El patio del palacio episcopal de Tarazona recupera su esplendor

Las obras se han centrado en las zapatas de madera, así como en las columnas y en todo el suelo de un patio construido entre 1556 y 1560.

El patio luce diáfano y las columnas recuperan su importancia.
El patio luce diáfano y las columnas recuperan su importancia.
N. B.

Aproximadamente hace treinta años que no se podía pasear entre las columnas del patio renacentista del palacio episcopal de Tarazona. Es el tiempo que ha estado con puntales y andamios para garantizar la seguridad del espacio por los problemas estructurales existentes en el edificio. Tras los trabajos de restauración efectuados en el inmueble, el patio luce ya diáfano.

Las obras se han centrado en las zapatas de madera, así como en las columnas y en todo el suelo de un patio construido entre 1556 y 1560 por encargo del entonces obispo de Tarazona, Juan González de Munébrega. “Aprovechando que se ha tirantado todo el edifico, y ya está asentado con seguridad, hemos quitado el andamiaje que había”, indica José María Cerralbo, ecónomo de la diócesis turiasonense.

Además, a las cuatro columnas del patio se les ha retirado un grosor de “unos cuatro dedos de cemento” que estaban recubriéndolas y se va a continuar con su restauración detallada. “Ahora se ve un escudo en cada una de ellas que antes no aparecían, y creemos que se ha dado con la columna original”, explica Cerralbo.

La restauración del patio ha sido una de las muchas actuaciones llevadas a cabo en los últimos meses dentro del proyecto de consolidación estructural que tenía como objetivo principal frenar la abertura horizontal del edificio. Se ha financiado en parte por el 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, que ha asumido el 75% de los 808.000 euros invertidos, mientras que el 25% restante lo han aportado el propio Obispado, el Ayuntamiento y la Fundación Tarazona Monumental.

“De norte a sur, de este a oeste, de fachada a fachada, y en cada una de las plantas, se han colocado unas siergas de acero, debajo del suelo y otras han quedado en el aire”, detalla el representante de la diócesis. Se ha realizado un refuerzo de las cubiertas, y se han sujetado distintas partes del edificio al terreno mediante unos anclajes.

Y es que el palacio se asienta sobre una roca, que además generaba filtraciones, problema que también se ha solucionado con un nuevo sumidero y “construyendo la cubierta de madera y cristal en el patio central”. “Se estaba debilitando la capacidad de aguante de las columnas”, añade José María Cerralbo.

En alguna de las partidas ha habido cierto ahorro económico, y ese dinero se ha aprovechado para reforzar el forjado del Salón de Obispos y colocar suelo nuevo en esa estancia. “Es una baldosa similar a la anterior, y ha quedado francamente bien. Ahora hay que esperar a ver cuándo se puede iniciar la restauración completa del salón”, dice Cerralbo.

El obispado ha iniciado los trámites para solicitar la declaración del palacio como Bien de Interés Cultural (BIC), y así tener acceso a nuevas subvenciones para continuar su rehabilitación.

Por el momento ya hay negociaciones para acometer la recuperación de los exteriores. “La intervención en la fachada sur, donde está el retablo, y en la que está sobre la roca, la que se ve sobre el río Queiles, tiene un coste de unos 700.000-800.000 euros, y las otras dos fachadas, otro tanto”, asegura el ecónomo. Habrá que esperar para conocer si el palacio podrá seguir recuperando su antigua imagen.

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