FUNERAL EN EL PILAR

Dolorosa despedida a la policía fallecida en el terremoto de Haití

La marcha fúnebre marcó ayer el ritmo del anochecer en la plaza del Pilar de Zaragoza. El féretro con los restos mortales de la subinspectora de la Policía Nacional Rosa Crespo, fallecida en el terremoto de Haití el pasado 12 de enero, fue llevado a hombros de sus compañeros desde la sede de la Delegación del Gobierno, donde estuvo instalada la capilla ardiente durante cuatro horas, hasta la basílica, en cuya puerta esperaba la banda sinfónica de la Policía.

El cortejo se detuvo justo a la entrada del templo, flanqueado por policías y guardias civiles en uniforme de gala y decenas de personas, mientras sonaba el himno nacional en homenaje a la fallecida momentos antes de que comenzara el funeral córpore insepulto.


Rosa Crespo, nacida el 9 de agosto de 1962 en Zaragoza, se encontraba en labores de escolta de un alto cargo de la ONU en Haití como policía nacional en el momento del terremoto, que ha ocasionado unos 75.000 muertos en el país, según el balance provisional. Crespo se hallaba en un edificio de la capital, Puerto Príncipe, junto a una agente de la guardia civil, Consuelo López, que pudo saltar por una ventana desde el segundo piso del inmueble, cuyas siete plantas se vinieron abajo. El cadáver de la policía nacional fue hallado bajo los escombros del edificio el pasado martes, una semana después del seísmo.


Rosa Crespo, que es una de los cuatro españoles que han muerto a causa del terremoto, formaba parte del contingente de 13 agentes de la Policía Nacional desplegados en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (Minustah). Más de una veintena de guardias civiles participaban también en esta misión. La policía fallecida estaba adscrita, no obstante, a la Jefatura Superior de Policía de Aragón y residía en Zaragoza, donde visitaba a su familia cada dos meses por un periodo de 15 días. Tenía previsto regresar el próximo mes de febrero de forma definitiva y seguir colaborando desde aquí en tareas humanitarias.

Vocación de ayudar

Numerosos compañeros y amigos han destacado que desde que era una niña, Rosa mostró madera de líder y una clara vocación de ayudar a los demás. Las especiales circunstancias de sus padres, ambos sordos, la orientaron en primer lugar a colaborar con el colectivo de personas con este problema, llegando a ser secretaria de la agrupación aragonesa.


En 1987 se convirtió en una de las primeras mujeres policía nacional. Estuvo destinada también en la Jefatura Superior de la Policía en La Rioja y pasó por numerosos destinos. Por todos ellos fue dejando compañeros que se convirtieron en amigos y que ayer recalcaban su caracter jovial. En 2003 ascendió a subinspectora y asumió la Jefatura de Atención a la Mujer en Zaragoza. Crespo tuvo más de 30 felicitaciones públicas en el desempeño de sus funciones, entre ellas la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco en 1999.


El dolor de su pérdida era fácilmente constatable ayer en casi cualquier rincón de la plaza del Pilar. Varias personas se abrazaban entre lágrimas o secaban sus ojos en soledad apoyadas en alguno de los soportales de la sede de la Delegación de Gobierno o entre un grupo en medio de la plaza.


Dentro de la Delegación, gran parte de quienes abarrotaban la capilla ardiente instalada en el salón oficial eran policías nacionales y guardias civiles que conocían a la fallecida, cuyo féretro estaba envuelto con la bandera de España. También había muchos chavales, compañeros de estudios de las hijas de la fallecida, así como personas anónimas que quisieron rendir su homenaje particular. Poco antes de que se cerrara la capilla ardiente, una de las seis agentes de Policía que velaban el cadáver apenas podía contener el llanto.


La Delegación de Gobierno habilitó la biblioteca para que la familia y los más allegados a Rosa Crespo, pudiera estar allí con más intimidad. Su esposo, Federico Capdevila, así como la madre de Rosa, sus dos hijas, de 16 y 13 años -abrazadas en todo momento a su padre durante el cortejo hasta el Pilar- y el resto de la familia, mantuvieron la serenidad todo lo que pudieron. El silencio, teñido de aplausos puntuales, acompañó la mayor parte del recorrido hacia la puerta más oriental del Pilar hasta la banda sinfónica inició los acordes de la marcha fúnebre.

Numerosas autoridades

Entre quienes visitaron la capilla ardiente se encontró, entre otros, el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias, así como la presidenta del PP de Aragón, Luisa Fernanda Rudi. Más de mil personas asistieron al solemne funeral presidido por el arzobispo Manuel Ureña y concelebrado por más de una docena de sacerdotes, entre ellos el vicario del Cuerpo Superior de Policía Nacional.


Junto a la familia, hubo numerosas autoridades, entre ellas el delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández, el Justicia, Fernando García-Vicente, el fiscal general de la Comunidad, el vicealcalde de la ciudad, Fernando Gimeno, así como diputados y concejales.


Ureña elogió el afán de la fallecida por ayudar a los demás. "El amor de caridad es la forma más sublime de amar, es la forma de amor que no se busca a sí misma" dijo en recuerdo de Rosa Crespo.