MOVIMIENTO 'HOMESCHOOLING'

El limbo de educar en casa

El movimiento que defiende la libertad de los padres para educar a sus hijos en el hogar se extiende a base de sentencias judiciales favorables pero sigue sin contar con una legislación específica que le ampare.

El último caso llega de Galicia. Los hijos de Sorina Oprean, de 15 y 13 años, no gastan ni un minuto en desplazarse hasta la escuela, porque la escuela es su casa. Al menos, hasta la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que obliga a que los dos jóvenes sean escolarizados.


Se trata de una nueva lucha para la Asociación para la Libre Educación (ALE), colectivo que representa a buena parte de las más de 2.000 familias, algunas de ellas en Aragón, que deciden formar a sus hijos en el propio hogar.


El fenómeno es complejo, porque se mueve en un limbo legal abierto a la interpretación de los jueces. En el caso gallego, el Tribunal considera que el ‘homeschooling’ –término con el que se define esta práctica-, no está reflejado en el artículo 27 de la Constitución. La mayoría de las denuncias que interponen los departamentos de Educación de las comunidades autónomas se basan en el criterio de desamparo de los menores. Pero la corriente viene siendo favorable para los padres, que van ganando fuerza en su reivindicación.


Este fue el ejemplo de una familia de Alcañiz, el matrimonio Gómez Calatayud, que ganó el juicio al que fue sometido porque «en nuestro caso, no se trata de abandono de familia, sino de elección de un sistema educativo distinto y eso no es ningún delito», según explicó la vicepresidenta de ALE, Marta García.

De Wisconsin al presente

Para encontrar los orígenes de esta corriente educativa hay que trasladarse hasta los Estados Unidos de 1972. Como explica el pedagogo Jon Igelmo Zaldívar, miembros de la Old Order Amish fueron sancionados por rehusar enviar a sus hijos adolescentes a la escuela, contraviniendo la ley de Wisconsin que imponía la escolarización hasta los 16. Sin embargo, el Supremo americano aceptó esta postura: «el interés del Estado en la escolaridad obligatoria debe ceder ante la libertad de los padres para determinar la orientación moral de sus hijos».


Desde entonces, un infinito abanico de publicaciones, estudios, análisis y controversias han acompañado al fenómeno del ‘homeschooling’, que se esfuerza cada día por convencer a la opinión pública, y sobre todo a jueces y legisladores, sobre los beneficios de educar en el hogar.


La individualización y personalización de los estudios, el fomento de la creatividad e imaginación del ‘alumno’ y su alta motivación frente a los estudios se enfrentan a la crítica más habitual de los partidarios de una escolarización más tradicional: la posible merma en la socialización del hijo.


Por ello, se sigue reivindicando una legislación concreta que regule la escolarización en casa, como ya ocurre en otros países europeos, como Reino Unido o Francia. El primer intento en España ha llegado recientemente con la nueva Ley de Educación de Cataluña, donde el artículo 55 sobre ‘educación no presencial’ deja abierta la puerta a la normalización de esta práctica. En Aragón, de momento, ningún avance. Ni siquiera la Ley de Educación de Aragón de la consejera Broto, que reconoció hace unos días que no sería aprobada en esta legislatura, dejaba entrever algún resquicio para los padres que desean guiar a sus hijos por sus propios medios.