A UN AÑO DE LAS ELECCIONES

El PSOE aragonés se echa a temblar

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Casi nadie sabe hacia dónde tirar. Unos optan por permanecer quietos, otros reclaman gestos y la mayoría nada en el desconcierto que ha provocado la sucesión de medidas y bandazos de un Gobierno central al que se le agota el crédito. La política aragonesa, especialmente el PSOE como principal damnificado, busca una salida a la encerrona en la que les ha colocado Zapatero a menos de un año de las elecciones municipales y autonómicas. Se han puesto a echar cuentas. Y más de uno ha empezado a temblar.

Para algunos socialistas es un temblor que refleja la mera inquietud ante la adversidad. Para otros, el maremoto político causado por Zapatero les ha colocado cerca del espasmo. Pero todos tienen claro que las cosas pintan mal, que el PSOE tiene su imagen por los suelos, que las arcas públicas de casi todas las instituciones están al límite, que las medidas antidéficit pueden seguir incrementando el desempleo y, con ello, el descontento y la conflictividad social, esa que también se mide en votos.

El panorama no es alentador en una comunidad que tiene ya 96.000 parados. La DGA y los ayuntamientos suman más de 3.300 millones de deuda y el desplome de los ingresos fruto de la crisis no deja margen para nada a un año de las elecciones. Casos como el del Ayuntamiento de Zaragoza, con cinco años consecutivos perdiendo la estabilidad presupuestaria y la deuda viva por las nubes, es sintomático. Hay equipamientos terminados que no se abren, proyectos que se caen y crispación política. En la DGA, más de lo mismo: solo hay que ver la situación del Fleta o el Espacio Goya. Y así en la mayoría de las instituciones importantes, casi todas controladas por el PSOE.

Llamadas a los bancos

Si el lunes el consejero de Economía y Hacienda de Zaragoza, Francisco Catalá, formalizaba de urgencia los préstamos con los bancos ante el temor de que Zapatero le cerrara el grifo, ayer el presidente de la Diputación de Teruel, Antonio Arrufat, alcanzaba un preacuerdo con el BBVA por el que la entidad financiera le daba un año de carencia a la institución para sus amortizaciones crediticias. No hay dinero y se saca de dónde se puede, aunque sea a costa de sortear las medidas antidéficit del Gobierno.

El descontento en el PSOE aragonés con Zapatero es evidente. Un síntoma claro de esa desafección es que la proclamación de Eva Almunia como candidata a la DGA podría no contar con la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero. "Igual no nos conviene", asumen dirigentes socialistas. A la de Luisa Fernanda Rudi como aspirante del PP al Gobierno de Aragón, acudirá el sábado la plana mayor del PP, con Rajoy a la cabeza. Y, sin estar preparados aún psicológicamente para perder, algunos socialistas asumen en privado lo que no reconocen en público: "El PP tiene posibilidades".

"Las medidas debían haber estado más trabajadas. No entiendo cómo se rectifica y se amaga tanto", dijo ayer un alto cargo del Ejecutivo autonómico. Pero los veteranos del aparato abogan por no perder los nervios, por esperar a que se calme la tormenta. "Ahora te puedes poner a bracear, pero es como hacerlo en una piscina sin agua", explicó uno de ellos.

Un diputado socialista lo expresó con claridad: "Queda un año hasta las municipales y autonómicas, cualquier previsión electoral es de una ingenuidad sin límites. Ni se saben los nuevos ataques financieros que puedan sufrir los mercados, ni las previsiones que puede haber... No pinta bien, pero nadie tiene una bola de cristal y la situación es imprevisible".

Pese a los reproches a los bandazos de Zapatero, los socialistas dicen que hay tiempo. Y miran a un PP que, con la ola favorable que le llega de la política nacional, sigue desarbolado después 11 años fuera de los despachos del poder en Aragón. "Medir nuestras opciones en un momento así, con tanta tensión emocional, es como tomarle la temperatura a un enfermo cuando se le ha disparado la fiebre. Todo volverá a su cauce", afirmó un socialista oscense.

El recorte les dejó a todos descolocados y ahora tratan de resituarse. Saben que el decreto es un antes y un después en sus perspectivas electorales en toda España. En el caso de Aragón, confían en tener el colchón que apuntaban las últimas encuestas.

Creen que el PP no sabrá aprovechar el viento a favor. "Nos la vamos a jugar viendo quién es más torpe, si Zapatero o Rajoy", dijo un alto cargo del PSOE aragonés, que asumió que los socialistas están "un poco despistados". "Pero si hacemos las cosas con sentido común, se puede dar batalla. Las elecciones habrá que pelearlas, pero el PP no está para tirar cohetes. Nosotros estamos con oficio y sin juguete, mientras que el PP tiene el juguete pero no sabe emplearlo", añadió.

Son conscientes de que están abocados a hacer recortes (sobre todo en la DGA, pero también de forma seria en el Ayuntamiento de Zaragoza y otras instituciones), pero esperan hacerlo controlando los tiempos. "No nos puede ocurrir lo que le está pasando a Zapatero", repiten destacados dirigentes. Pero no todos están de acuerdo. "La DGA tiene que hacer algún gesto, porque parece que estamos parados", admitió un cargo autonómico.

Cerrar filas

Ahora la prioridad es cerrar filas, evitar críticas en público al presidente del Gobierno que desanimen a los votantes socialistas. Creen que la clave estará en aguantar a su electorado. Por eso molesta a muchos dirigentes del PSOE actitudes como la del alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, que ayer se mostró dispuesto a ir a los tribunales contra el Gobierno por la prohibición de acudir a la deuda. "Los que ahora se quejan por estas medidas es porque no estaban desarrollando ninguna política concreta, y menos socialista, y se han quedado desnudos al no tener ya chequera de la que tirar", afirmó un peso pesado del PSOE aragonés.

El objetivo es retomar un discurso de izquierdas con una mínima coherencia. Como comenta una dirigente de la Ejecutiva Federal que no es aragonesa, el problema de las medidas es que les han dejado "sin discurso político" y esto puede desmovilizar al electorado del PSOE. De ahí sale la presión del partido para impulsar medidas "contra ricos", con las que esperan volver a convencer a sus votantes y retomar en lo posible un discurso social.

Pero asumen que no será fácil, porque las cifras no les acompañan. Ante eso, un dirigente socialista lo tiene claro: "Ahora, no es el momento de los aficionados".