DESEMPLEO

De rey del ladrillo a amo de su casa

11.20 Pasar el aspirador. Recoger la cocina, limpiar el baño, quitar el polvo. Y para terminar, pasar el aspirador. ¿Yo es que con la escoba no puedo¿, confiesa.
De rey del ladrillo a amo de su casa
OLIVER DUCH

Raúl jugaba un día, hace dos años, con su sobrino cuando se cayó y se rompió la muñeca. Nadie podía imaginarse entonces que aquel traspiés le cambiaría la vida. Le dijeron que serían dos meses de baja, pero los huesos no soldaban bien. Al final, fueron cuatro. La empresa de construcción para la que trabajaba le advirtió de que no podía aguantar tanto tiempo. Por aquel entonces nadie hablaba de crisis. Ahora, sí. Raúl Ardid, de 30 años, ya lleva año y medio en paro. Pero no parado. De hecho, no para: los niños, las camas, el aspirador, la comida... Raúl se ha convertido en el 'amo de su casa'.

 

Este joven se vio obligado a traicionar una relación de más de diez años con el mortero por la aspiradora. "Hasta entonces, estaba guardada en el armario porque mi mujer usaba la escoba. Tuve que montarla y sacar las instrucciones para ver cómo funcionaba", explica. Raúl confiesa que no estaba acostumbrado a este tipo de tareas. "Había trabajado desde siempre", se excusa, pero no le quedó más remedio que aprender y acostumbrarse. Ahora es todo un experto.

La mañana de Raúl

Son las 8 de la mañana y el movimiento empieza en casa. Raúl y su mujer tienen una hora para salir de casa con sus tres hijos: Pablo, de 8 años; Paula, de 5, y Leire, de 22 meses. La pequeña nació un poco antes de que su padre se quedase en paro. "Siempre hay alguno que se hace el remolón, pero intentamos salir a las 9.00", comenta.

 

Beatriz, su mujer, se encarga de llevar a los dos mayores al colegio. Luego, ella coge el autobús y se va a trabajar. Raúl se encarga de la pequeña. "Hoy -por el viernes- veníamos enfadados porque ha visto que su madre se iba por otro lado", explica. Leire lleva dos coletas que parecen dos palmeritas. Obra maestra de Raúl. "Al principio no podía con lo de las coletas, pero ahora he aprendido hasta eso", señala. Además, presume de que en la guardería le dicen que es de los pocos padres que llevan a sus hijas con unas coletas tan bien hechas.

 

De vuelta a casa le espera una larga lista de tareas. "No paro en toda la mañana, ni a tomar un café", explica. Raúl empieza por las camas. "Hemos intentado enseñar a los niños, pero no hay manera"; señala. El viernes cuando volvió, la cocina ya estaba recogida. "Es que hoy me ha dado tiempo antes de salir de casa", explica. Así que sigue por el salón, quita el polvo, pasa el aspirador...

 

Otra de las especialidades de Raúl es poner lavadoras. Sin embargo, hay una cosa que no se le puede pedir: planchar. "Lo he intentado un montón de veces, pero es que es imposible", confiesa. Así, va pasando la mañana.

"Lo malo de este trabajo es que nunca paras. Te pegas cuatro horas haciendo cosas y es como si nada. Con los niños tienes que seguir recogiendo durante todo el día", explica. Raúl asegura que no compara este con ningún otro trabajo. "Y eso que yo estaba acostumbrado a poner bordillos", puntualiza.

La hora de la comida

Raúl también se ha convertido en un experto cocinero. Antes de ir a buscar a los niños al colegio, a las 12.30, empieza a preparar la comida. "Los últimos retoques los doy cuando vuelvo", explica. Su especialidad: la pasta. Su gran dificultad: las verduras. Asegura que no acaba de entenderse bien con ellas, así que se las deja a su mujer. "Pero he aprendido a hacer legumbres y todo", bromea.

 

Las tardes suelen ser más relajadas. Su mujer también trabaja de tardes los martes y los miércoles. Entonces es su suegra la que le echa una mano y va a recoger a Leire, que come en la guardería. Si hace bueno, bajan un poco al parque. Luego los deberes de Pablo y la ducha. Él se encarga de Leire. "De Paula mi mujer, porque tiene el pelo muy largo y entre el suavizante, los tirones...", comenta. A las 21.30 todos a la cama. "Pero no dejas de trabajar hasta las 22.00", aclara.

Sin perder la esperanza

Sin embargo Raúl no ha perdido la esperanza de volver a trabajar. Asegura que manda currículos allí donde ve una oportunidad. "Pero ahora da igual que mandes o que no mandes", comenta. Así que de momento ha empezado a hacer un par de cursos, uno de Informática y otro de Mantenimiento. Va a clase todos los días. "Por si acaso", explica. Aunque reconoce que cuando encuentre trabajo tendrán que volverse a acostumbrar a la nueva situación.

Sin embargo, Raúl admite que hacer las labores del hogar le ha mantenido activo y ha impedido que estuviese en casa lamentándose de su situación. De hecho se lo toma con humor. "Ahora soy el 'marujo de la casa' y llevo hasta el móvil", dice mientras enseña el único teléfono que hay en casa.