por la que ya cobra una pensión de invalidez, puesto que Amparo trabajaba. Sin embargo, su pensión es insuficiente para todos los gastos que tienen que soportar. La única ayuda exterior que han tenido es la que pueden pagar.


"Estoy perdiendo la esperanza de que nos llegue un apoyo", comenta su hija Inma Salanova, quien no pensaba que las ayudas tardarían tanto tiempo.


Su madre ya ha sido valorada por el equipo técnico, y la han reconocido como gran dependiente, e incluso la trabajadora social de Épila les visitó hace más de un mes para preparar el Plan de Atención Individual (PIA), en el que se deciden las ayudas que se conceden a los pacientes de acuerdo con la familia. "Nos dijeron de meterla en una residencia, pero mi madre no es una abuela, y queremos que esté en su casa. Además, allí los dejan en un sitio y no los mueve nadie, y eso no puede ser. Necesita moverse", comenta Inma. Por ello, están pagando a un fisioterapeuta para que trabaje el movimiento. La especialista Sonia Gimeno explica que no solo es necesario para que sus músculos no se atrofien sino para el funcionamiento del conjunto de su organismo.


A diario, Daniela pasa unos ocho horas con Amparo, mientras su marido trabaja. Después, la tarea es para la familia, que tiene que levantarse varias veces cada noche. "Ahora con la cuidadora estamos mejor pero a veces es desquiciante, esto agota mucho y necesitamos ayuda", indica Inma.