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En busca de Engracia, la gemela desaparecida en la Maternidad

Pilar Ortiz acudió al Archivo de la Maternidad en la Diputación Provincial de Zaragoza para buscar más pistas de su hermana gemela desaparecida en 1948. Se registró su muerte y no fue enterrada. Una madre soltera contó que le robaron a su hija

Pilar Ortiz lee un documento del Archivo de la Maternidad.
En busca de Engracia, la gemela desaparecida en la Maternidad
C. MONCíN

Engracia Ortiz Guerrero sigue desaparecida, como los de Argentina, y quizás tenga 62 años, viva bajo otro nombre y apellidos, e ignore que es gemela de Pilar, nacida 20 minutos antes. Engracia vino al mundo el 4 de febrero de 1948, murió tres días después según un registro, pero no aparece enterrada. Muy extraño, porque ocurrió en la Maternidad abierta, ya que su madre estaba casada cuando dio a luz. No tuvo que dejar a sus hijas en la Inclusa (zona cerrada de la Maternidad) como las solteras, a quienes la sociedad impedía ser madres y conducía a darlos a familias de bien o a sus nodrizas.

Esta semana, Pilar Ortiz y su marido José Luis regresaron al Archivo de la Maternidad, en la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), para comparar los documentos obtenidos fuera con los que se guardan como un tesoro en los sótanos del palacio de Sástago.

Los datos que obtuvieron en el Registro Civil a través de un juez (las seis niñas nacidas en febrero de 1948 en la Inclusa y las 40 madres que dieron a luz otros 42 bebés en la Maternidad abierta) y de los Libros de bautismo fueron examinados uno por uno en el Archivo de la DPZ durante tres días.

Pilar ya localizó a las nacidas en la Inclusa, convenció a varias para hacerse la prueba de ADN y ninguna era su gemela. Dos nacimientos en la parte abierta despertaron sospechas porque una niña fue bautizada en una iglesia zaragozana mientras su madre estaba ingresada todavía, ya que fue intervenida por placenta previa.

Pilar y José Luis no decaen en la batalla de encontrar a Engracia. La responsable del Archivo se entregó esta semana a la búsqueda de rastros de la gemela desaparecida. Incluso acudió al cementerio de La Cartuja (utilizado por los funcionarios de la DPZ y los vecinos del barrio rural), pero su sepelio no consta, como tampoco en Torrero, donde el juez ordenó en la inscrpición del Registro.

"En La Cartuja hay constancia de que si los niños tenían más de 24 horas se identificaban en el entierro, pero Engracia no está", coincide Pilar con la archivera de la DPZ, que visitó hace unos días este camposanto tras la primera consulta que realizó HERALDO.

Entierro 'a comunes', sin pagar

"Mi madre conoció a Engracia y le puso el nombre de su madre. Al decirle que se había muerto, le contaron que se la llevaron a enterrarla 'a comunes', sin pagar ni molestarse en papeles, como le ofrecían. Su ignorancia le llevó a pensar que la sepultaron en una fosa común", recuerda Pilar Ortiz.

Engracia no fue sepultada y además, su madre, Felisa Guerrero, era "pensionada" por la aseguradora La Española. Un documento que Pilar y José Luis encontraron en el Archivo recoge esa condición (señala que "pasa al seguro") y abrió otra línea de investigación al compararla con otra madre que fue dada de alta el mismo día que dio a luz. "Mis padres podían costearse el parto y tenemos una copia del pago", apunta Pilar.

La causa de la muerte de Engracia es genérica ("débil congénito") y se inscribió "por comunicación verbal" del director de la Maternidad, que atestiguaban dos agentes judiciales.

Madre casada e hijo de soltera ¿Entonces, dónde está Engracia si no fue enterrada y se registró como muerta a los tres días de nacer? Su hermana Pilar solo quiere localizarla porque tiene claro que fue vendida a una familia. Su madre nunca lo supo.

"La Maternidad abierta ofrecía hijos recién nacidos. Una monja me contó que vio a una madre procedente de otra provincia, que vino a por un niño tras quitarse una sábana disimulando su embarazo", denuncia Pilar Ortiz.

El expediente personal de Engracia no existe en la DPZ, salvo su mención en tres documentos de la madre. En ellos se apunta su muerte de manera tangencial, con el débito congénito y una cruz.

"De la Maternidad abierta solo temos datos de las madres (las casadas) y en la Inclusa (la parte cerrada de las solteras), los únicos expedientes que quedan son de los hijos adoptados y se protege más a sus familias. Las madres solteras dejaban su DNI en un sobre lacrado y cuando se iban de allí se lo llevaban. Casi no quedan rastros de su identidad, salvo que sus hijos solían quedarse con sus dos apellidos o ellas enviaban a veces cartas preguntando por los hijos. Esos detalles sirven para identificarlas", apunta la archivera.

Pilar Ortiz y su marido José Luis aportan información inédita al Archivo como los 62 nombres de los niños "asilados" en la Inclusa que se encuentran en el censo municipal en 1950 (cuando la Maternidad corrige la dirección del paseo de María Agustín del número 52 al 38) y las madres solteras para cruzar sus datos con los del Archivo, por si algún nombre pudiera ser el que se hubiera podido cambiar al de Engracia.

El Archivo de la Maternidad es un lugar frecuentado por hijos adoptados que buscan a sus madres biológicas. Algunos se enteraron cuando iban al servicio militar y les comunicaron su verdadera identidad cambiada por los adoptantes. La ruptura de la identidad obstaculiza la búsqueda de la verdad para los hijos.

No era la primera vez que la archivera escuchaba un asunto de la venta de niños, aunque nunca le había sorprendido tanto la minuciosa y exhaustiva labor realizada por una familia. En la década de los 60, cuando las madres solteras que daban a luz en la Maternidad, no podían llevarse a sus hijos si no estaban casadas.

Una adoptada localizó a su madre biológica gracias a la información facilitada en el Archivo por la coincidencia de sus dos apellidos (se solían respetar al registrar a los hijos). Cuando se presentaron juntas en el Archivo para recoger los documentos, la madre exclamó: "Me robaron a mi hija para venderla". Otras madres buscaron a sus hijos naturales para conocerlos y ellos se negaron. Engracia no tuvo la opción de conocer a su madre ni a su gemela.