TRANSICIÓN A OTRA VIDA

Empezar de cero después de la gloria

Viven muy jóvenes las mieles de un éxito ganado a pulso, tras muchas horas de sudor y sacrificios robadas a su niñez y juventud, y cuando acaba el deporte tienen que volver a nacer.

Algunos de los grandes deportistas aragoneses
Empezar de cero después de la gloria
HERALDO

Abandonar la alta competición es como salir de una burbuja en la que todo se resume en dormir, comer, entrenar y cuidarte; donde conoces poco el mundo. Hay que avisar a los deportistas o por lo menos prepararlos porque es un ajuste duro. La transición a otra vida, a otro mundo, es dura». José Miguel Barbany tiene 41 años y durante una década estuvo en lo más alto como triatleta. Entrenaba a diario 10-11 horas para mantener el máximo nivel en natación, carrera a pie y ciclismo. José Miguel fue 100 veces internacional con la selección absoluta de triatlón y tiene un palmarés tremendo en el que se incluyen copas del Mundo y Juegos Olímpicos. Él es un caso un poco atípico porque comenzó en la competición a los 22 años mientras estudiaba Derecho, carrera que abandonó y que intentó después retomarla pero sin éxito. Hoy es director deportivo técnico en el estadio Miralbueno-El Olivar de Zaragoza.


La vida deportiva de José Miguel Barbany fue igual a la de otros muchos en la alta competición que viven por y para el deporte durante los mejores años de la vida. Mientras el resto de jóvenes y adolescentes se centran en divertirse y estudiar, en formarse para el futuro, ellos ya son alguien, llevan años manteniendo una vida muy sacrificada; y cuando todos salen al mundo, comienza para ellos el declive de su vida deportiva o se ven obligados a retirarse y comenzar prácticamente de cero, y en muchos casos con un sabor agridulce.

SIN ALICIENTES


Eva Bes sabe bien cómo es. Comenzó a competir en el tenis a los 15 años, aunque cogió la raqueta mucho antes, a los 8 años, y se retiró de la alta competición con 30. «Lo hice en un buen momento de mi carrera, pero me faltaba motivación», asegura. «No quería abandonarla con mal sabor de boca, algo de lo que ahora me arrepiento porque podría haber aprovechado unos años más, pero la dejé porque había cumplido todos mis objetivos y estaba cansada, saturada de la vida de tenista, tanto viaje, sufrimiento... Además me casé y quería formar una familia». Eva, hoy, con 38 años, coordina las actividades del Real Club de Tenis de Zaragoza.


Sheila Herrero es un caso aparte. Es la deportista más laureada de España: 15 títulos mundiales avalan un palmarés impresionante cargado de campeonatos de Aragón, España, Europa y récords del mundo, dos de ellos aun vigentes. Apenas recuerda cuándo se puso por primera vez unos patines, pero su biografía dice que su primer campeonato lo ganó a los 5 años. Hoy tiene 33 y batalla por encontrar un futuro estable. Es parte del despacho zaragozano Acertius, Suma Capital, dedicado a representación deportiva y asesoramiento a empresas. Sheila lo aguantó todo durante muchos años, entrenamientos en carreteras secundarias, dormir en coches, pero lo peor llegó cuando dejó de disfrutar con los patines. Soportó grandes presiones para que no abandonara y pasó momentos tan dolorosos que le llevaron incluso hasta la anorexia durante año y medio, porque ya no era feliz en un mundo que había sido su vida las 24 horas del día durante 22 años. «Fue muy duro tomar esa decisión, porque el patinaje de competición era mi vida, mi amor; había perdido la ilusión y cuando esto pasa es mejor dejarlo para que te recuerden en lo más alto. Sé que me retiré muy joven, con 27 años, pero era mi momento». «Fue muchísimo más duro y difícil que correr un campeonato del mundo con miles de rivales, pero esta vez sin patines y solo con tu fortaleza».


Las lesiones fueron la pesadilla y la causa de la retirada de Carlos y Roberto García, dos de los mejores atletas aragoneses. Ambos comparten deporte y triunfos y protagonizaron un hecho inédito en la historia del atletismo español al participar dos hermanos en la misma prueba en las Olimpiadas de Atenas, en 2004. Roberto recuerda que se preparaba para los JJOO de Pekín (2008) «pero notaba que no me recuperaba de una lesión en el tendón y cuando me dijeron a comienzos de 2008 que debía operarme me di cuenta de que tenía que tomarme el atletismo con calma. Decidí no operarme». Carlos pasó por un calvario físico similar. «Anuncié mi retirada de manera forzada lastrado por las lesiones que tuve en 2007. Aceptar que ha llegado el momento es difícil, siempre lo es, pero para mí lo fue por una lesión, porque si eres tú quien lo decide es más fácil asimilarlo». Ambos trabajan hoy en Adidas.

DEMASIADO PRONTO


Las alumnas de gimnasia rítmica de Esther Domínguez tienen una edad similar a la suya cuando estaba en lo más alto. Esther se inició en la gimnasia rítmica a los 7 años, a los 8 formaba parte del Club escuela Gimnasia Rítmica de Zaragoza, a los 13 era internacional y a los 14 vivía en Madrid para entrenarse con la selección nacional. Siete veces campeona de España, consiguió un '10' para la gimnasia española del Campeonato de Europa celebrado en Zaragoza, en 2000, antes de Sidney. Todo demasiado pronto. Como las lesiones. Esther se duele de un mal diagnóstico por la fractura de una costilla en los entrenamientos previos al Europeo de 2001, «y aún estoy esperando que alguien se disculpe. En la alta competición hay intereses que se escapan al deportista. Después de las Olimpiadas estuve varios meses sin entrenadora. Pasé por una serie de cosas que hicieron que abandonara la gimnasia más por cansancio psicológico que físico. Tenía 21 años y toda la vida por delante». Hoy da clases en varios colegios en Madrid.


La última competición internacional de Jorge Sánchez como nadador fueros las Olimpiadas de Atenas (2004), después de 23 años nadando y de haber entrado en la alta competición en el campeonato de Europa de 1997. Antes, demostró en la piscina su poder: fue 28 veces campeón individual absoluto de España en un extenso palmarés. Esa madurez le hizo tener claro que de la natación como tal no iba a vivir por lo que mientras competía estudió Magisterio de Educación Física. A sus 34 años ha comenzado a dar clases en un colegio de Zaragoza después de estar durante años como director técnico de natación del Stadium Casablanca.


A David Cañada, de 36 años, le retiró del ciclismo un melanoma que le fue diagnosticado y extirpado en 2007 en la espalda y que derivó en una metástasis a los ganglios axiales. El tratamiento oncológico duró un año, «y aquello aceleró mi retirada, en 2009. Durante todo ese tiempo que duró me fui haciendo a la idea. Me costó, porque ya estaba recuperado, pero entonces tocaba hacer otra cosa. Es un cambio muy brusco. Es cambiar de profesión». A pesar de la dura vida que durante años llevó como ciclista, con interminables entrenamientos y horas de gimnasio, David tuvo claro que tenía que planificar su futuro y comenzó, aún en activo, la carrera de Fisioterapia. «Los primeros años los vives con toda la ilusión de la juventud, pero después vas madurando y te das cuenta de que todo tiene un final y tienes también tiempo para estudiar. Yo tenía aprobada la selectividad pero no me llegaba la nota así que después hice un curso para mayores de 25 años». Hoy trabaja como fisioterapeuta y va a abrir un centro con su mujer en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) donde vive.


Los hermanos García también tuvieron claro que había que pensar en el futuro. Carlos compaginó su carrera como atleta con la carrera de Derecho e incluso al terminarla estuvo trabajando un tiempo en un despacho de abogados de Zaragoza. «Si te esfuerzas puedes compaginar ambas cosas, aunque es difícil porque cuando eres joven y ganas medallas cuesta pensar en el largo plazo. Los deportistas vivimos en una burbuja que explota tan pronto como te retiras y te ves con 30-31 años buscando trabajo. Yo, con 34, me encontré que tenía que empezar de cero». Roberto estudió Empresariales y reconoce que tuvo un golpe de suerte, «porque conseguí una beca para un master del COI muy prestigioso, el MBA in Sports Managemenet, que te permite especializarte en márquetin y comunicación en el mundo del deporte».


Jorge Sánchez denuncia que se piensa muy poco en el después de los deportistas, «es muy bonito cuando llevas una medalla y entonces todo el mundo te felicita, se hacen la foto. En Francia haber ido a los Juegos Olímpicos en natación o atletismo se valora mucho y conlleva un trabajo seguro en multinacionales.


Ven que si eres capaz de estar 7 horas mirando una raya puedes hacer lo que sea. Tienes la fuerza psicológica necesaria para hacer otro trabajo más divertido y ameno. Esa filosofía aquí en España no existe y creo que todavía menos en Aragón».

Eso mismo cree Eva Bes, quien se sintió abandonada por su federación tras su retirada. «Pensé que cuando lo hiciera se me abrirían muchas puertas y no fue así, te lo tienes que seguir ganando y te ponen muchas zancadillas. No hay ningún tipo de ayuda para ex deportistas y creo que deberían hacer algo por nosotros, porque nos hemos sacrificado mucho y cuando nos retiramos vemos que tenemos que empezar de cero». Eva no planificó su futuro, «porque no podía, estaba cuarenta semanas al año fuera de casa», aunque reconoce que con el tenis ha tenido suerte porque se gana dinero.


Tampoco lo hizo Esther Domínguez, pero «siempre pensé que no tenía que dejar los estudios y que debía seguir con mi formación». Ella misma se pagó sus estudios de BUP y COU en Madrid y aprobó la selectividad justo antes de ir a las Olimpiadas de Sidney, en 2000. Cuando se retiró en 2001 estudió entonces Periodismo. A Esther le parece muy duro ese momento en el que dejas una vida que lo ha sido todo, muy intensa, de entrenamientos de 8 o 10 horas diarias. «Te encuentras perdido y te puedes volver loco porque te preguntas constantemente qué es lo que te mueve la vida en ese momento». Sin embargo, no cree que los ex deportistas tengan que tener todas las puertas abiertas, «cuando me fui de la gimnasia me quería desvincular de la alta competición radicalmente. Necesitaba airearme». «Yo no quise recurir al programa ADO (ayudas a deportistas de elite que concede el Consejo Superior de Deportes) porque te dan las migajas».

Sheila conoce bien este camino. Lo intentó después de fracasar en algunos negocios cuando se retiró y quedó desencantada porque veía pasar el tiempo sin que la llamaran. Invirtió sus ahorros en diversas empresas y ha trabajado de dependienta, «porque tengo que trabajar y comer, como todos». Sheila espera lograr cumplir uno de sus sueños y crear una escuela de patinaje.


Barbany dice que no planificó nada mientras estuvo en activo. Tenía una beca por estar en el Centro de Alto Rendimiento Blume de Madrid y ahorró algo, «y menos mal, reconoce, porque cuando tuve una lesión, y a la vuelta de las Olimpiadas de Sidney (2000), me dejaron sin beca sin ninguna explicación. Tuve una sensación tremenda de abandono, fue muy difícil. Tuve que cambiar el chip». No acabó la carrera de Derecho, pero hizo un máster en gestión deportiva y ahora hace otro sobre instalaciones y dirección deportiva.


A Roberto García todo le fue bien. «En enero de 2008 tomé la decisión de dejar el atletismo y en febrero me comunicaron que había conseguido una beca para hacer un master del COI, el MBA in Sports Management, en España y Estados Unidos. Fue un golpe de suerte porque solo había una plaza para muchos aspirantes. Apenas lo terminé ya tenía trabajo». Reconoce que influyó mucho en la concesión de la beca que ya tuviera la carrera de Empresariales y conocimientos de inglés. Junto a su hermano creó en 2007 un campus de atletismo 'Hermanos Gracía' y realizan clinics para acercar esa disciplina deportiva a los pueblos que no tienen pista para entrenar.

FELICES


Todos se sienten satisfechos por la vida que llevaron. «Yo me siento feliz. Tampoco tenemos que llorar ni dar pena porque he vivido experiencias sensacionales; he viajado por todo el mundo, tengo una mentalidad abierta gracias a los conocimientos que he adquirido, y si pudiera volver atrás en el tiempo volvería a repetir mi vida, sin duda alguna. Si tocas el cielo y el infierno está bien, porque tocas el cielo y tocas el infierno», dice José Manuel Barbany; «No lo cambiaría por nada del mundo -asegura Esther Domínguez-. A mi me salió bien, aunque tienes que ser muy fuerte, porque a la larga los triunfos no importan porque se olvidan, lo que importa es lo que te queda a ti dentro. Lo volvería a hacer una y mil veces». Para Eva Bes, «la vida del deportista tiene, como todas, sus cosas buenas y malas, pero ¡es genial! Estoy muy orgullosa de ella, da cosas que la vida normal no te da, aunque es una pena que no se nos valore más, sobre todo si eres mujer». Sheila Herrero, cree que ningún deportista está preparado para retirarse, pero asegura que volvería a repetir todo lo que hizo. «Sigo vinculada al patinaje porque soy miembro de la junta directiva de la federación española y presidenta de la comisión Mujer y Patinaje».


«Si miro hacia atrás veo que he tenido suerte, dice Roberto García, no me gustaría seguir compitiendo. Quizá eche de menos haber cumplido algún sueño más, esa medalla en los campeonatos europeos…. La vida son etapas y ahora estoy disfrutando de otra. Tengo 36 años pero estoy viviendo experiencias de un joven de 20». Su hermano Carlos piensa parecido y asegura que aunque ha tenido suerte «sin mi carrera universitaria y mis conocimientos de inglés no hubieran importado las medallas conseguidas para lograr un trabajo».