TURISMO

Cómo ir a la playa sin arruinarse en el intento

Los miles de aragoneses que disfrutan de la Costa Dorada miran este año más que nunca el bolsillo. En el sector aseguran que ha bajado el gasto familiar un 25%

Carlos y Yolanda, con su hija Paloma y sus sobrinos Eric y Enma.
Cómo ir a la playa sin arruinarse en el intento
j. c. león

Al final, las playas de la Costa Dorada han rozado el cartel de completo gracias, en gran medida, a los turistas aragoneses. Tras un mes de julio "muy flojo", según los hoteleros, la afluencia ha rozado niveles de pasadas campañas y plantar una sombrilla en la arena tarraconense se convierte estos días en un deporte de riesgo. Pero las estampas que llegan desde la costa con playas saturadas no esconden que este verano se mira más que nunca el bolsillo. Según los empresarios del sector servicios de la zona, el gasto familiar ha caído hasta un 25% respecto a 2008.

 

Las cifras vienen confirmadas por los testimonios. "Otros años venimos 15 días y esta vez nos conformamos con una semana", reconocía Gerardo Sanz, de Calatayud, en el paseo marítimo de La Pineda. "Este año, nada de comer paellas de restaurante, todo en casa", señalaba Concha Latasa (Fraga) pocos metros más adelante del mismo andador. El menú, de hecho, es uno de los elementos playeros que este verano ha tenido que contener precios. "La situación no está como para subir el precio de nada así que, en general, los hemos mantenido e incluso bajado", informa José Otero, presidente de la Asociación de Bares, Restaurantes y Ocio de Salou.

 

De esta forma, la cesta de la compra se incorpora al día a día veraniego. Una cesta que huye de alardes. "Evitamos las tiendas de la costa porque son más caras", señalan Carlos y Silvia, dos jóvenes turolenses que viajan en autocaravana. De hecho, la diferencia de precios entre los supermercados del interior, como Reus o Vilaseca, frente a los de las zonas más próximas al mar, como Salou o Cambrils, llegan al 40% según el producto elegido.

"Estamos recibiendo un 18% menos de gente y un 25% menos de ingresos", asume Otero, quien apunta que "ahora la gente rara vez se toma más de una o dos copas".

Rebajas en todos los alojamientos

Da igual el modo de viajar elegido en esta ocasión, porque todos los tipos de alojamientos han recurrido a los descuentos y las ofertas para intentar salvar la temporada. Los hoteles, por ejemplo, han bajado sus tasas entre un 10% y un 15% o bien han echado mano a las ofertas. "Algunos ofrecen la estancia de los niños gratis o la pensión completa a precio de alojamiento y desayuno", precisa Joan Antoni Padró, vicepresidente de la Asociación Hotelera Salou-Cambrils-La Pineda.

 

El objetivo es superar los malos datos de julio, cuando la ocupación apenas llegó al 74% frente al 87% registrado en 2008. Y parece que los bañistas han respondido. "Al final, el turista español, sobre todo el del valle del Ebro, se ha animado y estamos ahora cerca del 90% de ocupación", señala.

 

Los hoteles configuran la oferta más 'cómoda' para el visitante, pero rara vez es la más económica. Además, el turista aragonés acude a la Costa Dorada, tradicionalmente, a apartamentos de alquiler o de propiedad como segunda residencia. No en vano, Tarragona es la quinta provincia española en número de pisos de este tipo. Las impresiones de los agentes inmobiliarios y de los turistas confirman que este año han bajado los alquileres, y ya se puede contratar una quincena por 900 euros, algo poco común en pasadas temporadas.

 

Otra opción es la que ofrecen los más de 50 cámpines distribuidos por toda la Costa Dorada. Una alternativa que, aunque se puede salir de presupuesto -algunos bungalós de lujo superan los 200 euros por una noche-, suelen resultar muy económicos. "Esta semana tenemos todo completo, cerca de 5.000 personas", comenta Richard Close, director de Alojamiento del camping Sangulí de Salou, uno de los más grandes y mejor equipados de la zona. Si bien es cierto que son los holandeses y los franceses los que más uso dan a estos recintos, no falta el acento aragonés en sus parcelas. El precio y el buen ambiente son sus principales reclamos.