ECONOMÍA SOCIAL

Las 1.500 empresas sociales de Aragón sobreviven a la crisis

El sector ha logrado mantener los puestos de trabajo a pesar de la crisis y da empleo a unos 20.000 aragoneses. Son entidades mercantiles, pero su fin no es generar beneficios, sino mejorar la calidad de vida en sus comunidades.

Una empresa social del Grupo Arcoiris
Una empresa social del Grupo Arcoiris
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Un tercio de los aragoneses tiene un vínculo con alguna empresa social, un sector que no crece pero en el que “se mantiene el empleo” desde que comenzó la crisis, como apunta Marisa Esteve, directora de la Asociación Aragonesa de Empresas de Inserción (AREI).


La economía social genera cerca del 3,5% del PIB de Aragón y unas 1.500 empresas funcionan con esa filosofía en la comunidad, creando cerca de 20.000 puestos de trabajo. “Es una forma diferente de emprender... No se centran en los beneficios, sino en el bienestar de las personas y de su comunidad”, explica Carmen Marcuello, responsable de un grupo de investigación de esa temática en la Universidad de Zaragoza.


Como ejemplo, Marcuello pone al Grupo Arcoiris, en el que participan varias sociedades de la comarca del Matarraña: “Son productores ganaderos que se han unido para poder mejorar su calidad de vida y aportar trabajo y mejoras en su Comarca”.


La Coordinadora Aragonesa de Voluntariado, Cooperativas agroalimentarias de Aragón y la Asociación Aragonesa de Sociedades Laborales son otros ejemplos de entidades que funcionan con esos valores en Aragón, y en ellas hay empresas con más de 200 trabajadores en plantilla.

Nueva plataforma

La investigadora forma parte de la Plataforma Aragonesa Para la Promoción de la Economía Social, que nació hace unas semanas y que tiene como objetivo dar “visibilidad y difundir los logros de las empresas del sector”.


Más de 400.000 personas forman parte de esa iniciativa, ya sea colaborando o formando parte de asociaciones, fundaciones, cooperativas, mutuas o sociedades laborales aragonesas. “En ellas se toman las decisiones entre todos, no solo en tiempos de crisis, sino también en los de bonanza económica. Y no se piensa en el beneficio, se prefiere ganar un poco menos pero que se mantengan los puestos de trabajo”, comenta Marcuello.


AREI también es parte de la Plataforma y en su funcionamiento se ejemplifican algunos de los valores que promueve la economía social: “Ayudamos a personas que están en riesgo o en situación de exclusión. Buscamos que se integren a través del trabajo”, comenta la directora de esa asociación.


Esteve añade que, como todas, la entidad con la que trabaja es de carácter mercantil, porque no puede ser de otra forma. “Lo que cambia es que no hay ánimo de lucro, se reinvierten los beneficios en la propia empresa o se reparten entre los empleados, no van a los accionistas o los que hayan puesto el capital”, afirma.


“Siempre han existido las empresas sociales, lo que se quiere es darles visibilidad y que no se les vea como algo extraño o marginal. Son empresas diferentes a las capitalistas”, comenta Marcuello.

No crecen, pero no caen

Esteve asegura que en 2011, han conseguido ayudar a unas 135 personas, datos similares a los de 2009 y 2010, pero lejanos a los de 2008. “Antes dábamos respuesta en semanas, ahora directamente no podemos ayudar a más”, informa.


Explica que sus función es conseguir un puesto de trabajo a personas en riesgo de exclusión, formarlos y “luego que cambien a un trabajo normal”, para que los puestos vayan rotando. “El mercado está tan saturado, que no pueden dejar el primer trabajo y la rotación se rompe”, dice Esteve.


Sin embargo, asegura que mantener los puestos en los últimos años es un logro, ya que la situación es “muy muy complicada” y es una “verdadera tarea de ingeniería que podamos seguir en los niveles de 2009”.


Apunta además que han buscado ayuda para que la Administración pública les ofrezca puestos para estas personas, pero no han recibido nada.